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Actualizado: 17/05/2024 12:58

CON OJOS DE LECTOR

Una novela que suscitó polémicas (II)

Aunque tuvo una recepción favorable, no faltó quien calificara 'Paradiso' como una exhibición circense de erudición y una obra que se regodea en desviaciones y vicios.

En su número de julio 8, la sección Arte y Literatura de la revista semanal Bohemia se abría con una nota en la que se podía leer: "La novela de Lezama Lima se ha convertido en la pieza literaria más discutida de los últimos tiempos, y por una paradoja muchos de sus lectores lo son sólo de uno o dos capítulos. Para unos se trata de una obra maestra de nuestra literatura, para otros, el voluminoso libro no pasa de pura pornografía (…) Ahora reunimos dos opiniones discordantes en torno a Paradiso. De esta forma consideramos cerrada ya toda polémica sobre la novela. Corremos el peligro de que los lectores escriban más de Paradiso que el propio autor".

El primero de esos trabajos, que llevaba como título el de la novela, estaba firmado por Loló de la Torriente (1907-1985). Ésta señala al inicio del mismo que se trata de una obra "en cuyo subsuelo palpita una cultura extraordinaria, un impulso creador verdaderamente avasallador y una acumulación de datos que sorprende y, todo, dominado por una vocación sostenida al servicio de un ideal estético y por un método de trabajo riguroso y exhaustivo". Reconoce que por su estructura y estilo, Paradiso es una novela difícil de leer, y "hay que disciplinarse para penetrarla y comprenderla. No se entrega sola aunque es muchísimo menos hermética que la poesía del autor y es, en muchos capítulos, una narración nítida aunque las imágenes, los símbolos, los sueños y metáforas, la atraviesan constantemente".

Observa que la técnica narrativa utilizada por Lezama Lima es ajena por completo a "la usual (naturalista o realista) de conducir el relato como espina dorsal de la literatura". Hace notar que fuera de la trama los contextos conforman un cuerpo que podría desgajarse del árbol sin que éste perdiera su frondosidad, pero hay también otros capítulos que no pueden leerse aislados ni expurgarse porque solos pierden su representación y significado.

Se refiere luego a las críticas que se le han hecho a Paradiso como novela, basadas en que el relato o la acción son secundarios y estilizados sólo para enhebrar cierta animación a subjetividades y sugerencias del autor. En tal sentido, Loló de la Torriente comenta que en la actualidad la novela ha devenido una composición enriquecida por la filosofía, la leyenda, la poesía y la vida total integrada en una atmósfera propia que articula la trama narrativa. Y sostiene que "en principio es a esta creación integral a la que tiende Paradiso, en la que juega papel importantísimo un estilo literario bellísimo, una sustancia filosófica muy variada y nutrida, una exposición conceptual novedosa y hasta audaz y un ambiente nacional cubanísimo capaz de palparse, saborearse y oírse permeado en las latitudes".

Define a Paradiso como la novela cíclica de una vida en formación. Se detiene en las etapas de los personajes. Sintetiza su trayectoria, que para ella es "la órbita de recorrido que sigue una elíptica ascendente hacia la claridad y la vida espiritual". En cuanto a los valores estéticos, expresa que "hay que destacar la suntuosidad del estilo que es de la mejor calidad con pasajes de gran inteligencia y belleza, y quien sepa leer notará las diferencias esenciales de la técnica, de las armonías, de las sustancias y estatismos, en general, que algunas veces reclaman gran espacio para su extensión adecuada y otras, en cambio, se manifiestan, en toda la majestad del lenguaje, en líneas muy breves".

