Daguerrotipo de la espera

Germán Guerra

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El mundo es una mancha en el espejo.
David Huerta, Incurable.
El tiempo es una mancha
en el espejo, una herida,
una luz que define y acerca
el contorno de las formas todas
bajo el húmedo tedio que regala
esta tarde de julio inmemorial,
y nosotros aquí, al fondo de la casa,
en la orilla cortante de este lago
donde dos adolescentes se besan
y bracean –sin tiempo para el alba–
el vitral del verano, las aguas donde
late sin prisa la espera de la muerte.
Mi mujer y mis hijos
reparten en migajas el pan de la mañana
a una terca bandada de pájaros sin sur.
Al sur de los abismos, en la orilla contraria
de estas aguas tranquilas donde late la vida
hay un bote cansado como el barro de Dios
que navega, se aleja y se gasta en la costumbre
y el óxido de un perro ladrará para siempre
contra su propia sombra martillada en la tierra
en las blancas paredes de toda eternidad.
Y nosotros aquí, abismados
bajo esta luz de julio inmemorial,
y dispongo y ordeno unas claras palabras
que detengan este golpe de tiempo
–¡Qué corra este poema
la suerte de los daguerrotipos!–
mientras la sombra del almácigo nos guarda
del paso de los astros, de las horas.

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