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Actualizado: 19/05/2024 23:18

Literatura

«Cuba es un país que mira al pasado» (I)

Entrevista con Leonardo Padura Fuentes. De la tetralogía de Mario Conde a 'El hombre que amaba a los perros'.


Leonardo Padura Fuentes (La Habana, 1955), narrador, periodista, guionista de cine, crítico y ensayista, es no sólo un escritor honesto, sino una persona decente y legal.

Su periodismo ha aparecido en una treintena de publicaciones de varios países. Desde 1995, es columnista de la agencia IPS y coordina su suplemento Cultura y Sociedad. Es internacionalmente conocido por su tetralogía "Las cuatro estaciones", integrada por las novelas Pasado perfecto (1991), Vientos de cuaresma (1994), Máscaras (1997) y Paisaje de otoño (1998), protagonizadas por el inspector Mario Conde, quien regresa en Adiós, Hemingway (2001) y en La neblina del ayer (2005). Su obra ha sido traducida a dieciséis idiomas.

Padura Fuentes habla en dos entregas para CUBAENCUENTRO.com. He aquí la primera.

En una entrevista, hablabas de tu libertad al escribir: "siempre sabiendo que existen límites que no debo transgredir para que mis libros circulen en Cuba"; aunque añadías: "tampoco me interesa transgredirlos". La historia está llena de períodos (el Siglo de Oro, sin ir más lejos) en que, a pesar de esos "límites", se hizo una gran literatura. ¿Crees que evitar ciertas fronteras aguza la perspectiva de los autores? ¿O todo lo contrario?

Pienso, ante todo, que el mejor modo de escribir es en plena libertad: no creo que condicionamientos o exigencias o limitaciones políticas, religiosas, sociales, de mercado, sexuales, las que sean, ayuden a la literatura. Para el arte, creo, debe haber siempre toda la libertad, sin condiciones, pues el arte es permanente y todo lo que lo condiciona suele ser cambiante. Pero también pienso que las tensiones exteriores que obligan al autor a agudizar todos sus sentidos en el acto de la escritura de una realidad determinada, sirven para que el escritor explote al máximo su inteligencia y su capacidad de expresar literariamente su visión del mundo y de una sociedad determinada.

¿Cuál es el mejor Kundera, el de antes o el de ahora? ¿Y el mejor Wajda, el mejor Saura? ¿Qué cosa es El maestro y Margarita sino un desafío de los límites de la permisividad hasta llegar a convertirse en una obra maestra?

En mi caso, los límites que no me interesa transgredir están justo en el universo pantanoso y manipulado de la política. No me atrae para nada hacer una literatura que juegue a la política, porque soy escritor y no político, y porque tampoco me interesa que los políticos utilicen mi literatura como fenómeno de feria. Y como me repele ese universo, me alejo de él. Soy un escritor, en lo fundamental, de la vida cubana, y la política no puede estar fuera de esa vida, pues es parte diaria, activa, penetrante de ella; pero yo la manejo de manera que sea el lector quien decida hacer las asociaciones políticas, sin que mis libros se refieran directamente a ella.

De verdad, no la necesito ni me interesa, pero, en cambio, me interesa muchísimo que mis libros puedan ser leídos en Cuba y que la gente pueda dialogar con ellos. Como te imaginarás, ese interés no responde a razones económicas ni de reconocimiento (vivo cada vez más alejado del mundanal ruido y creo que cada día lo haré más y más), pues en Cuba no son especialmente importantes: es, simplemente, una necesidad que siento de ser útil a mi tiempo y a mis contemporáneos, entregando lo que sé entregar: una literatura que los ayude a reconocerse y a entender determinadas realidades.

En tu nueva novela, sobre Ramón Mercader, te acercas a un terreno movedizo, el de la alta política, en una época donde las ideologías no sólo eran las sagradas escrituras de la política, sino una patente de corso para el ejercicio de la violencia y, no pocas veces, de la infamia. Dado que has afirmado que "la literatura que se mete en el terreno de la política puede ser devorada por ella", ¿no es peligrosa para tu literatura esta incursión?

