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Actualizado: 30/04/2024 23:28

Literatura

«Estoy condenado al silencio»

Al habla con el escritor Raúl Antonio Capote, cuyos libros han sido censurados por las autoridades culturales en la Isla.

El escritor Raúl Antonio Capote Fernández es habanero, nació en 1961 y ha publicado, entre otros títulos, el libro de cuentos Para divagar mientras llueve (Editorial Mecenas, Cienfuegos, 1990), y las novelas El Caballero Ilustrado (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1998) y El Adversario (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2005). El comisariado cultural del régimen ha censurado en Cuba ambas novelas, así como su libro de cuentos Juego de Iluminaciones, que obtuvo el Premio Calendario, en 1996.

Capote ha sido seleccionado para integrar varias antologías del cuento, tiene inéditos una novela, Kamikaze, un libro de cuentos, Happenin, y un ensayo, Historia de la Democracia en Cuba. Ha sido jurado de concursos literarios de prestigio ganado dentro de la Isla, por su carácter independiente del oficialismo, como el Ernest Hemingway, en 2001; el de la revista Vitral, del Centro de Formación Cívica y Religiosa de Pinar del Río, entre los años 2003 y 2006; y en 2004, El Heraldo, convocado por las Bibliotecas Independientes.

Con motivo de su obra El Adversario, devenida fenómeno de éxito en el negociado de la literatura clandestina dentro de Cuba, entrevistamos a Raúl Antonio Capote. Formidable metáfora del mal, su novela escapa a los lugares comunes que padece mucha de la última producción, dizque novelística, de la Isla a ambos lados de eso que la cursilería académica al uso y el abuso ha dado en llamar como las dos orillas de la cultura cubana.

¿Quién o qué es Kundry, más allá de un personaje muy bien construido, no sólo en la carpintería literaria sino en la carpintería real (dentro de la ficción de la obra) donde se hace el ente?

Kundry es encarnación de muchas cosas, es Astarté, es Ochún, es Innina, es Venus, es Afrodita, es la hechicera Kundry del Parsifal de Wagner, es también la Rea Cibeles del culto frigio, la gran diosa de los cultos orgiásticos, es la Safo que toca la Magadis, es la rubia cubana, ese ser único de piel dorada, labios gruesos y sangre mestiza, es la china de la calle Zanja, la mulata santiaguera, la negra de Pogolotti, la trigueña agitanada, es la cubana en su lucha diaria para sobrevivir, pícara, sensual, amorosa, es la hija del Diablo, es una y todas las mujeres del mundo y todo lo que ustedes quieran agregar.

En El Adversario se maneja eficazmente la dicotomía Bien-Mal, que se aprecia en los gnósticos, el 'Libro de Job', el 'Fausto' de Goethe, la obra de Carlos Gustavo Jung y, me atrevería a asegurar, en toda la gran literatura de Occidente. ¿Llega a esa eficacia mediante la lectura de esas fuentes que la modernidad del buenismo pretende obviar, por la intuición, o mediante ambas?

Esta novela nació de muchas lecturas previas. No fue poco lo que investigué para hacerla. Es heredera, modesta claro, de esa gran literatura de Occidente, es fruto de mis creencias y convicciones filosóficas y religiosas.

Puedo enumerar algunos textos que consulté. Por ejemplo, El Grimorio de Honorio, Ángeles y Genios de la Astrología Caldea, La Entrada abierta del Palacio cerrado del Rey, de Ireneo Filateleo, el Mutus Liber, y una decena más de tratados y escritos de demonología, brujería, alquimia, magia, etcétera. Pero sobre todo consulté en el terreno a muchos brujos cubanos, santeros, babalaos, espiritistas, rosacruces, miembros de sectas satánicas, gitanas, astrólogos, cartománticas…, y me inspiré en la espiritualidad cubana, esa manera de vivir la religiosidad que tenemos. El cubano puede ser católico, espiritista, santero, palero, masón, rosacruz, teósofo, abacuá y evangélico. Todo al mismo tiempo. Ese espíritu que tenemos para darle entrada a cualquier dios, ángel o demonio, venga de donde venga.

