Ir al menú | Ir al contenido



Medicina, Salud, Reformas

La práctica de salud privada en Cuba

Se desconoce cuántos especialistas privados, que brindan servicios de atención de salud, aún continúan ejerciendo en la Isla, pero se estima que son apenas un puñado

Serafín Barca se puso una bata con su nombre bordado en azul en un bolsillo y abrió su consultorio de podología en un popular barrio de La Habana. Por un dólar pasó más de media hora cortando callos y tratando una verruga plantar.

El hombre de 80 años sonriente, delgado y con la espalda erguida es uno de los últimos especialistas en alguna rama de la salud que tiene un consultorio privado autorizado en Cuba, donde desde comienzos de los 60 se prohibió el ejercicio particular en el sector, de acuerdo a un reportaje de Andrea Rodríguez, de la Associated Press.

Pero ahora la Isla debate hasta dónde lo estatal y lo privado deben coexistir luego de que la crisis deteriorara muchos de sus servicios.

“Uno trabaja con más calidad. Si viene un paciente y lo tratas mal y no regresa, te quedas sin él”, dijo Barca a The Associated Press sobre su trabajo como particular.

Es inusual ver en Cuba un consultorio privado de alguna especialidad médica luego de que tras el triunfo de la revolución en 1959 el sistema de salud se estatizó. Muchos galenos abandonaron entonces el país al punto que solo quedaron unos 5.000 a partir de los cuales se formaron los 70.000 con que hoy cuenta la Isla.

Sin embargo, una resolución de 1963 permitió mantener sus despachos particulares a todos los médicos y especialistas de salud que se hubieran recibido hasta ese año.

Se desconoce cuántos de ellos siguen atendiendo, pero se estima que son apenas un puñado.

Algunas personas creen que la práctica privada daría más opciones y mejoraría el servicio de salud al aliviar la carga al Estado, que podría concentrarse en las cirugías y tratamientos complejos que requieren mayor tecnología.

Muchos también se quejan de que la calidad del servicio de salud se ha visto afectada por el envío de médicos a misiones en lugares como Venezuela y Brasil y la emigración que se abrió en los últimos años.

A su vez, las autoridades cubanas suelen cuestionar que muchos profesionales se trasladen a Estados Unidos y otros países en busca de mejores salarios y condiciones de vida, dejando sin estos recursos humanos a la Isla luego de invertir largo tiempo en su formación.

Sin embargo, hasta ahora no hay señales de que las autoridades planeen una apertura para un sector que consideran estratégico y que suele ser elogiado por organismos internacionales por haber alcanzado una de las tasas de mortalidad infantil más bajas del continente y una alta expectativa de vida.

“Tengo necesidad de atender mis pies. Podría ir al policlínico, pero las veces que fui... ellos dicen que no tienen materiales”, dijo a AP Martha García, una jubilada de 72 años que visita a Barca desde hace más de una década. “Pudiera existir (la consulta privada) para optometristas, fisioterapia y otros. El Estado tendría un alivio para ocuparse de lo más complicado”.

Para Mayra Hernández, quien vive a varios kilómetros del consultorio decorado con títulos y reconocimientos enmarcados junto a una foto de Ernesto “Che” Guevara, ver a Barca es una necesidad que vale la pena el sacrificio del viaje y el pago de los honorarios.

“Este es el mejor podólogo de la ciudad de La Habana y de toda Cuba. Hay el servicio (en los hospitales estatales) pero no tienen la calidad”, explicó la trabajadora de un hotel de 55 años y recordó que una vez en un centro estatal de salud “salió el especialista y dijo ‘tengo cinco bisturís y nada más’”.

El gobernante Raúl Castro inició en los últimos años una serie de cambios en el modelo económico para darle mayor eficiencia, pero manteniendo la prioridad de las empresas y servicios estatales. Así permitió la iniciativa privada para rubros que van desde las cafeterías hasta la albañilería y las cooperativas de peluqueros o transporte. Pero los profesionales como los ingenieros, abogados o arquitectos siguen sin poder trabajar de manera particular.

El servicio de salud estatal cubano contempla desde la atención de un podólogo hasta complejas cirugías neurológicas y trasplantes de órganos.

Sin embargo, la falta de percepción de cuánto le cuesta al Estado, el abuso por parte de los pacientes y la crisis económica que atraviesa la Isla obligaron a las autoridades a lanzar campañas de concientización.

En algunos consultorios de la familia —la unidad de atención primaria— y en centros especializados se pueden ver carteles con la consigna “Tu servicio de salud es gratuito, pero cuesta”. En la televisión se transmiten publicidades y algunos pacientes recibieron facturas simbólicas luego de realizarse alguna intervención.

Las consultas médicas en Cuba tienen precios muy bajos en relación con las de otros países de la región. Según indicó el Estado en sus carteles de concientización una radiografía ronda los cuatro dólares, una resonancia magnética unos $32 y una cirugía de vesícula biliar alrededor de $36. Sin embargo, aun así, son muy onerosas para un ciudadano que gana un salario de promedio de $20.

Por lo pronto Barca tiene tantos pacientes como puede tomar y su consultorio está siempre repleto.

“A mí me gusta mi profesión. La vista la tengo bien y el pulso también”, dijo en su pequeño salón con un sillón reclinable y muebles con gavetas que parecen de los años 50 cubiertos de bisturíes y cremas, muchas de las cuales trajo de sus viajes al exterior adonde viven sus dos hijos.

Barca atiende cuatro días a la semana durante siete horas y los turnos son tan solicitados que debe rechazar pacientes hasta que alguno se dé de baja.

El especialista tenía 23 años cuando la revolución de Fidel Castro llegó al poder. Aunque había trabajado desde que era un adolescente en diferentes rubros el hallazgo de su profesión fue casual: ese 1959 pasó frente a un mural que convocaba a jóvenes a formarse como “quiropedistas”, como se denominaba entonces a la especialidad[1].

“Egresé precisamente en el 63, el Estado estaba dando locales y yo solicité este mismo que usted ve”, comentó el podólogo que vive detrás del consultorio. “A todos los que tenían consulta privada los dejaron trabajar hasta que se jubilaran o murieran. Aquí estaré hasta que me muera”.


[1] Hay una diferencia fundamental entre podólogo y quiropedista. La podología es una carrera universitaria, mientras que la quiropedia es un oficio que se aprende a través de cursos y talleres prácticos que permiten conocer las técnicas para el mejoramiento de los pies.

La quiropedia se encarga principalmente del corte de las uñas de los pies, y el cuidado de la piel, de los dedos y el talón y la planta, así como de la eliminación de callos, asperezas y resequedad.

La podología es una sub especialidad de la medicina, que se encarga del tratamiento de las malformaciones y demás afecciones del pie que requieran o no una cirugía menor.

Según lo que manifiesta el propio Barca, sobre su historia laboral y el tiempo que le llevó graduarse, cabe la duda de si él sería en realidad un quiropedista, y no un podólogo. Es decir, no es un médico. También de acuerdo a la descripción de sus labores, su práctica parece más bien la de una quiropedia.

Mientras esta distinción existe en la práctica, no resulta así en cuanto al lenguaje admitido.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no admite la palabra quiropedista.

Según el Diccionario, la podología es la rama de la actividad médica, que tiene por objeto el tratamiento de las afecciones y deformidades de los pies, cuando dicho tratamiento no rebasa los límites de la cirugía menor.

Un podólogo es un especialista en podología.

(Nota de la Redacción de Cubaencuentro)

© cubaencuentro

Subir