Sí, es la más peligrosa incursión literaria que he hecho, y por muchos motivos. Quizás el primero no sea político, es más, no lo es: el primer peligro es literario, pues es una novela que me ha exigido una larguísima y profundísima investigación, que me ha emborrachado de historia, y lo más difícil de su escritura ha sido despojarme de los excesos de esa carga histórica sin renunciar a la historia, pues la novela transcurre a través de algunos de los acontecimientos históricos más importantes y lacerantes del siglo XX.

Dentro de ese componente histórico está la política, pero la he asumido desde una perspectiva totalmente literaria y, más que a la historia, me refiero a la utopía: El hombre que amaba a los perros, como se llama la novela, es un drama, desde el punto de vista de lo que ocurre con personajes reales y personajes casi reales, en la URSS, España, México, Cuba, de cómo se fue pervirtiendo la gran utopía humana, la construcción de la sociedad de los iguales, cómo la filosofía se destruyó en el choque con la realidad, de cómo la ambición humana, la obsesión por el poder y el control, acabaron con el experimento más soñado por la humanidad moderna.

Claro que en todo ese análisis hay lecturas políticas (especialmente de lo que significó el estalinismo), pero están cubiertas por la carga humana, filosófica, histórica que soporta la novela… En fin, que El hombre que amaba a los perros toca se mueve a veces en la política, pero otra vez deja las conclusiones políticas en manos —más bien en mentes— de los lectores. Creo que es un libro muy triste y que será muy polémico, porque está lleno de certezas pero también de interrogaciones, y provocará, sobre todo, dos sentimientos: la evidencia de una frustración y la compasión.

El desencanto y la nostalgia son, al parecer, la atmósfera en que se mueve la nueva literatura cubana. ¿En qué medida esa atmósfera tiene un condicionamiento externo (la circunstancia, el país, el mundo) y en qué medida responde a la clásica añoranza del pasado?

Todo puede ser manipulado y vendido. La Cuba del son y el bolero, de los clubes y los carros antiguos se ha vendido bien. No es extraño que haya aparecido recientemente alguna literatura sobre ese período. Cuba, ahora mismo, es un país que mira más hacia el pasado que hacia el futuro, en todos los sentidos. La historia es tan pesada, somos tan históricos, que mucha gente se ha hartado de lo histórico y no quiere oír hablar de ello. Cuba es un país de efemérides, de celebraciones del pasado, de la fijación de la gloria pretérita, mientras que el futuro es una nebulosa casi imposible de predecir en sus más mínimos detalles y el presente es, para mucha gente, sólo lucha y agonía, supervivencia y desespero.

A los que viven hacinados, a los que no les alcanza el salario, a los que se les agotaron los sueños… ¿les importa esencialmente la historia? Bueno, si acaso como memoria de tiempos mejores, cuando pensaban salir del hacinamiento, cuando compraban con su salario las exquisiteces de los mercados de los años ochenta, cuando soñaban que si estudiaban Medicina o Ingeniería serían respetados, solventes y quizás hasta dueños de un Lada o un Yugulí… Todo eso se esfumó en los años noventa y llegó el desencanto, no sólo por nuestra situación económica, tan ardua como pocos fuera de Cuba pueden imaginar, sino porque se tuvo una mejor idea de lo falso que había sido el mito en el que habíamos vivido.

De esa nostalgia por un mundo mejor que se esfumó (y que se resume en la interrogante tan cubana de "¿te acuerdas que…?") y del desencanto de una realidad que no se correspondía con lo que habíamos aprendido e imaginado, salió la narrativa de los años noventa.

