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Actualizado: 27/03/2024 22:30

Relaciones Cuba-EEUU, Embargo

Oficial estadounidense recomienda con urgencia la modificación de la política de EEUU hacia Cuba

El autor advierte en las conclusiones de su informe: “Si el Gobierno de Cuba gana patrocinio suficiente u obtiene la independencia económica, podría volverse realmente insensible a la influencia económica, moral e internacional de los EEUU”

El comandante Carlos A. Iglesias de la Fuerza Marítima estadounidense ha elaborado un informe, titulado “United States Security Policy Implications of a Post-Fidel Cuba” (Implicaciones de una Cuba post-Fidel para la política de seguridad de Estados Unidos), en el que advierte que la política de su país hacia la Isla perdió hace ya mucho tiempo su “efectividad” e “iniciativa creativa”, comenta hoy el periodista Tracey Eaton en su bitácora Along the Malecon.

El informe, de 44 páginas, divulgado por el Servicio de Información Técnica Nacional (NTI, por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio de EEUU y fechado el pasado 3 de octubre, señala que los esfuerzos para derrocar al régimen cubano y apoyar al pueblo de la Isla han resultado “contraproducentes”, pues tras cada acción acometida por EEUU el “Gobierno revolucionario” ha salido “más fuerte y atrincherado políticamente”.

No obstante, advierte que los cambios recientes en Cuba dan paso, por primera vez, a oportunidades “únicas” para hacer progresar los objetivos de la seguridad nacional estadounidense respecto a la Isla.

El informe señala, sin embargo, que mientras algunas de esas oportunidades están desapareciendo con rapidez, otras resultan inevitables en tanto “soluciones biológicas” a un cambio en “la dirigencia geriátrica de la Isla”, por lo que el Gobierno de EEUU deberá contar al menos con otra sucesión o transición en la próxima década.

El texto, que tiene como objetivo final hacer recomendaciones sobre el tema de la política de seguridad nacional de EEUU en el marco de una Cuba post-Fidel, sostiene que dicha política a lo largo del último siglo ha sido implementada con esfuerzos para aislar al régimen que han conducido al fracaso.

Por primera vez en casi cinco décadas y a pesar de que la salida de Fidel Castro del poder solo ha implicado una “cesión del gobierno despótico a su hermano Raúl”, “las cosas están cambiando y nuevas puertas se abren a la política estadounidense a corto plazo”, afirma.

Tras la desaparición de la Unión Soviética, la literatura que abordaba el final de Castro planteaba varios escenarios: sucesión, donde Raúl Castro retenía el poder y daba continuación a alguna versión de dictadura comunista; gobierno militar, con el reemplazo de los Castro por una junta militar o dictadura, quizá compartiendo el control con el Partido Comunista de Cuba; y un levantamiento de carácter democrático, al estilo Europa occidental o Primavera Árabe; indica el informe.

Pero todas las previsiones, resultaron prematuras, añade. Al final, lo que se impuso fue la sucesión, después de la cual el hermano menor ha ido sentando las bases de “su propia versión de revolución cubana”.

En este contexto, el oficial retoma en el texto los tres escenarios y los actualiza:

- Sucesión, en la que Raúl Castro transfiere el poder a su hijo, Alejandro Castro Espín, y que Iglesias considera el menos previsible, pero cuyas implicaciones para la política de seguridad estadounidense quedarían poco claras, pues se desconoce cómo actuaría el “delfín”.
- Gobierno militar, impuesto por las Fuerzas Armadas Revolucionarias, probablemente con la anuencia y colaboración del PCC. Su creciente poder económico, le permitiría concretar la supervivencia de las instituciones gubernamentales que, fortalecidas, conseguirían impedir los errores que condujeron a las implosiones ocurridas en los estados comunistas de Europa.