Reproduce después fragmentos de descripciones y diálogos, y dice que el léxico y la morfología desplegados por el escritor merecen un estudio aparte. Acerca de la prosa lezamiana, dice que no pocas veces "recuerda a los grandes clásicos por su tersura y sencillez; otras, a los barrocos cuando crece la complicación y disminuye la claridad, cuando metáforas e hipérboles forman un mosaico de adorno, un caos de ornamentación, pero como Lezama es un taumaturgo de las letras recrea, también, en el simbolismo como un maestro. En cada línea se encontrará su estilo. Ha empleado 'su' manera según lo narrado o tratado".

Éstas son las palabras con las cuales Loló de la Torriente termina su artículo: " Paradiso podrá o no gustar. Hay quien se aburre con Beethoven o Stravinsky y se disloca por la música popular y hay quien no entiende a Picasso y se arroba con las vírgenes de Murillo. Sobre gustos nada es definitivo pero la novela de José Lezama Lima representa un serio y responsable esfuerzo a favor de la 'poetización total del mundo' y un aporte muy considerable al patrimonio cultural de raíz americana".

El otro comentario se titula "El infierno de Paradiso" y lo redactó alguien que firmaba como Juliosvaldo. Inicialmente y dado su contenido, pensé que se trataba de un seudónimo. Pero después hallé trabajos suyos en otros números de Bohemia, así como en el diario El Mundo. En este último firma Juliosvaldo Don, y gracias a la ayuda de la investigadora Cira Romero he podido averiguar que su nombre completo es Julio Osvaldo Don Montalvo y que nació en Camagüey. Una vez identificado, paso a resumir sus juicios sobre el libro de Lezama Lima.

El susodicho empieza por calificar Paradiso como "la gran aventura temeraria de un poeta en el mundo de la novela, que arriesga en una sola jugada todo lo conquistado, y que apuesta sin mesura el reinado de sus imágenes hiperbólicas, forjadas con la precisión metafórica de un orfebre satánico". A continuación expresa que Lezama Lima "utiliza la novela para brindarnos una exhibición circense de su innegable erudición, donde hace juegos malabares con el lenguaje, hasta abrumarnos bajo el fárrago implacable de un vocabulario capcioso". Cita a Oscar Wilde ("Un libro está bien o mal escrito, puede ser bello o no bello"), para deducir que " Paradiso es un libro bien escrito, pero no es un libro bello".

Una lectura que se hace desesperante

Admite que es una obra muy bien meditada y producida en plena madurez literaria. Señala los puntos de contacto que posee con En busca del tiempo perdido, y afirma que en ella Lezama Lima "quiso crear un cosmos, y no pudo obtener sino el caos". De acuerdo a su criterio, los valores de la poesía del autor no aparecen en Paradiso, lo cual lo lleva a expresar que "esta creación habrá que restársela a la hora del recuento final. Thomas Mann tuvo también su momento desafortunado cuando escribió Muerte en Venecia". Insiste más adelante sobre este punto, y estima que Paradiso es "un lastre dentro de la obra literaria de Lezama Lima".

Pasa entonces a ocuparse de los defectos, y sostiene que en la novela "se pierde el hilo de la narración por los laberintos inhóspitos de la anfibología del lenguaje, haciendo de Paradiso una lectura desesperante". Reconoce, no obstante, que "a ratos nos encontramos con un oasis de calma en la lectura, cuando el autor se decide a narrar con soltura e indiscutible maestría algunas partes de la novela, como la muerte de Andresito y la enfermedad del Coronel; pero esto no dura mucho, pues no tarda en volver a seguir atosigando al lector con un vocabulario ingrato". Alude a la "insultante cultura" que el autor demuestra a lo largo del libro, pero comenta que se olvida de que "en literatura es tan malo no llegar como pasarse".

Juliosvaldo dedica buena parte del espacio al tratamiento del tema sexual que se hace en la novela. Se detiene, como era de esperar, en el capítulo VIII y, también, en personajes como Farraluque, Leregas, Daisy y su hermano George, el Padre Eufrasio, Fileba y su madre, quienes "constituyen los integrantes de esta Corte de los Milagros de homosexuales". Todos son, opina, "los personajes más repulsivos de toda la literatura contemporánea, como creaciones antiestéticas". Expresa asimismo que al describir detalladamente "sus desviaciones y vicios, comete Paradiso una de sus faltas más graves, pues el regodeo deliberado y descarnado de los hechos que todos protagonizan, hiere a fondo al más impávido, y todos ellos no aportan nada a la cristalización de la novela como obra de arte".

