Un cuéntame tu vida de José Lezama Lima

Antonio José Ponte

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A comienzos de 1966, presumiblemente, José Lezama Lima, empleado como consejero investigador en el Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, fue conminado a responder un cuestionario, uno de los usuales cuéntame tu vida de la época. Lezama parecía estar a gusto en aquel puesto. Tres años antes había escrito a su hermana: “Realicé al fin uno de mis sueños, trabajar en una biblioteca”[1].
Por el listado de obras suyas publicadas que aquí copia[2], aguardaba por la aparición de Paradiso. Proyectaba escribir algo bajo el título La expresión cubana, extenderse sobre su sistema poético (en lo que luego sería parte de La cantidad hechizada) y leer a Plinio el Viejo, Juan Castellanos y la colección de la Revista Bimestre Cubana. Además de ahondar en los idiomas que leía sin hablar, inglés y francés.
Un apartado de este cuestionario averigua por el número de horas no remuneradas que se proponía dedicar al centro (como elegante coacción, acompañan a la pregunta ciertas instrucciones para el Director), y él anuncia clases de literatura cubana para sus colegas del Instituto. Éstas habrían de ser las conferencias sobre escritores cubanos del siglo XIX (Zequeira, Rubalcava, Heredia, Plácido, Avellaneda, Mendive, Medina, Merchán) que Lezama Lima dictara entre marzo y junio de aquel año[3].
Como empleado de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación durante la época prerrevolucionaria, su sueldo había sido discreto, si no bajo. Guillermo Cabrera Infante, quien fuera nombrado en 1959 delegado del ministro de Educación ante el Consejo de Cultura y tuvo entre sus tareas examinar las nóminas de intelectuales del viejo régimen, aseguró haber remitido un memorándum al ministro Armando Hart pidiéndole que doblara el sueldo de 120 pesos de Lezama Lima[4].
En 1966, gana casi 300 pesos, lo cual no mejora su situación, dadas las carestías. A juzgar por sus contestaciones, no le espera ningún viaje de estudios, no viajará por el país. Él escribe a su hermana: “Apenas salgo por las dificultades del transporte (…) por la mañana voy al trabajo, regreso a la una y media, y así todos los días”[5].
Un documento como éste resulta interesante, no sólo por las respuestas que consigue, sino también por las preguntas que hace. Dentro del apartado de pertenencia a organizaciones políticas y de masas, los escrúpulos de una nota resultan locuaces: “esta última relación no se realiza con ningún fin compulsivo”. Y se alude al principio de libertad concedido por el Estado Socialista. José Lezama Lima, miembro del sindicato y vicepresidente, por entonces, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), no integra los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
Pocas revelaciones más se encontrarán aquí. Cuatro décadas después de haber sido rellenado, una lógica no muy distinta a la que estudiara sus respuestas decidió enviar este documento, junto a otros semejantes, a la basura. La burocracia del principal instituto dedicado al estudio de la literatura cubana no detectó en él nada digno de ser conservado, ni alcanzó a considerarlo pieza para la colección del Museo Lezama Lima, abierto en Trocadero 162. Simplemente, ocurrió una limpieza de rigor en el Instituto de Literatura y Lingüística, destruyeron cuanto sobraba en sus fondos, y fue imposible reconocerle genio a un trabajador jubilado hacía tanto tiempo.
[1] Lezama Lima, José; Carta a Eloísa Lezama Lima, 21 de julio de 1963; en Cartas a Eloísa y otra correspondencia; Ed. Verbum, Madrid, 1998, p. 71.
[2] Correspondientes a las páginas 2 y 3, no publicadas aquí por cuestiones de espacio. Pueden consultarse en la edición digital de Encuentro en www.cubaencuentro.com
[3] Recogidas en “Albur de poesía cubana”; en Fascinación de la memoria, selección y prólogo de González Cruz, Iván; Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1993.
[4] Cabrera Infante, Guillermo; “Encuentros con Lezama Lima”; en Vuelta, n.º 3, México, D.F., febrero, 1977. Según Ciro Bianchi Ross (“Notas a José Lezama Lima”, “Pasajes inéditos de un diario íntimo”; en La Gaceta de Cuba, n.º 3, La Habana, 1994), el sueldo de Lezama antes de 1959 era de 135 pesos.
[5] Lezama Lima, José; Carta a Eloísa Lezama Lima, 12 de septiembre de 1965; en Cartas a Eloísa y otra correspondencia; Ed. Verbum, Madrid, 1998, p. 102.

Página de inicio: 95

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Revista Encuentro de la Cultura Cubana, 48/49, primavera/ verano de 2008