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Actualizado: 25/04/2024 19:17

Cultura

Novela de Abilio Estévez es un canto a la nostalgia y un homenaje a Barcelona

Es la primera novela que Estévez escribe desde que se afincó en Barcelona

Abilio Estévez, escritor cubano radicado en Barcelona, convierte su última novela, El bailarín ruso de Montecarlo, en un homenaje a su ciudad adoptiva y en un canto a la nostalgia, un sentimiento define en estos términos: "Siento nostalgia de todo, hasta de lo que no conozco".

"Creo que la vida siempre es mejor donde no estoy", observó Estévez durante una entrevista con Efe, en la que opinó que el deseo de huir es algo que tiene en común con los personajes de sus novelas: "Mis personajes siempre están buscando otra realidad que, si no es la geográfica, es cultural".

Así, Constantino Augusto de Moreas, el protagonista de la última novela de Estévez, decide no presentarse a un congreso sobre José Martí que se celebra en Zaragoza (España) y huye a Barcelona con unos $405 en el bolsillo, un tomito reducido de las Memorias de ultratumba de Chateaubriand y la melodía de Elpájarode fuego de Stravinski en la cabeza.

El protagonista de El bailarín ruso de Montecarlo, que publica la editorial Tusquets, es "un hombre al que la vida no ha tratado bien y que ha hecho de la cultura su modo de vida" y que huye de su propia vida, algo de lo que es imposible huir, según Estévez.

Al igual que en novelas anteriores ―como Tuyo es el reino, Los palacios distantes y El navegante dormido―, los personajes de Estévez escapan de una realidad que les agobia o que no pueden afrontar.

La huida de sus protagonistas es hacia el norte, porque, según observa con cierta ironía Constantino, "para un cubano el triunfo se halla inevitablemente en otro lugar, con frío. Inversamente proporcional: a menor temperatura, mayor triunfo", y, "si se hace preciso prender la chimenea, es la apoteosis de la prosperidad", reflexiona el protagonista.

La primera novela que Estévez escribe desde que se afincó en Barcelona es también un homenaje a la ciudad que, según él, le salvó la vida.

"En Barcelona uno puede ser libre, y esa sensación no la tienes en La Habana", dijo el escritor, que en su ciudad se sentía siempre vigilado.

El escritor cubano tampoco descarta irse de Barcelona: "El camino es hacia adelante, puede que un día eche a andar hacia Montecarlo y no pare hasta Bucarest", dijo.

© cubaencuentro

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