El escenario anterior brindaría, una vez desaparecidos los Castro, un espacio a la política estadounidense, hasta ahora negado por regulaciones y leyes anti-Castro. Desde el punto de vista de la defensa, la capacidad nominal de las FAR continuarían representando una amenaza poco relevante para EEUU en el futuro. Al final, esta posibilidad tendría implicaciones “algo favorables” para la seguridad nacional de EEUU.

- Levantamiento de carácter democrático, que constituye, desde la perspectiva del autor, una “confusa paradoja”. “Aunque tendría resultados estratégicos óptimos para la Isla y EEUU a largo plazo, representa el peligro más importante a corto plazo para el pueblo cubano y los intereses nacionales de Estados Unidos”, señala.

Implicaciones

Finalmente, el autor delinea las implicaciones que tendría una era post-fidel en la política estadounidense a partir de “cuatro intereses nacionales permanentes” que constituyen los pilares del enfoque estratégico estadounidense para la consecución de los objetivos nacionales: la “seguridad” de los ciudadanos, la “prosperidad” del país, el respeto por los “valores” universales, así como el orden internacional, en tanto EEUU “reconoce” que para lograr resguardar los tres anteriores lo mejor que hace es “promover acciones conjuntas para enfrentar retos comunes”.

Desde el punto de vista de la “seguridad”, Iglesias desestima el poder actual de las FAR, debido a los medios “austeros” con que cuenta la institución militar. “Las FAR”, apunta, “han sido relegadas a poco más que una fuerza ‘residual’ y ‘defensiva’, que no supone ninguna amenaza para la seguridad de EEUU u otros países del hemisferio en un futuro predecible”, indica. ( aunque reconoce que “continúa cortejando reemplazos para el antiguo patrocinio soviético”. El candidato más obvio, asegura, es Rusia: “la alianza entre los dos países contra EEUU continúa teniendo un fuerte atractivo geo-político para ambos”, indica. Menciona además a China, subrayando los acuerdos para favorecer el sector petrolero en la Isla, entre otros; y termina aludiendo a Irán: las relaciones entre ambos países se han intensificado en las últimas décadas, señala.

Estos tres países, asegura el autor, sí desearían contar con un aparato de seguridad que haya penetrado EEUU como lo ha hecho Cuba. “Debido al relativo bajo costo del espionaje centrado en el personal, el Gobierno de los Castro ha logrado una capacidad excepcional en esta amenaza”, añade. “Dicha amenaza permanecerá mientras los Gobiernos de Cuba y EEUU sean adversarios y solo podrá intensificarse si resulta suficientemente deseado por potenciales patrones internacionales”, señala Iglesias, citando a otros analistas.

Añade, también en el tema de la “seguridad”, que la permanencia o no de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo constituye “un área madura para el futuro mejoramiento de las relaciones” entre ambos países, sin que ellos suponga una amenaza para EEUU.

Pero el oficial coincide con otros expertos y políticos en que la mayor amenaza para la seguridad de su país es un éxodo masivo e incontrolado hacia EEUU, que incluso en una “Cuba Libre”, continuaría siendo una de las mayores preocupaciones para la política estadounidense.

El comandante Iglesias menciona también el intercambio entre los dos países a nivel militar —el General retirado Sheehan y otros oficiales han ampliado la cooperación, con visitas a la Isla—, que alcanzó su cénit cuando Raúl Castro declaró que los prisioneros de Al Qaeda en Guantánamo que escaparan hacia la Isla serían devueltos a las autoridades estadounidenses. “En ausencia de lazos diplómáticos (…), estos intercambios entre militares han resultado ser una forma de diplomacia silenciosa”, añade.

Termina por analizar la lucha contra el contrabando de drogas, como otro sector de cooperación que sirve a los intereses de seguridad tanto de Cuba como de EEUU.

En cuanto a la “prosperidad”, el autor señala que la política estadounidense desafortunadamente subordina los beneficios económicos a la sanción punitiva. Con ello pasa por alto que los intereses nacionales de EEUU están mejor servidos con una Isla fuerte desde el punto de vista económico. Añade que el comercio con una Cuba Libre sería lo ideal para ambas naciones, aunque también el intercambio con un país “menos que democrático”, pero económicamente liberal, también generaría beneficios mutuos. En este sentido, señala la biotecnología, el turismo y otros, como posibles campos de intercambio comercial.

