Las amistades peligrosas
Las amistades peligrosas
Gabriel Pérez
a Luis Yuseff
Mary sigue viviendo en la “Loma del Caguayo”, aunque
después de su Licenciatura en Lengua Inglesa ella pronuncie:
Lizar Hill, al romántico sitio que nos viera nacer. Carlos,
se hizo Testigo de una secta donde dicen que yo,
en los próximos días moraré en el Infierno.
En Italia, Daily, guarda mis robles
disecados en un libro y cerca de ella
Paolo Voltollini no contesta. Dice Zenaida que jamás
retornaría del South west. Los e-mails de Agustín
sobrevuelan el Cotopaxi, los de Víctor se entumecen en la nieve condal
y los de Ernesto, desde Kioto, transmutan en un dialecto indescifrable.
He recibido un sobre con postales,
fechado en un diciembre madrileño,
antes de abrirlo supe que era de María.
Oneida, desde El Vedado escribe a pesar del Parkinson y las cataratas,
pero sus cartas se hospedan en parajes de mayor Seguridad. Alguien, que se llamaba Orlando, muy pronto ha de partir,
antes de hacerlo, ya nos olvidó. Alguien
que se llamaba Eduard, se fue ayer...
no pudo escoger hora más tremenda, tarde lluviosa
crudelísimo mes, mientras cantaban en la radio:
si me quisieras lo mismo
que veinte años atrás.
Página de inicio: 234
Número de páginas: 1 página
Descargar PDF [62,35 kB]