Literatura, García Márquez, Novela
Publican versión ilustrada de la novela «El coronel no tiene quien le escriba»
Imágenes de la acuarelista chilena Luisa Rivera. El menos vulnerable de sus textos, según García Márquez
El coronel no tiene quien le escriba (Planeta, Diana, 2022) —novela de Gabriel García Márquez publicada en 1961— aparece esta vez en reedición ilustrada por la acuarelista chilena Luisa Rivera, quien ya había concebido iconografías para Cien años de soledad (2017) y El amor en los tiempos del cólera (2019). “Me interesa mucho la imagen narrativa y para ello busco inspiración en la naturaleza, el folclore y la literatura”, ha dicho la artista plástica que también ha realizado representaciones gráficas para Azul, de Rubén Dario; Trenzas, de María Luisa Bombal; o Cuentos de amor, de locura y de muerte, de Horacio Quiroga.
Citada entre las 100 mejores novelas de la lengua española del siglo XX de acuerdo a una lista del periódico español El Mundo, Gabriel García Márquez decía que era el menos vulnerable de sus textos: “Yo creo que es mi mejor libro, sin lugar a dudas. Además, y esto no es una boutade, tuve que escribir Cien años de soledad para que leyeran El coronel no tiene quien le escriba”.
En Cuba, Casa de Las Américas la editó en aquellos volúmenes de formato cuadrado de la popular colección La Honda; recuerdo que, en mi salón del Pedagógico Varona de la Universidad de La Habana, en traspaso de un amigo a otro, la leímos con ferviente entusiasmo. Después vino Cien años de soledad, la cual devoramos con inusitado frenesí. El Premio Nobel colombiano fue determinante en el amor por la lectura, convertido en necesidad y hábito, en muchos de nosotros.
Luisa Rivera configura con perspicaz imaginario gráfico, el sentimiento de desasosiego ante la espera: representaciones pictóricas del gallo, la esposa con su asma tejiendo, la taza de café humeante, la espera durante 15 años de una carta, el puerto y el fardo de correspondencia, el baúl, el paraguas, un sepelio, el viejo reloj, la lluvia sin pausa, las cuatro mecedoras, los botines de charol, el salón de billares, el rostro resignado y a la vez esperanzado del coronel…
“En este trabajo —a diferencia de lo que hice con Cien años de soledad y El amor en los tiempos del Colera, dos historias que transcurren en espacios cerrados— la mayoría de las ilustraciones hacen referencia a los espacios interiores: el texto va entregando esa información, no solo a partir de los lugares, sino también de detalles: las goteras, la hornilla, un tarro con semillas secas o el tipo de construcción. Era importante que las ilustraciones pudieran reflejar esos espacios íntimos y cotidianos, por lo que recurrí a mi conocimiento de la realidad latinoamericana para darles forma”, explicó en entrevista con CUBAENCUENTRO, la creadora plástica Luisa Rivera.
¿Objetivo de codificar visualmente la resignación del coronel?
No percibo resignación en el coronel: al contrario, creo que existe una esperanza de su parte, el personaje está ilustrado desde la perspectiva de alguien que navega en la espera.
¿El gallo como un actante gráfico que espolea los trances de los personajes?
El gallo me parece clave: no tiene solamente un rol en la historia, en algunos momentos es esperanza porque es la fuente de ingreso que permite al coronel subsistir; en otros, es casi una maldición: reafirma la miseria y también es el único vínculo con el hijo fallecido. El gallo: elemento unificador de emociones y acontecimientos.
Alegórica portada con el gallo como portador de la carta que el coronel espera. ¿Intento de crear un discurso de reflexión-gráfica?
Funciona como un juego de imágenes y una reflexión sobre el contenido de la historia, más que una escena en particular.
Plumas del gallo y timbres postales: ¿iconografías para configurar cadenciosas alegorías?
Elementos soportes para reflejar la historia: una especie de simbología y por lo mismo ayudan a tejer el ritmo del libro.
¿Apuntes gráficos de los actos íntimos y cotidianos del coronel y la esposa?
La novela narra muchos espacios cotidianos al interior del hogar y creo que la esperanza del coronel se tensiona porque está la esposa como testigo: era importante que las ilustraciones reflejaran eso.
¿Qué es para usted la imagen narrativa?
Una ventana al interior del texto, que no se apodera de éste, sino más bien lo complementa.
La acuarela es una técnica muy compleja, de riesgo. ¿Cómo fue el proceso de imbricar color y forma a partir de una novela tan matemática, tan precisa, tan geométrica?
Concibo aquí un acto gráfico con lápices de colores y grafito, que no sólo agrega una paleta sino también gesto y expresión. En algunas escenas se apacigua; y en otras, se exagera.
¿Ilustraciones imbuidas en un realismo salpicado de textura naif con influjos de Matisse?
Matisse siempre ha sido una influencia, especialmente cuando trabajo interiores. Feliz que aparezca como referencia.
¿Ilustraciones que son un testimonio de su lectura o contar, desde lo gráfico, una historia que sugiere otras rutas a los lectores?
No intento contar algo en paralelo para no desviar la atención de la ruta de la novela; sí me gusta complementar la lectura con acento en cosas o escenas que tal vez hayan pasado más desapercibidas, pero que agregan significado.
© cubaencuentro
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