Algunos autores convirtieron la derrota y la miseria en el tema de sus obras. Incluso, algunos de ellos, para hacer más coherente esa elección y con gran sentido comercial, se fabricaron biografías en las que se presentaban como perseguidos, cuando en realidad eran tan privilegiados como para poder trabajar en una sede diplomática cubana en Europa (donde, según la lógica de ellos mismos, habrían tenido que pasar informes contra los demás…). Esa nostalgia y ese resentimiento utilitarios me parecen sencillamente oportunistas, ofertas de tiempos de rebajas.

Pero hay también el desencanto verdadero, que sufrimos por igual los que nos hemos quedado y muchos de los que se fueron, casi todos con el alma adolorida. Y esos, todos, han asumido como una responsabilidad dejar la memoria de este tiempo, a veces con una literatura muy directa, otras veces con metáforas y parábolas, pero, así lo siento en la mayoría de los autores auténticos, con el dolor que provoca la sinceridad y el amor por un pedazo de tierra que nos dio pasado, vida, lengua, cultura, amigos, sueños más o menos perdidos, pero tan amables.

Es muy marcada en tu literatura una visión generacional. ¿Cómo ves la narrativa policial de autores que han llegado después, como Lorenzo Lunar, por ejemplo, y que ven la realidad desde un ángulo, si se quiere, más sombrío?

Mucha novela policial es sombría, pero puede ser también literaria. El otro día me sorprendió leer que un escritor de policiales al que admiro hace tiempo, escribía que en estos momentos el sueco Mankell y yo somos los máximos exponentes de la literatura policial porque no escribimos literatura policial, sino que la utilizamos.

Siempre cuido mucho el contexto, la escritura, su capacidad de ser un testimonio artístico de la realidad, no su crónica. Uso la literatura del género, algunos elementos de su composición y de sus efectos dramáticos, pero siempre escribo historias que empiezan antes del crimen y que terminan después del crimen, y esa historia mayor es la vida de Mario Conde y de su generación, es la mirada a una camada humana a la que pertenezco y entiendo, en sus sueños y frustraciones, más que a nada en este mundo.

Siento mucho que a partir de los años noventa, justo cuando comencé a escribir Pasado perfecto, prácticamente desapareciera la novela policial en Cuba —y era lógico que el policial de los 70-80 se esfumara, pues no daba más, ni siquiera políticamente— y que sólo autores como Lorenzo Lunar y Amir Valle la cultivaran. Pero a ellos les interesa mucho más la violencia, lo descarnado, y sus novelas son mucho más negras, aunque temo que también, por eso, sean más locales. Creo que ambos tienen la capacidad para hacer una nueva novela negra cubana y que la van a hacer, sin duda.

A partir de los noventa, el escritor cubano, y en eso tú eres paradigmático, busca espacios editoriales fuera de la Isla. El lector medio cubano, por razones de mera disponibilidad, está a dieta de ediciones estrictamente nacionales. ¿Existe un distanciamiento entre ese lector y el escritor "de exportación"? ¿La perspectiva de un editor y un lector exótico ha condicionado de alguna manera la literatura cubana de los últimos lustros?

El hecho de saber, desde hace casi quince años, que mi primer corresponsal, la medida de si cumplía o no las expectativas literarias que mis textos proponían, estuviera en una editorial de Barcelona que, para mi fortuna, siempre me pedía que mis textos fuesen mejores, sin hablar jamás de su posibilidad comercial, me convirtió en un escritor mucho más exigente y responsable, mucho más libre y literario.

Además, saber que dos semanas antes de que saliera mi novela esa editorial había publicado un Kundera o un Camus y que dos semanas después saldría Almudena Grandes, o Javier Cercas, o John Updike, te obliga a pensar que estás jugando en las grandes ligas y que sólo si eres mejor que tú mismo, si escribes lo mejor que puedes, podrás tener un espacio entre tanto monstruo literario. Y eso me hizo y me sigue haciendo crecer. Por eso me da un poco de pena los que satanizan el mercado editorial sin saber qué cosas te puede aportar como escritor, como profesional, si entras en ese mercado por el lado bueno: el de la competencia literaria.

