El realizador español Emilio Gutiérrez Aragón está rodando en la Isla el documental Música para vivir, sobre el devenir del jazz en La Habana en los últimos sesenta años, informó EFE.

Con guión del periodista español Mauricio Vicent, el documental recorre de la mano de Roberto Manzano, de 72 años, Juan Picasso, de 78, y otros bailarines, algunos rincones que en los años cincuenta cobijaron a los amantes del jazz.

"Es una historia de la amistad a través de la música, o de la música a través de la amistad. En Cuba, la música es mucho más que música, es una manera de vivir, y eso es lo que pretendemos sacar", dijo Gutiérrez Aragón en una entrevista.

En el documental colaboran también cuatro realizadores cubanos. Rebeca Chávez dirige el capítulo dedicado al feeling; Pavel Giroud, el de jazz latino; Arturo Soto se encarga de la fusión, y Patricia Ramos, de la música tradicional.

Se incluye asismismo un diálogo entre Chucho Valdés y Pablo Milanés sobre las influencias y orígenes del jazz.

Del capítulo general se ocupa Gutiérrez Aragón, quien opina que Música para vivir no es un repaso de actuaciones y autores, sino algo más "testimonial", la versión de una "música tejida con la vida".

Además del documental, están previstos cuatro capítulos para Televisión Española centrados en ritmos particulares.

Manzano recordó a Gilberto Torres, un hombre que hizo de su casa una meca para que los que "vagaban" en La Habana de los cincuenta encontraran una especie de hogar para bailar.

"En los años sesenta era un poco complicado, hubo una pequeña etapa en que la música norteamericana la consideraban como una penetración ideológica, cosa con la que nunca estuvimos de acuerdo por la sencilla razón de que la música no tiene fronteras ni tiene idiomas", dijo.

El regreso a La Habana de aquellos años, no dejó de ser "un poco deprimente". "Porque el tiempo y la falta de mantenimiento han destruido" los apeaderos en que bailaban, según Picasso.

Manzano y Picasso comentaron que han pasado años de pelear para entrar en teatros y festivales de jazz, pero no los invitan, ni les dan credenciales, aunque ellos siguen insistiendo.

"Nosotros conocemos el jazz desde Frank Emilio, que tocaba con Tata Güines, y Bebo Valdés, Israel Cachao López", dice Manzano.

Ambos sienten "satisfacción" por ver cómo el jazz tiene un lugar de honor entre los ritmos que jalonan la música cubana y confían en que algún día se les recuerde "como los que sembraron la semilla".

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