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Actualizado: 17/04/2024 23:20

Escritores, Literatura Cubana, España

“Ya no pertenezco a Cuba, porque los mismos cubanos han hecho posible que no pertenezca”

Entrevista al novelista y profesor de literatura Héctor García Quintana, residente en Madrid

Novelista y Profesor de Literatura, Héctor García Quintana es licenciado en Historia por la Universidad de La Habana, 1995, diplomado de Inglés por la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de La Habana y de lengua francesa por el Centre Universitaire d'Enseignement du Français pour Etudiants Etrangers de la Universidad de Tours, en Francia.

En 1997, fundó, junto a otros escritores cubanos, la revista literaria independiente deLIRAS. Fue miembro fundador del Centro de Creación Literaria Onelio Jorge Cardoso convocado en 1999 por Eduardo Heras León, y auspiciado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y la Fundación HIVOS, de Holanda. En 2001, edita la revista de Arte y Literatura La Gaveta.

Ha obtenido menciones y premios en diversos concursos literarios. Finalista del Segundo Premio Internacional de Cuento Fantástico Terra Ignota en México. Ganó en 1999 la Beca de Creación Literaria Mascarada, con el proyecto de novela El diablo bajo mi piel, publicada al año siguiente.

Ha publicado El diablo bajo mi piel, novela, ediciones Loynaz, 2000 y Editorial El Barco Ebrio, 2012; Cómo se escribe una novela, ensayo de literatura creativa, Editorial Berenice, 2006; Una gota de agua sobre la roca, novela, Editorial El Barco Ebrio, 2013.

Sus artículos han aparecido en periódicos cubanos y españoles, ha sido colaborador de los diarios El País, CUBAENCUENTRO, Diario de Cuba y la revista digital del Grupo de Estudios Estratégicos.

Actualmente mantiene su propio espacio literario en www.hgquintana.com.

CUBAENCUENTRO conversó con Héctor García sobre el sentido de pertenencia a Cuba, la creación, el cine y la novela, entre otros temas.

¿En qué momento decidiste que querías escribir?

Héctor García Quintana (HGQ): Hubo un hecho que me conmovió y quería expresarlo a mucha gente, pero sin saber cómo. En 1994, cuando el gobierno cubano decidió no detener a la gente en balsa que se iba a Estados Unidos, fui a ver lo que parecía un espectáculo y me desconcertó ver tanta gente arriesgándose por salir de mi país, al que hasta entonces defendía a capa y espada. Fue, a todas luces, un hecho político que movió un disparador emocional en mí. No conocía hasta entonces gente que expresara de forma tan explícita su incomodidad en inconformidad con el gobierno y la sociedad cubana. No soy periodista, pero sentía la necesidad de decirle a alguien lo que sentía. De allí salió un relato de balseros que por suerte desaparecí de mi horizonte profesional porque José Raúl Fraguela, un amigo poeta al que jamás le estaré suficientemente agradecido, me dijo que era una mierda; aunque también me dijo que no abandonara la escritura porque tenía los fundamentos esenciales de cómo contar una historia. Todo parece indicar que escribía antes de este hecho, porque amigos de antes de la universidad que aún se mantienen lo comentan, pero no lo recuerdo. Al menos no, de manera profesional.

¿Qué te aporta la escritura y la literatura, piensas que vale todo en la literatura?

(HGQ): ¿Aportar? Depende de cómo se mire. Económicamente muy poco; al ego profesional y personal un poco más. He ganado muchos lectores que jamás pensé obtener, gente que por algún motivo se interesa en aquello que cuentas, sin que sepas bien por qué. Ya no puedo dejar de escribir, leer, vivir alrededor de los libros porque sería también una manera de decepcionarlos. Y de qué vale todo, pues mira, si eres capaz de provocar la emoción en un grupo de gente que te lee, pues me da igual que escribas como Joyce y Proust o te desnudes en una red social. Quien te debe juzgar es quien compra tus libros y quien dirá si lo que haces es moral, ético, correcto, incorrecto. Lo importante es conocer a quién te diriges y qué quieren de ti.

¿Qué es necesario para que una novela interese a los lectores?

