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Actualizado: 28/03/2024 20:04

Economía, Reformas, Cambios

Micro empresarios cubanos buscan asociarse

Los trabajadores independientes en Cuba cuentan con pocas protecciones legales, no tienen acceso a un mercado mayorista, ni capacidad de importar o exportar

Por las noches La Guarida, el Café Laurent o RíoMar suelen estar abarrotados de elegantes comensales ubicados en sillas de diseño ante mesas cubiertas con finos manteles blancos. Su sofisticación y sus cartas con platos de mariscos por $20 son un atractivo para los turistas, diplomáticos y cubanos adinerados, informa la AP.

Surgidos tras las tímidas reformas aperturistas en la Isla, muchos hablan de esos restaurantes más selectos de Cuba por donde pasaron Madonna y Beyonce. Sin embargo, pocos se fijan cómo esas medidas también impulsaron a miles de pequeños emprendedores que no facturan en un mes ni el 10 % de lo que aquellos en un día.

Ahora un puñado de esos micros empresarios busca formar la primera asociación privada de Cuba y pide al Gobierno que se la legalice.

“Queremos ayudar a los ciudadanos, a los emprendedores menos agraciados económicamente”, dijo a The Associated Press Edilio Hernández, uno de los asesores de la agrupación. “Es un proyecto que me gusta y yo como abogado sé las lagunas (legales) que hay para estos sectores”.

La Asamblea Nacional del Poder Popular, el órgano legislativo, aprobó una serie de documentos que serán la hoja de ruta de nuevas reformas, entre ellas la autorización para la pequeña y mediana empresa. Aun así, el proceso para hacerla efectiva podría tardar.

Hernández, quien sacó también una licencia para operar como transportista, explicó que el grupo presentó en febrero los documentos para su inscripción ante el Estado bajo la ley de asociaciones. Aunque el tiempo para la respuesta oficial venció aún le quedan varias instancias a las que apelar.

Según un reporte oficial, 2016 cerró con 535.000 licencias de cuentapropistas en las 200 categorías permitidas por las autoridades, cinco veces más que los autorizados antes de 2010. A ellos se deben sumar las miles de personas que trabajan sin estar inscriptos o pagar impuestos. Los más representados son los productores de alimentos, los transportistas y los arrendadores de habitaciones.

La inmensa mayoría de los casi cinco millones de trabajadores en Cuba siguen laborando para el Estado y los independientes cuentan con pocas protecciones legales, no tienen acceso a un mercado mayorista, ni capacidad de importar o exportar.

Aunque el propio Hernández reconoció que el nombre elegido para la organización, Asociación de Hombres de Negocios, suena rimbombante pues se trata de aquellos con modestos establecimientos e ingresos humildes, el abogado aseguró que servirá para llamar la atención sobre los nuevos emprendedores cubanos que sobreviven en un país sin cultura jurídica ni fiscal.

Pero en Cuba, donde cualquier tipo de asociación independiente del Estado puede ser mal vista y sin autorización gubernamental no se puede operar, los líderes del grupo —algunos de los cuales tuvieron actividad política opositora en el pasado— reconocieron que sus colegas microempresarios se muestran recelosos.

“Algunos se nos acercaron muy interesados, pero no quieren pertenecer hasta que estemos aprobados. Muchos realmente entienden que hace falta un faro, alguien que los ayude”, dijo Hernández.

Otro de los organizadores de la agrupación, Rodolfo Mariño —quien tiene una licencia de constructor, trabajó como contratista del Estado y le gustaría montar una fábrica de mosaicos— indicó que para reclutar a sus miembros tuvieron que tocar puerta por puerta.

“Esperamos poder empujar el desarrollo del país”, comentó Mariño.

El presidente del grupo, Mateo Moreno, es un vendedor de confituras a quien los inspectores en una ocasión le decomisaron mercadería.

Moreno aseguró que en estos meses unos 90 emprendedores de varias provincias se acercaron atraídos por la propuesta de asesoría, capacitación y eventualmente financiamiento.

“Al final la gente ve en la asociación una alternativa que los defienda”, agregó Moreno, quien desestimó por la propia naturaleza independiente del sector que estos empresarios pequeños sean captados por los sindicatos oficiales, un programa que las autoridades comenzaron a desarrollar en los últimos años.

En 2010 el presidente Raúl Castro comenzó a aplicar una serie de reformas que buscaban darle mayor eficiencia y productividad a la economía isleña en el marco de una crisis que en los últimos años se agudizó por la caída del precio del petróleo y los problemas políticos en Venezuela, el aliado más cercano de la Isla.

Afiladores de cuchillos, peluqueros, maestros de idiomas, fabricantes de caramelos o helados, carpinteros y distribuidores de muebles, cocineros que entregan platos a domicilio, productores de hielo, transportistas, albañiles, plomeros, tapiceros o vendedores de maní auto empleados se convirtieron en actores económicos; mientras que ingenieros, abogados y otros egresados universitarios se quejan de que solo pueden ejercer su profesión a través de entidades estatales.

Aunque inicialmente las reformas económicas fueron rápidas —e incluyeron otras medidas como la normalización del mercado inmobiliario o la entrega de tierras en usufructo— en al menos un año no se habían producido novedades hasta que en las últimas semanas las autoridades comenzaron a dar pequeños pasos.

A comienzos de mayo, el Estado abrió en el polo turístico de Trinidad un almacén que permite comprar en grandes cantidades y mediante contrato a los cuentapropistas —sobre todo a los que tienen emprendimientos ligados al turismo—, aunque todavía no es una tienda con precios mayoristas sino con ofertas por compras a granel.

Otro similar se inauguró en la localidad de Viñales y se sumarán comercios de este tipo —llamados localmente “merca-hostal”— en Baracoa, La Habana y Villa Clara.

Pese a que la diferencia de precios no es notable con los minoristas —también del Estado— desahoga la presión sobre los pequeños mercados que usa la población y se veían arrasados por los nuevos negocios.

En otra de las áreas donde el sector no estatal creció, el transporte, también se están sintiendo movimientos.

En febrero las autoridades pusieron un tope a las tarifas de los “boteros” o taxis colectivos que recorren La Habana y en mayo se anunció un nuevo servicio mediante una cooperativa de estos vehículos. En tanto, a los propietarios de viejos automóviles de los años 40 y 50 se les prometió a futuro combustible y piezas a cambio de que cumplan con los pagos y las rutas.

En este marco la autorización para una asociación independiente de emprendedores, consideró Hernández, sería un termómetro para la Isla.

“Aspiramos a que nos aprueben, sino estamos en manos del Estado que nos consideraría ilegales”, explicó. “Si finalmente nos autorizan será una señal de nuevos tiempos”.

© cubaencuentro

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