Béisbol
“No estoy pensando en los millones, juego por un pueblo”
Muchas personas, tanto dentro de Cuba como fuera, deben quedar sorprendidas con este desmentido del lanzador Ismel Jiménez
Con esta frase y otras semejantes el beisbolista cubano Ismel Jiménez, quien forma parte del equipo de Sancti Spíritus, ha desmentido el pasado miércoles en la prensa oficialista de Cuba —la única existente— la noticia de que había abandonado la Isla para intentar jugar en las Grandes Ligas; una información que ya le había dado la vuelta al mundo. A muchas personas esta declaración de Jiménez les puede parecer extemporánea.
Extemporánea porque hoy sabemos de peloteros y otros atletas que han huido de Cuba en los últimos años en busca no solo de más dinero, de una mejor vida, sino asimismo de probarse en los mejores circuitos del planeta; una aspiración inherente a todo ser que se dedique a una disciplina no solo atlética, sino también a las artes, la literatura, la ciencia. Lo dicho por Jiménez nos recuerda declaraciones semejantes del emblemático boxeador Teófilo Stevenson —un púgil de condiciones físicas excepcionales que ganara muchos de sus combates con una ventaja de 20 kilogramos o más sobre sus adversarios—, o, en cuanto al béisbol, del gran tercera base Omar Linares.
Eran tiempos aquellos en que el gobierno cubano daba la despedida a las delegaciones que partirían hacia confrontaciones deportivas con espíritu espartano: “Con el escudo, o sobre el escudo”. Y Fidel Castro luego las recibía en el aeropuerto como a gladiadores que habían vencido. Nos hicieron ver que las lizas deportivas formaban parte de la guerra contra el imperialismo, o contra quien fuese, y se hallaban imbricadas en la conciencia de “todo un pueblo” que luchaba por un “futuro luminoso”. Un nacionalismo, un patrioterismo inocente, y despiadado.
Así las cosas, muchas personas, tanto dentro de Cuba como fuera, deben quedar sorprendidas con este desmentido del lanzador Ismel Jiménez, quien ha dicho además que es “revolucionario” (entiéndase este término en el sentido que le otorga el castrismo). ¡¿Pero por qué sorprendernos con esta declaración?! Sí, dentro de Cuba hay gente “revolucionaria”. Tomando fuera de contexto una frase del poeta: “Son pocos, pero son”. Jiménez lo dice y eso hay que respetarlo. Los castristas “revolucionarios”, lo sabemos, están dispuestos a morir junto al cañón o frente al cañón y no realizan ninguna labor por dinero, viajes, fama, ni en fin por bienes materiales. Ellos, por lo que fuere, creen en eso, y esa actitud es encomiable. No ocultan la miseria y la represión existentes en la Isla; lo primero, para ellos, es digno, lo segundo necesario. Los malos, los verdaderamente malos “revolucionarios” son esos tipos, intelectuales, científicos, dirigentes, que van por el mundo dando fe de que en Cuba no hay miseria ni represión ni nada negativo; para seguir viviendo como marajás en contraste con los verdaderos “revolucionarios” como Ismel Jiménez.
Sí, ya sé que los lectores pueden pensar que yerra el lanzador espirituano: los tiempos han cambiado, la “épica” del deporte ha desaparecido; el castro-estanilismo se hace trizas a gran velocidad y las “actualizaciones” que hoy lleva a cabo el régimen demuestran que no solo de discursos vive el hombre. Sí, así es. Pero no podemos objetar que Ismel Jiménez, y otros pocos, piensen y se expresen de tal manera. Eso es, los tiempos han cambiado; pero hay hombres que no.
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