No sé en el caso de otros autores, pero mi experiencia (que es la de Abilio Estévez, de parte de la obra de Arturo Arango y de Mayra Montero) es que si el editor "exótico" ha influido, ha sido para bien, porque, además, no existe en el mundo una persona menos "exótica" y más respetuosa con sus escritores que Beatriz de Moura —y más exigente en cuestiones de calidad.

Creo, sin embargo, que algunos escritores se confunden y ellos son los que tratan de acercarse a las editoriales europeas siendo "exóticos". No han procesado lo que antes hablábamos de lo universal y lo local, y con dosis de exotismo sexual, económico y hasta político creen que convencerán a los editores, y a veces lo hacen, pero muchas veces fracasan en el intento. Creo que esto es especialmente visible en la generación que viene detrás de nosotros, a los que la ruptura de los noventa los sorprendió en su momento de formación y, buscando romper el cascarón, se deslumbraron con el sol y perdieron el norte. Y muchos de ellos siguen sin encontrarlo, a pesar de sus cualidades literarias.

Por otro lado, es cierto que muchos autores cubanos radicados incluso dentro de Cuba no han podido ver publicados sus libros en el país —de Pedro Juan se publicarán pronto algunas novelas, por fortuna—, pero yo he tenido la suerte de que mis libros, todos, hayan circulado en Cuba, que no se les haya censurado una coma y que, incluso, varios de ellos hayan hasta ganado el Premio de la Crítica y el del libro más leído que da la Biblioteca Nacional.

Pero, definitivamente, hay una desconexión entre lectores y escritores de la diáspora, aunque, también debo decirlo, la gente lee de una manera o de otra a algunos de esos escritores, no en la medida deseable, pero los leen: como nosotros leímos a Cabrera Infante en los setenta y los ochenta, y hasta más.

Tus novelas están plagadas de guiños a los amigos, de amigos que aparecen y desaparecen, a veces travestidos, como una suerte de homenaje. ¿Nos salva esa microsociedad del afecto de cualquier intemperie? ¿Y la amistad gremial entre escritores? ¿O es que, por el contrario que muchos policías, patrullamos en solitario?

El oficio literario es jodidamente solitario, a veces hasta misántropo. Yo me paso días, semanas, de encierro laboral, con jornadas de cinco horas de escritura y tres o cuatro de lectura, y otras de reflexión en solitario, mientras arreglo los plátanos del patio y hago ejercicios para no volverme un viejo (demasiado) gordo. Asisto a muy pocas "actividades" culturales y mis encuentros con otros escritores muchas veces los gasto hablando de pelota.

Cuando éramos más jóvenes, más pobres y creo que más felices, éramos muy gremiales, definitivamente gregarios, y nos gustaba más hablar de literatura y hasta hacer proyectos conjuntos. Por fortuna, de esa época quedaron las complicidades y las amistades, que confío en que, a pesar de ciertos resbalones, sean para toda la vida. Entre los narradores de los ochenta, por llamarnos de algún modo, se creó entonces una afinidad que hoy es complicidad, en la cercanía o en la distancia, y amistad solidificada.

Siempre siento —quiero sentirlo, me hace bien sentirlo— que Senel Paz, Arturo Arango, Abilio Estévez, López Sacha, Lichi Diego, tú, Reinaldo Montero, Miguelón Mejides, Abel Prieto, Aidita Barh, Jorge Luis Hernández en la memoria, poetas como Alex Fleites, Ramoncito Fernández Larrea, Pepe Olivares, Reina María Rodríguez, Marilyn Bobes, son mis colegas y, sobre todo, mis amigos, y por eso me siento especialmente feliz cuando los veo, cuando escucho de sus éxitos, de sus trabajos y sus días —como diría Reinaldo Montero—.