Hay un libro que influyó mucho, El Maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov. Otros: Holderlin (La lucha contra el Demonio), de Stefan Zweig; Satán en los suburbios, de Bertrand Russell; el poema de Baudelaire Las letanías de Satán; mucho de Nietzsche; las teorías sobre el Eterno retorno; El Paraíso perdido, de John Milton; El Diablo, de Papini; El Estado y la Revolución, de Lenin.

Decir que Cuba está bajo el dominio de lo demoníaco es una realidad y un facilismo político-teológico. No obstante, El Adversario es sobre el desencadenamiento de las furias y el caos por acción de las fuerzas del inframundo en esa isla maldecida. ¿Cómo pudo sortear ese terreno minado?

Irme por esa vía era lo más fácil, pero yo quería hacerle un homenaje a La Habana y su gente, a ese ser especial que es el habanero, suma de orientales, pinareños, matanceros, villareños; ese ajiaco nacional que es el habanero, sufrido, luchador, alegre, espontáneo, sumido en el caos de una ciudad en lucha perenne con los demonios, poseído él mismo muchas veces por íncubos y súcubos, tentado por cientos de furias, viviendo una ciudad que se hunde y renace una y otra vez del inframundo y nunca se sabe si la próxima vez que se sumerja será la última.

Quise rendirles homenaje a esos hombres y mujeres que se burlan todos los días del Demonio y, a la vez, le sirven y se sirven de él. Quise rendirle tributo al Caballero de París, a la Condesa, a Abrecaminosespantamuertos, a mi socio el Guajiro, Rey de los Taxis, al negro Findesiglo, a las vendedoras de la calle Galiano, a las putas de Monte y Cienfuegos, a los pescadores del Malecón, a los noctámbulos, a los habaneros de a pie, a los curdas de tanta barra y tanto mal alcohol; a mi amigo Ernesto, maestro de permutas y cambalaches; a tanta buena hembra que hay en esta ciudad.

Quise reírme de la seriedad, de la intolerancia, del aburrimiento, de la mojigatería, de la podredumbre, de todo lo uniforme, de la monotonía, de la crueldad, de la estupidez. Quise reírme del poder, como se ríe toda esa gente.

¿Cómo es la vida diaria de Raúl Antonio Capote, exiliado en su país? ¿Qué opinión le merece el affaire Pavón? ¿Hay alguna esperanza de cambio, señal de rebeldía, dentro de la domesticada intelectualidad isleña, con este sorpresivo lamento de los corderos en un tiempo parametrados y luego reivindicados?

Es una vida dura, tienes que hacer un acopio muy grande de valor y fe para seguir día a día. No tengo esperanzas de publicar nada, así que tengo todo el tiempo para escribir, sin presión editorial, ni guiños del mercado. Mi primera novela, El Caballero Ilustrado, fue censurada, la segunda, El Adversario, igual; ni siquiera la han podido entrar al país. No tengo trabajo, pues tuve que dejar mi labor en la Universidad, donde era profesor, después de haber publicado El Adversario con la editorial Plaza Mayor y haber leído una carta de Luis Manuel García en la Feria de la Habana del 2004, donde planteaba las razones por las que no se encontraba en la Feria en la presentación de uno de sus libros, publicado por Plaza Mayor.

Mi libro de cuentos que fuera premiado en el concurso Calendario, está también sujeto a censura, así que, como podrás ver, estoy condenado al silencio.

Me satisface una cosa, tengo una compensación muy grande, mis libros pasan de mano en mano, en copias hechas en computadora, estilo samizdat, y así resulta que mucha gente lee mis libros y me conoce como autor, tengo un público sobre todo joven, estudiantes universitarios la mayoría, que persigue mis libros. Eso, sin promoción de ningún tipo, porque nadie escribe sobre mi. Amir Valle, Alberto Garrandés y Víctor Fowler han sido la excepción de la regla, al mencionarme en alguno de sus artículos y libros, y les estoy muy agradecido.

No creo que el affaire Pavón signifique nada. Como bien señalaron ellos, eso es una bronca entre revolucionarios, no creo que sea señal de que algo ha cambiado.

No soy de los que se andan quejando, ni de los que piden perdón por respirar, sencillamente escribo, uso esa arma que Dios me dio, escribo y lucho. ¿Has leído a Ayn Rand?

© cubaencuentro

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