Adiós a Carlos Victoria

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Adiós a Carlos Victoria

Al cierre de este número, en la madrugada del viernes 12 de octubre, murió Carlos Victoria (Camagüey, 1950), uno de los mejores narradores cubanos contemporáneos, en el Hospital Palmetto, de Hialeah, Florida, tras complicaciones provocadas por una sobredosis de sedantes. En 1971, Victoria fue expulsado por "diversionismo ideológico" de la Universidad de La Habana y, en 1978, arrestado por la Seguridad del Estado, le fueron confiscados todos sus manuscritos. Abandonó la Isla en 1980, durante el éxodo del Mariel, y a su llegada a Estados Unidos se unió al Consejo Editorial de la revista Mariel. En el momento de su muerte, trabajaba como editor de El Nuevo Herald, en Miami.

Publicó los libros de relatos Las sombras en la playa (1992) y El resbaloso y otros cuentos (1997), reunidos en Cuentos (1992-2004), y las novelas Puente en la oscuridad (1993), La travesía secreta (1994), La ruta del mago (1997) y El salón del ciego (2004). Traducidos por Liliane Hasson, aparecieron en Francia Abel le magicien, La traversée secrète, Un pont dans la nuit, y varios cuentos, entre ellos “El resbaloso” (“Le glissant”). La traversée secrète fue seleccionada la mejor novela de 2001 por el jurado del Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia.

En 1993, obtuvo la Beca Cintas y el Premio Letras de Oro de Novela. En 2004, durante el encuentro Con Cuba en la distancia, en Cádiz, recibió un homenaje a toda su obra. Y en su número 44, la revista Encuentro de la Cultura Cubana le dedicó su sección "En Persona", que incluye un adelanto de su novela en proceso Cuando mi nombre era Pablo.

El Carlos Victoria que asiste ahora mismo a mi memoria no es el traducido en palabras, sino el amigo entrañable, el que no sólo convocaba el afecto, sino una necesidad de consolarlo por algo, de protegerlo de algo, aunque no supiéramos de qué. Sí nos sabíamos incapaces de protegerlo de la historia y de sí mismo. La primera lo había perseguido siempre. El segundo, acechaba. Carlos había vencido a Carlos veintitantos años atrás, pero acechaba.

En Cuba y en el exilio, Carlos Victoria transitó por infiernos sucesivos. Se abrió cojo de padre al mundo, fue él mismo padre de su madre. Sin pases a bordo ni padrinos, empezó a abrirse paso en un mundo de escritores silenciados y comisarios de la palabra. El resultado, no por drástico, fue inesperado. A pesar de ello, conservó una confianza en el género humano que a muchos en su lugar se les encallece para siempre.

Junto con Guillermo Rosales, dotó al exilio, a Miami, de una literatura: artefactos de precisión que uno puede recorrer como una guía desolada del alma humana, de la ciudad, como un mapa de esa soledad que sólo abandonaba para frecuentar la amistad de un grupo sólido y fiel: su anclaje para sobrevivir, incluso en temporadas de ciclones.

Luis Manuel García

He leído sus cuentos y sus novelas: prosa clara y fuerte, visión conmovedora del mundo. Un escritor esencial de la experiencia del exilio —el tiempo va a probar la importancia de su literatura, la cual sobrepasa su generación—. Victoria está entre nuestros grandes narradores.

Alejandro Anreus

Quienes conocieron a Carlos y quienes han leído sus libros saben cuánto pierden hoy la literatura y la dignidad humanas. El día vendrá en que Carlos Victoria ocupe el lugar que merece. Y dondequiera que estés, Carlos, un abrazo desde París, y toda la paz que no tuviste en este mundo.

Armando Valdés-Zamora

Cuba pierde no sólo uno de sus mejores narradores sino uno de los escasos escritores llenos de fuerza y bondad. Alguna vez le haremos un homenaje en Camagüey, será junto a las nuevas ediciones que merece, será para que nunca más se discrimine en Cuba por la orientación sexual o política. Otro que muere transterrado.

José Prats Sariol

Una amistad de veinticinco años, hecha de complicidad, fue lo que nos unió. Fue Carlos quien me ayudó con su inteligencia y su cariño a sobrellevar inquietudes y penas. He tenido el honor de traducir al francés sus obras y, en breve, aparecerá El Salón del ciego. Lo entrevisté para mi libro Un Cubain libre, Reinaldo Arenas. Se expresó como nunca lo había hecho sobre el otro gran escritor, revelando su atormentada relación con él entre divertida, intensa y dolorosa.

Liliane Hasson

Reinaldo Arenas, G. Rosales y él, Carlitos Victoria, los tres ases de esa generación "malograda", dispersa. Se fue un escritor diferente, grande.

Santiago Méndez / Chago

Los cubanos hemos perdido un magnífico escritor y un compatriota entrañable.

Manuel Díaz Martínez

Muere un escritor de pura cepa, de raza. Lo conocí en una de sus visitas a México y me sorprendió su modestia y naturalidad. Hace unos días, en un almuerzo en casa de Lichi, en el D.F., hablábamos de su obra literaria y de su condición humana de hombre bueno.

Carlos Olivares Baró

Estará ahora en algún pasillo del Cielo, caminando cabizbajo, con una sonrisa genial y con las manos en los bolsillos.

Mauricio H. Maldonado

A veces, no sabe uno a quién decirle: lo siento mucho. Yo no conocí personalmente a Carlos (sí su literatura, por supuesto) y, sin embargo, siempre lo sentí cerca.

Odette Alonso

Tuvimos amigos comunes, y siempre vi en él a un escritor mayor. Es otra pérdida dolorosa para la cultura cubana.

Alejandro Querejeta Barceló

Era una persona extraordinaria y con una sensibilidad fuera de lo común. Con una obra significativa, que disfruté profundamente, y una humildad que le hacía grande. Lo recordaré con alegría y con agradecimiento.

Grace Piney

Página de inicio: 303

Número de páginas: 2 páginas

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