Menciona a Foción y Fronesis, como otros dos personajes que Lezama Lima emplea "maquiavélicamente para las disquisiciones a favor del amor griego". Se refiere también a la angustia de José Cemí, que "late a todo lo largo de Paradiso, rebasando los límites del libro para enterrarse como dardo candente en la sensibilidad del lector". Sostiene Juliosvaldo que el autor usa "su genio creador, que es sagrado, en defender una causa que de antemano está perdida, porque aunque recorra todo el curso del río de la historia de la humanidad, rebuscando ejemplos de homosexualismo para demostrar de dónde arrancan sus raíces, ha olvidado que las costumbres practicadas como normales en otros tiempos y en otras latitudes, la civilización ha ido marginándolas y las execra como un verdadero crimen contra natura. Inclusive entre los animales, de la escala inferior, existe cierta disciplina en este sentido, pues cuando un macho acepta los favores del líder del grupo, es repudiado por el resto de la manada".

Escribe después algo que muchos lectores no deben haber comprendido muy bien, pues alude a algo que no figura en la novela. Tiene que ver con la afirmación de Havelock Ellis de que el 75% de los ingleses han tenido prácticas con personas de su mismo sexo. Eso lleva a Juliosvaldo a decir: "Podría el ilustre sexólogo llegar al ciento por ciento de sus averiguaciones, y no por esta razón dejarían de ser sus entrevistados los habitantes de un mundo sórdido y sucio". Havelock Ellis (1859-1939) fue un doctor y psicólogo sexual inglés que escribió, junto con John Addington Symmonds, el libro Sexual Inversion (1897), el primer estudio médico publicado en ese idioma sobre el homosexualismo. Allí, entre otras cuestiones, se niega que ésta sea una enfermedad, y se afirma que tampoco debe considerarse un crimen o algo inmoral.

Juliosvaldo apela a José Antonio Portuondo, para quien someter una obra a la confrontación con el pueblo es la prueba de fuego. Y afirma que no cree que Paradiso pudiera pasarla. Agrega que, para defender este hijo suyo, Lezama Lima tiene como escudo su poesía y su nombre; y anota que "ha hecho gala de un gran valor para publicar una obra de poco valer". Considera, finalmente, que Paradiso es un intento de escribir "una novela nueva, pero glorificando costumbres viejas". Un libro que "trata de incorporarse en medio de los estertores de las costumbres de un pasado, que ha evolucionado biológicamente en una forma normal, de una manera feliz, por el buen sentido de la civilización moderna".

Hasta aquí esta revisión de las primeras reacciones críticas que tuvo Paradiso entre los compatriotas de su autor. Hubo otras, pero aparecieron más tarde. Como me he limitado a los cubanos, no me referí al ensayo de Julio Cortázar Para llegar a Lezama Lima, que se publicó por primera vez en la revista Unión (octubre-diciembre 1966) y que tanto contribuyó a la proyección internacional de Lezama Lima. Después fueron sumándose en los años inmediatos otros trabajos, entre los cuales es de rigor mencionar los de Emir Rodríguez Monegal ( Mundo Nuevo), Luis Cardoza y Aragón ( Marcha), Jorge Edwars ( Ercilla), Juan Carlos Ghiano ( Sur), Carlos Monsiváis ( Revista Universitaria de México), Francisco Urondo ( Índice) y Mario Vargas Llosa ( Amaru). Pero ése es ya otro capítulo del eco que tuvo la novela, y corresponde a otro escribirlo.

© cubaencuentro

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