(HGQ): La pregunta del millón. No existe ninguna lógica para saber por qué una novela alcanza a ser un éxito de público o crítica. La prosa de un libro como Cincuenta sombras de Grey nos obliga a pensar de manera diferente de la agudeza del lector moderno. Los valores de escribir bien, de no engañar al lector y caracterizar seriamente a tus personajes ya no sirven para explicar el éxito de cientos de novelas. Aquí la suerte juega un importante papel. Eso sí, las novelas y otras obras de ficción que se mantienen, las que llegan a muchos lectores más allá del tiempo en que vive su autor, y que logran rebasar la barrera del tiempo, mantienen una lógica irrebatible: que cuenten una historia bien argumentada.

¿Cuáles son tus géneros favoritos en la lectura, tus autores y quiénes te han influido más?

(HGQ): El cuento y la novela me han marcado mucho, pero soy un lector penitente de biografías y ensayos. Si tuviera que mencionar autores o novelas que me han dejado sin palabras te hablaría de Drácula (Bram Stoker), Mario Vargas Llosa, con su magnífico manejo de las técnicas literarias, y las novelas históricas como Sinuhé, el egipcio, de Mika Waltari o Quo Vadis, de Henrik Sienkiewicz.

¿A qué te dedicas cuando no escribes?

(HGQ): Leo y veo muchísimo cine y series de televisión.

¿Cuál es tu método de escritura? ¿Anotas lo que se te ocurre?

(HGQ): No sé si llamarlo método. Cuando escribo ficción me gusta conocer bien a los personajes, como si en verdad existieran: les invento un pasado, un presente y un posible futuro, que al final no sirven para la novela, pero que me da un margen amplio de trabajo con ellos. También organizo la novela en escenas y resúmenes, que no siempre respeto, pero me da una visión general que me facilita avanzar cuando me atasco.

¿Si pudieses ser un libro, cuál serías?

(HGQ): Extraña pregunta. Quizás por decir algo, Drácula, o Moby Dick. ¡Qué manera de emocionar a lectores durante generaciones! El problema de las dos es que la gente cree que las conoce porque ha visto versiones cinematográficas, y muchos se pierden la maravilla del texto escrito, tan diferente (¡pero completamente diferente!) a la imagen visual. Es una decisión de cada cual escoger entre cine o literatura; aunque es una pena porque al escoger se pierde la maravilla del arte desplazado.

¿En qué proyecto te encuentras sumergido en estos momentos?

(HGQ): En estos momentos trabajo para terminar un máster en la Universidad de Tours en Francia, como paso para seguir un doctorado. Eso me lleva todo el tiempo. Escritura, hay varias cosas ya escritas como un libro de investigación sobre Literatura creativa visto desde obras literarias llevadas al cine y una novela donde juego con la historia sobre un momento de la vida de Hermann Hesse, pero prefiero que vayan saliendo a su ritmo sin comentarlas demasiado.

¿Se escribe por placer o también por dinero y reconocimiento?

(HGQ): Por las dos. Quien diga que escribe solo para sí mismo es un mentiroso o un fracasado. El hecho de poner negro sobre blanco mueve al interés de que alguien apruebe (o desapruebe, porque llega un momento que te da igual lo que piense el público) y pague para que puedas vivir de esto. Escribir es solitario, publicar, no.

¿Dominas los recursos de estilo, las figuras literarias o escribes con estilo propio y sigues experimentando y aprendiendo?

(HGQ): Dominar es un verbo pretencioso e inexacto. Tengo un conocimiento bastante alto de técnicas literarias, pero cuando escribo me sudan las manos y cometo errores como un principiante. No es posible tener en cuenta todas las técnicas y trucos estilísticos cuando estás creando un mundo que no existe más que en tu cabeza. La mente, la imaginación, la creación artística (hablo de literatura porque no sé cómo funciona en otras artes) va a un ritmo que la mano (o los dedos en el teclado) no puede seguir. Muchas veces pierdes ideas porque piensas en algo que luego no puedes retomar mientras la mano escribía la idea previa. Lo importante es poder usar ese bagaje cuando revisas, cuando reescribes, cuando escoges, cuando desechas, y aun así no está garantizado que lo hagas todo como se debe. Siempre necesitas miradas ajenas que te digan dónde te equivocaste. Y ni así, tienes luego asegurado el favor de los que te leen. La literatura es un misterio que tiene algunas normas, pero incluso cumpliéndolas no significa el éxito; y lo mismo, a veces no cumpliendo ninguna, un libro te sorprende por la acogida de los lectores.