La promoción de los “valores” ha estado implícita en la política de EEUU hacia la Isla desde la guerra de independencia cubana, indica el autor. También aquí el mejor escenario sería el de una Cuba Libre, pero “los estados autoritarios se oponen diametralmente” a derechos como la libertad de expresión, de asociación, de culto, dado que su supervivencia depende de mantener a los pueblos sometidos, dice Iglesias.

Un enfoque para crear espacios políticos donde poder avanzar en los valores de las libertades sería persuadir al gobierno totalitario de que posee un exceso de capital político que, bien invertido, podría redundar en grandes beneficios a nivel de sociedad. El autor asume que el pueblo intensificará su demanda de libertades, si se le “recuerda” la importancia de éstas.

En el contexto internacional, el rechazo a las sanciones económicas impuestas por EEUU a Cuba representa un obstáculo para el desarrollo de la política estadounidense de seguridad nacional, lo que resulta evidente en las resoluciones casi unánimas emitidas por las Naciones Unidas en doce años consecutivos, señala el informe.

Asimismo, España y otros países de la Unión Europea piden suavizar las sanciones, aludiendo a razones pragmáticas, como que “hasta ahora no han funcionado”.

También en América Latina, la postura de muchos países hacia Cuba está cambiando, señala el autor, y pone de ejemplo cómo los dos más extensos del continente, México y Brasil, han indicado su deseo de forjar nuevos lazos con el Gobierno de la Isla tras la retirada del poder de Fidel Castro.

Un enfoque en este asunto sería coordinar acciones indirectas con otros Estados interesados en Cuba, como los dos antes citados. Como mínimo, indica, los intereses estadounidenses estarían siendo defendidos al obtener información, de otros, sobre lo que ocurre en la Isla, por ejemplo, mientras influencias antinorteamericanas, como la de Hugo Chávez, quedarían desplazadas. EEUU podría, además, mejorar su presencia diplomática en Cuba.

Recomendaciones

El autor subraya en su informe la urgencia de modificar la política estadounidense desde el punto de vista militar, en primer lugar, pues Cuba no ha asegurado aún soporte o patrocinio que pueda otorgarle la prominencia perdida en este sector.

Asimismo, debe adecuarse a los cambios que ha experimentado la comunidad cubana exiliada en EEUU, muchos de cuyos miembros otorgan hoy mayor prioridad a la normalización de las relaciones diplomáticas con la Isla.

Añade que, para éstos, EEUU puede desempeñar un papel más positivo ayudando al pueblo a crear las condiciones para el cambio democrático desde la propia Isla.

Por último, la influencia y legitimidad internacionales de EEUU tendrían mucho que ganar, dice el informe, con un enfoque menos unilateral y más inclusivo. Sus respuestas a las resoluciones antiembargo de Naciones Unidas han sido devueltas como un boomerang y su retórica ha resultado un desperdicio de capital político.

Pocos han sido los objetivos nacionales conseguidos con esta política y, tras analizar los costes y los beneficios para la política exterior de EEUU, los resultados continuarán siendo en exceso desfavorables, si no sencillamente contraproducentes, afirma el Comandante estadounidense.

El autor advierte en las conclusiones de su informe: “Si el Gobierno de Cuba gana patrocinio suficiente u obtiene independencia económica, podría volverse realmente insensible a la influencia económica, moral e internacional de los EEUU”.

Según el documento, este informe forma parte de los requisitos para el Máster en Estudios Estratégicos, que cursa el comandante Iglesias en el United States Army War College.

Los puntos de vista expresados en este trabajo de investigación no reflejan la política oficial del Ejército, el Departamento de Defensa, ni del Gobierno estadounidense.

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