Creo que mucho de ese espíritu generacional que se me sale en las novelas, se lo debo a ellos, a ustedes, con los que aprendí a escribir, a leer, a beber ron y compartir una caja de Populares. No son escritores, en puridad: son socios, y eso, en cubano, es mucho decir. También por eso es que casi todos ellos, y otros amigos, son partes incluso visibles, reconocibles de mis novelas.

La amistad, la fraternidad (de la que aprendí todo con mi padre y sus hermanos masones y con mi madre y sus amigas católicas), la complicidad entre socios es una bendición y por eso las defiendo como dones sagrados. En un mundo donde casi todo cambia —casi siempre, para peor—, la amistad sigue siendo algo que puede ser permanente, inalterable, un salvavidas en medio de tantos naufragios. Por eso es que considero que una de las mayores virtudes humanas es la fidelidad y me enorgullece pertenecer literaria y epocalmente a un grupo de personas a los que nos dio por escribir y que, a pesar de los pesares, hemos seguido siendo fieles a lo esencial.

A veces estamos lejos —incluso si físicamente estamos cerca—, a veces la política se nos mete en el medio, pero siempre que extendemos la mano, hay otra, ahí, que nos toca. Y por eso creo que somos muy afortunados y que lo único que no nos está permitido es la traición; hasta el olvido lo admito, pero no la traición, porque después de tantas pérdidas no se puede vivir con rencor.

© cubaencuentro

19 Comentarios


19 by a Cochinillo (Usuario no autenticado) 20/12/2008 13:40

Pienso que se refiere a antes del "desmerengamiento socialista", sin hacer referencia a donde el escritor residía. En ese caso, estoy de acuerdo que el Kundera de antes es mejor.

18 by JUAN DE PERRONALES (Usuario no autenticado) 20/12/2008 13:40

CUBA NO EXISTE, FUE UNA INVENCION DE LOS ORISHAS,DE LOS SANTOS Y LOS NOBLES PATRICIOS CUBANOS. CUBA NO EXISTE, LA EXTERMINARON LENTAMENTE LOS HERMANOS CASTROS. CUBA NO EXISTE, ES UNA PESADILLA DEL PASADO EN NUESTRA MENTE ACTUAL.

17 by el tábano (Usuario no autenticado) 20/12/2008 13:40

dime con quién andas y te diré quién eres, Padura: tu lista de amigos políticamente correctos es más que elocuente... creo que nunca leeré alguno de tus libros, después de leerte entrevistado (disculpe señor García -cuento con que no se me censure el comentario)

16 by José Pérez Olivares (Usuario no autenticado) 20/12/2008 13:20

Un abrazo a Padura por sus valientes respuestas, y mi reconocimiento a Luis Manuel

15 by Roberto sanchez (Usuario no autenticado) 20/12/2008 2:20

Oye Guardarrama que rico es poder opinar libremente eh? ¿Por que no le pides a tu comandante que alerte a Ral para que permitan poner comentarios en el Granma?

14 by Sanchez Roberto (Usuario no autenticado) 20/12/2008 2:20

Oye Guardarrama que rico es poder opinar libremente eh? ¿Por que no le pides a tu comandante que alerte a Ral para que permitan poner comentarios en el Granma?

13 by Cochinillo (Usuario no autenticado) 20/12/2008 2:20

Así que el mejor Kundera es "el de antes". ¿No sabe Padura que la única de las grandes novelas de Kundera escrita antes de su exilio es La broma -justo en los tiempos de la primavera de Praga, cuando la censura se relajo? la vida está en otra parte, La inmortalidad y todas sus otras grandes novelas nada tienen que ver con la censura. De lo que dice de El Maestro y Margarita mejor ni hablar...

12 by El Cerrao (Usuario no autenticado) 20/12/2008 2:20

¡Guadarrama es una abielta!