Se habla que los escritores deben cuidar y ofrecer obras depuradas utilizando recursos narrativos. ¿Encuentras bien que lo que se cuenta, se limite a contar como se cuenta en la sobremesa?

(HGQ): Una obra de ficción es para contar una historia. Mientras más conozcas sobre teoría y técnicas literarias, mejor; no está mal, porque tienes más argumentos para saber dónde cometiste error y corregirlo antes. Pero (y este es un gran PERO) a la hora de la escritura debes ser capaz de enfrentar la hoja en blanco como un principiante, o puedes perder la frescura y la riqueza de la improvisación. Cuando doy clases de literatura creativa me gusta compararlo como montar bicicleta: no piensas en qué momento debes mover los pies y las manos para mantener el equilibrio; sabes hacerlo por intuición. En las técnicas actuales de la creatividad existe una tendencia a tratar de mirar un problema como si no supiéramos nada de él. Esto sirve para la escritura: si miramos una obra de ficción que creamos como si fuera un inexperto que la lee por primera vez, seremos capaces de abrir nuestro horizonte para aportar mejores ideas y soluciones al proceso creativo. Es difícil, pero existen técnicas para aprenderlo, y son útiles.

¿Regalas libros en alguna ocasión?

(HGQ): Siempre que puedo. No míos.

¿Crees que la literatura cubana está de moda y que el escritor, en tanto figura pública, tiene responsabilidad social?

(HGQ): No leo literatura cubana más allá de la obligación del trabajo como editor y no veo mucho que pueda aportar sobre el tema. A veces si estamos en un bosque y nos fijamos sólo en los pinos, nos haremos expertos en ellos, pero nos perdemos otros árboles que destacan e importan más en el bosque por obligar nuestra mirada a una sola familia. Creo que entenderás la metáfora. En mi caso particular: cuando dejé Cuba en 2002 me propuse dejar detrás un gran provincianismo que contamina casi toda la literatura cubana. Pretendo ser escritor universal, vivo más allá de la literatura cubana, aunque por narices me incluyan en ella. No entiendo bien por qué, quizás porque nací en Cuba, porque no escribo ni desde Cuba ni sobre Cuba, a menos que una historia que escriba sobre los pingüinos de la Antártida, me lo solicite.

¿Cómo le ha cambiado el mundo de la tecnología y el e-book?

(HGQ): Muchísimo. Hoy en día, si te apetece, puedes vivir ajeno a la tecnología, pero te perderías una herramienta poderosa de llegar a más lectores. Siempre estaba negado a esto hasta que una amiga que entonces era mi asesora literaria y legal, casi me obligó a abrir página en Facebook y me dio varios consejos sobre abrir un blog. Ni te puedo contar las alegrías y beneficios que me ha dado la literatura desde entonces. Tengo lectores en el otro lado del mundo (aquí puedes decir Japón o Chile) que sin la tecnología actual me habría costado decenios obtener. Y de paso te cuento: estoy muy sorprendido que Cómo se escribe una novela, se venda en países en los que jamás había imaginado tener un lector.

¿Sentías que habías nacido con vocación literaria, cuáles son tus verdaderos orígenes en ese sentido?

(HGQ): No, para nada. Nadie escribía ni escribe en mi familia. Tengo, eso sí, el talento imaginativo de mi madre, que era una lectora incansable de novelas de espionaje y policiales; y tengo la capacidad de esfuerzo y el raciocinio de mi padre. Con la primera, vuelo para ir más allá del mundo individualista que nos rodea y nos pretende convertir en seres colectivos; con la otra, me anclo a tierra para no destrozarme como Ícaro en un vuelo demasiado alto.

¿Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?

(HGQ): No suelo lamentarme, ni quejarme, ni arrepentirme del pasado. Si salí de Cuba, el medio supuestamente natural de mi literatura, fue porque quise y a ello me enfrento. Escribo para lectores, no en exclusivo para lectores cubanos.

¿Crees que la literatura cubana a veces tiene serios altibajos?

(HGQ): No lo sé, pero supongo que los tendrá como la sueca o la neozelandesa.

¿Qué libros han cambiado tu vida?

