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Abstencionismo, Elecciones, Crisis

26M, paisaje después de la batalla

La sociedad cubana debe comprender que para alcanzar nuevas cotas debe estructurarse y organizarse en torno a ideas y proyectos que saquen al país de la crisis, y mirar un poco más allá de los apuros infantiles

Pasó un mes de las elecciones del 26 de marzo (26M), convocadas y controladas por el gobierno. Ahora, se visualizan mejor los resultados y se disipa poco a poco la niebla de la guerra. En una batalla donde se enfrentaron las carcundas huestes del régimen, contra una guerrilla conformada por la sociedad civil.

Hay cuando menos tres formas para cuestionarnos el escenario de la batalla concluida. Una es, ¿las partes vivirán mejor a partir de ahora? Definitivamente no. El régimen sabe que perdió, y se enclaustra en su fraude, mirándose el ombligo mientras grita a los cuatro vientos “ganamos”, y “nos resbala”. Mientras la población sabe que se le arrebató el triunfo y como tal, actuará no solo contra el régimen, sino contra las autoridades electorales que boicotean sus sueños.

El “nos resbala” del gobernante redesignado este 19 de abril, recuerda al dictador Hugo Chávez que calificó como “victoria de mierda” el triunfo opositor venezolano en el plebiscito de diciembre del 2007.

Una segunda pregunta sería ¿quién gano y quien perdió? Ganó la ciudadanía, que impuso la abstención en toda la línea, matemática, visual y socialmente. Matemática, porque se demostró que, según los organizadores, la cantidad de colegios electorales, y las horas que estuvieron abiertos, no permitió aceptar la cantidad de votantes que ellos anuncian. Visual, porque todos vieron, incluyendo a los medios de comunicación que los colegios estuvieron vacíos. Social, porque el ambiente, ese medidor inexacto que es la calle, dio como resultado que los ciudadanos se contaban jubilosos como hicieron para no ir a la votación.

Además, la ciudadanía comprendió que tiene fuerzas para lanzarse a nuevas tareas.

Y la tercera pregunta y no por último menos importante. ¿Cuáles serán los próximos pasos de los contendientes?

Aunque sin reconocer su derrota, el gobierno está abocado a cambiar las líneas de desarrollo, a no ser que opte por el suicidio nacional, pues su supervivencia depende de ellos, y de cómo deconstruya el actual escenario. Uno, donde la policía política, como en el 11J, tiene cada vez menos que hacer. Mientras que la sociedad cubana, debe comprender que para alcanzar nuevas cotas debe estructurarse y organizarse en torno a ideas y proyectos que saquen al país de la crisis, y mirar un poco más allá de los apuros infantiles.

La alta abstención lograda el 26M, y manipulada por Alina Balseiro, presidente de la Comisión Electoral Nacional, cierra dos ciclos políticos. El primero comenzado el 11-J, marcado por la revuelta popular y las manifestaciones callejeras y que, en esta etapa, promueve nuevos tipos de acciones, todas válidas para construir la democracia. El segundo ciclo, el que vino tras el 15-N, con el exilio de los principales organizadores. En especial de los lideres de Archipiélago (esa auto proclamada plataforma ciudadana plural, transversal, no ideológica y transnacional), el Movimiento San Isidro, y la última hornada de periodistas independientes, que marca el exilio de más de 400 mil jóvenes, solo a Estados Unidos.

Si con respecto al segundo ciclo (la salida) marca una ruptura, con respecto al primero define la continuidad del empoderamiento ciudadano.

La falsedad de las cifras dadas por el Consejo Electoral Nacional se corroboró matemáticamente, visualmente por la ciudadanía y hasta los medios oficiales, y socialmente, pues el ambiente dominical fue de abstención. Ahora bien, el lunes 27 en la calle, solo se hablaba con admiración de lo sucedido la jornada anterior.

Solo esto último implica un reordenamiento social, y un reagrupamiento de fuerzas. El ir dejando atrás gradualmente el miedo hipotalámico. Ir entrando en una situación de cambio, donde los de arriban ya no pueden, y los de abajo ya no quieren.

Tal situación trae nuevos retos. La base social de la oposición creció descomunalmente, y se identificó a ella misma en las comunidades, aunque no tenga un liderazgo (se fue al exilio) capaz de encauzar toda su fuerza como diría Clausewitz, en la dirección principal.

Ese crecimiento, fue sobre las ruinas del estado totalitario y fallido, que no garantiza ni la libertad, ni la seguridad, ni servicios básicos como electricidad, alimentación, agua, salud y estudios.

Por lo pronto resaltar el trabajo de los grupos observadores electorales, es importante, pues esclarecieron las muchas practicas con las que la sociedad civil puede articularse de cara a la construcción democrática.

Del 26M, como en el filme polaco Paisaje después de la batalla, siempre recordaremos el caballo blanco de la victoria corriendo por las calles de nuestras ciudades, recordándole al régimen que la cuenta regresiva no se detiene.

© cubaencuentro

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