11 by Fidel Chavez Castrado (Usuario no autenticado) 20/12/2008 2:00

Compañero Guadarrama yo tambien soy un ignorante en literatura como tu, pero te felicito por tu combatividad en el 50 aniversario de tu robolución. Sigue así, que el Partido y el coma-andante te premiaran con la "jabita" de piltrafa por cumplir las metas del mes, y a lo mejor te elijen para cuadro y quizás llegues a representar a tu robolución como el "ministro" Felipe Pedruskito Roca. Come bastante dignidad a la hora del almuerzo, camarada, que tu eres el "hombre del siglo XXI" como dijo el "Che Comandante amigo". Socialismo o muerte!! (valga la redundancia)

10 by Samuel (Usuario no autenticado) 19/12/2008 20:40

Entonces la cuestión del límite y todo eso, es más o menos como cuando eras niños y te decían no lo hagas y tú lo hacías, y después de atenías, como podías, a las consecuencias? Estamos de acuerdo que escribir El Maestro y Margarita (y sobre todo tratar de publicarlo) es el equivalente a pararte en una esquina con un cartel que diga “ABAJO EL TIRANO”. Bulgakov lo hizo y eso tuvo consecuencias para Bulgakov. Pero sinceramente no creo que él haya tenido, digamos, inclinaciones exploratorias o de estar tratando de saber dónde está el límite. Cuando Bulgakov pensó en ese límite y lo miró cara a cara, fue en los momentos en que tuvo el miedo terrible que se siente en esas situaciones: que te deporten, que te fusilen, que te vuelvan loco, cuando cogía su sombrero para salir a la calle o justo cuando se sentaba a escribir, cuando Bulgakov era Bulgakov. Bulgakov escribió la verdad, toda la verdad y solo la verdad y al carajo con el resto. DESPUÉS DE ESTO, QUÉ IMPORTANCIA PUEDE TENER QUE ALGUIEN HAYA DICHO ESTO SI Y ESTO NO? Como coño se puede pensar El Maestro y Margarita en función de ese límite: si lo jode o no lo jode, si es un mosquito en la oreja del príncipe? Por lo demás, El Maestro y Margarita es la historia de lo que pasará DESPUÉS de que alguien borre ese límite en un acto de coraje; es la historia de la redención de la víctima y la condena de su juez.

9 by Guadarrama (Usuario no autenticado) 19/12/2008 20:40

Miren yo no se mucho de literatura pero para mi ese y todos lo que escriben y dicen esas cosas son contrarevolucionarios, la revolucion le dio la oprtunidad y el derecho de siendo pobres estudiar en la universidad y ahora andan hablando mal de nuestras gloriosos combatientes internacionalistas, espero que nuestro comandante alerte a Raul para que le aplique la ley a todos esos de la microfraccion y vayan presos o a cortar caña. Viva la revolucion y el comandante

8 by Coyote Loco (Usuario no autenticado) 19/12/2008 18:20

Hermano Padura cará!!! De los veteranos del Pre de la Víbora de los románticos 70 cuando el Water-Pre y toda aquella movida, de los cortes de caña en Matanzas y la Pre-Combativa en la Base Aerea de San Antonio de los Baños. Me encontre contigo en una Semana Negra en Gijón, Asturias en 1994, creo recordar. Un abrazo Hermano! Me alegran mucho tus éxitos, tu talento y tu capacidad para recrear realidades cubanas de estos tiempos tan jodíos y deseperanzadores. Algun dia TODOS nos encontraremos en una Habana liberada y reiremos, beberemos, bailaremos casino y brindaremos por una Nueva Cuba Libre y Democrática. Viva la Libertad. Tu socio El Collo.