(HGQ): En la adolescencia cientos de novelas de aventuras de Salgari o libros de viajes como Las fieras de Kumaon, de Jim Corbett. Quizás también montones de libros policiales de Agatha Christie, Hammet, Chandler, u otro montón de ciencia ficción de escritores norteamericanos y rusos. Ya adulto, luego de haber descubierto la literatura como profesión, hay libros como Cien años de soledad, Doktor Faustus, que me dejó sin aliento, o La guerra del fin del mundo, que me abrió un horizonte técnico que luego me marcó durante años y que me costó soltar.

El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los nuevos cambios?

(HGQ): Ni siquiera pienso en ello. Y es serio. Regresar a Cuba, incluso en otra situación políticamente más adecuada que la actual, sería apenas como un turista. Ya no pertenezco a Cuba, porque los mismos cubanos han hecho posible que no pertenezca, y ojalá solo hablara de política, pero por desgracia va más allá. Mi vida está demasiado afincada en Europa como para pensar en regresar. Pero nunca se sabe lo que diga el futuro.

¿Has tenido que esquivar la censura en tus escritos?

(HGQ): Constantemente. Ajena o propia. Incluso en la democracia europea, me he visto contaminado por lo políticamente correcto. Es difícil escribir así, pero le busco el lado útil: la censura nos vuelve creativos.

¿Hay algún género más eficaz para trascribir la realidad cubana?

(HGQ): No sé si cambiar de un género a otro cambiaría las cosas en lo referente a contar la verdad sobre lo que pasa en Cuba, pero sí necesitamos que los historiadores de dentro se quiten el lastre de la dictadura. Algún día pasará. Es cuestión de tiempo.

¿Crees que la cultura cubana tiene déficit de monografías, memorias históricas que den profundidad a esta cultura? ¿Cómo se puede suplir este vacío?

(HGQ): No puedo darte una respuesta completa, porque ya te digo que no soy lector asiduo de temas cubanos, pero creo ver muchos libros sobre temas cubanos dando vuelta por la red, muchos son de ensayo, historia, etc. Espero que además tengan calidad, aunque de los que he podido leer, la calidad no es precisamente un tema por el que se preocupen demasiado en todos los casos. Unos por poca originalidad o excesiva repetición de otras ideas ya escritas; otros por un lenguaje tan rebuscado que aparentan esconder las lagunas mentales de su creador. Aquello de que si no entiendes lo que escribo tampoco encontrarás defectos. Entre amigos solemos llamar a esta manía “la metatranca”. Por desgracia muchos se dejan engatusar por ese lenguaje artificioso presente en no pocos libros cubanos de ensayo de usar palabras y redacciones forzados, y llenos de recovecos que obligan al diccionario. Así que creo que el problema (al menos como lo vi en su momento, hoy ya no sé) es de calidad, no tanto de cantidad. Pero puedo estar equivocado.

¿Sin memoria histórica no hay imaginación?

(HGQ): Sin memoria no hay imaginación. Sin memoria histórica se puede crear tirando de otras cosas.

¿Qué significado tiene para ti la ciudad dónde has vivido la mayor parte de tu vida?

(HGQ): Mira, aquel tópico del barrio como la patria es una verdad como un templo. La mayoría de los buenos recuerdos que tenemos de un país tienen que ver con nuestras vivencias del barrio, de la ciudad. Yo guardo los mejores recuerdos de mi vida de Pinar del Río, La Habana y Madrid (donde he vivido casi la mitad de mi vida).

¿Qué objetivo persiguen tus libros?

(HGQ): Escribo porque algo me motiva, desde el vuelo de un insecto o el movimiento de una brizna de hierba hasta el llanto de un ser humano o sus contradicciones internas entre la maldad y la bondad. Intento transmitir esa misma emoción a quienes se atreven con mis textos. A veces lo logro, a veces me gano una reprimenda: para eso es la literatura.

¿Qué mensaje deseas trasmitirles a los cubanos y a tus lectores en este año 2014?

(HGQ): A los cubanos que todo lo que empieza, termina alguna vez, SIEMPRE; pero que hay que darle un empujoncito, cada uno un poquito, de la manera que pueda, para que se acabe de una vez. Da igual lo eterno que parezca. A mis lectores, más que transmitir, debo agradecerles por su constancia. Aún no me acostumbro a que alguien pueda emocionarse con algo que pare mi imaginación en la soledad de una habitación. ¡Es maravilloso! Gracias por estar ahí.

© cubaencuentro

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