No me negarán que es un desperdicio convocar a un Referendo para definir un solo asunto, como es el caso del programado para el próximo 25 de septiembre. Sobre todo, en Cuba, donde hay tanto que definir, y donde se acumula una deuda tan grande con la ciudadanía, en cuanto a permitirle participar en la toma de las decisiones de real peso para el país.

Agregar otras preguntas que deban ser respondidas mediante el simple procedimiento de marcar en una de dos posibles casillas, no debería ser un problema. Más en un país tan educado como se supone es el nuestro.

Hay toda una serie de otros asuntos sobre los cuales la ciudadanía desea votar, que podrían someterse también a referendo ese día. Por sobre todo asuntos que, al no poderse votar sobre ellos, nublan el criterio de muchos en cuanto a la posición que adoptarán el 25 de septiembre ante el Código de las Familias. Porque lo evidente es que un sector no pequeño de la ciudadanía, inconforme con la gestión del actual gobierno, o incluso con todo el sistema socio-político, han tomado este Referendo como un medio para declarar su oposición al régimen, o a quienes lo dirigen hoy y su gestión presente, al votar la opción contraria a la defendida por estos, el Sí. Lo cual de modo evidente amenaza la capacidad de la ciudadanía para definir con claridad en este asunto en particular.

Si de verdad apoya a los grupos que saldrán beneficiados con el nuevo Código, el régimen debe evitar la interferencia de otros asuntos, que contaminen el resultado final de la votación. Para evitarlo, si tuviera el valor para ello —lo cual muchos dudamos tenga—, podría reconvertirse el Referendo de este 25 de septiembre en uno más fructífero, que incluya también un referendo revocatorio. Lo cual no va ni contra lo ordenado por la actual Constitución de la República, ni tampoco contra el espíritu de nuestro sistema socio-político, definido como una Democracia Participativa. Recordemos que en otras democracias participativas es frecuente echar mano de los referendos revocatorios.

Por tanto, le dejo aquí un desafío al régimen, y en especial al compañero Miguel Díaz-Canel. Que se incluya en el próximo Referendo la pregunta de si la ciudadanía considera que el actual gobierno debe seguir a cargo de los asuntos comunes durante lo que le resta de su mandato, o por el contrario, si la Asamblea Nacional, acorde a los constitucionalmente dispuesto, debe revocar al actual Presidente, y en consecuencia a su gobierno.

Si el régimen, y Miguel Díaz-Canel en particular, creen realmente disponer todavía del apoyo mayoritario de la población, pues de seguro adoptarán con entusiasmo esta propuesta. Porque sin lugar a dudas así podrían demostrar irrefutablemente que la oposición a su gobierno solo es asunto de algunos mercenarios desde las redes sociales, o algunos ciudadanos “indecentes”, los cuales sin escrúpulos salen a las calles a tocar calderos y proferir obscenidades por algún que otro cortesito de energía eléctrica, y ausencia de casi todo lo demás.

Nada como una victoria aplastante en un referendo revocatorio para “rasgar las costuras de la manipulación mediática”. ¿Se atreven…?

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