7 by Ariel (Usuario no autenticado) 19/12/2008 18:00

Cuba no mira al pasado. Cuba es el pasado, pero no el pasado de la primera mitad del siglo XX, y mucho menos el de los anos 50, donde nuestra nacion aparecia entre los tres primeros paises del hemisferio en casi todos los indices socio-economicos. Cuba esta enclavada en el pasado de las epocas stalinistas, maoistas, sandinistas, narco-guerrilleras y de cada uno de los experimentos marxistas que en nombre de la igualdad social y comandados por caudillos mesianicos, hundieron a todas sus naciones bajo montanas de miseria, desaparecidos, exiliados y muertos contrarrevolucionarios... Cuba ya no existe, es solo un espejimo. Despues que termine este cataclismo, se necesitaran al menos 100 anos para que renazca otra Cuba... Sin dudas los comunistas hicieron bien su trabajo de destruccion. Es lo mejor que saben hacer y este merito nadie se los podra negar.

6 by Paula (Usuario no autenticado) 19/12/2008 17:40

A base de "máscaras", así se vive el arte en Cuba, siempre "entre dos aguas". Ellos mismos - los intelectuales cubanos - lo reconocen; entre ellos otro escritor, Pedro Juan Gutiérrez, tan conocido (o más) q el propio Padura. Sus declaraciones aquí: http://www.canaldocumental....ent&task=view&id=664&Itemid=66

5 by AD (Usuario no autenticado) 19/12/2008 17:40

La Neblina del Ayer es una joyita, enhorabuena para Padura y para Encuentro por traerlo.

4 by Mantilla (Usuario no autenticado) 19/12/2008 14:40

Nelson, Padura es muy sutil, es muy inteligente y vivir bajo la dictadura de los Castros, o sobrevivir como el lo hace tiene sus trucos, pero si conoces bien la obra debes leer entre líneas, por ejemplo El Flaco que ya no lo es y anda en silla de rueda por una herida en las guerras africanas, esto e suna crítica elegante a el imperialismo castrista. Asumir otra posición sería el suicidio intelectual, la bancarrota económica, la marginación social. Desagraciadamente le tocó vivir esta época al gran escritor.

3 by Nelson Carrasco (Usuario no autenticado) 19/12/2008 14:20

Conozco la obra de Padura, y la disfruto muchisimo .... ese Mario Conde y su perro, cara! Pero me cuesta mucho aceptar lo que veladamente dice nuestro reputado y muy leido escritor: "... porque soy escritor y no político." Aun mas cuando declara posteriormente (y con tanta sabiduria!):"... y el presente es, para mucha gente, sólo lucha y agonía, supervivencia y desespero." Esa es la realidad cubana, "amarga como el vino", pero tan objetiva como la palma real. Me cuesta, senor mio, mucho creer que no tenga Usted inclinaciones politicas de ningun genero. Pero puedo entender, como cubano que soy, y aceptar la callada por respuesta. Somos animales sociales y por fortuna o desgracia, la politica nos hace blanco, se quiera o no. Las "medias aguas" nunca han sido salidas duraderas. Son verdaderas "Mascaras": nunca mi propia cara

2 by Gabriel Delpino (Usuario no autenticado) 19/12/2008 14:20

La clave del futuro no está en el pasado, sino en el presente. Y el pasado cuanto más lejano menos influye en el futuro. Esto lo digo pensando en los análisis de los estados financieros de las empresas. En eso se gastan recursos enormes porque dependiendo del comportamiento futuro las acciones de una empresa cambian enormemente de valor. Los analistas expertos en ese tema concentran todo su esfuerzo en analizar al mínimo detalle la situación presente de las empresas. Saben perfectamente que las extrapolaciones desde el pasado fallan. Beneficios pasados no garantizan beneficios futuros. Lo mismo es aplicable a los países. Olvidaros de la historia. El presente de Cuba os dará la clave sobre su futuro.

1 by Mantilla (Usuario no autenticado) 19/12/2008 12:40

El mas insigne de los MANTILLEROS..siempre admirado

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