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Música

«Un mensaje distinto implica riesgos»

Entre música y 'Utopías': El cantautor Julio Fowler presenta nuevo disco.

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Julio Fowler.

Julio Fowler.


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Si algo destaca en el trabajo de Julio Fowler de estos últimos años, es su constancia, la capacidad para reactualizar su música (y lo que implica su producción) en la nuevas circunstancias de la aldea global; así como el empecinado compromiso con una creación cuya actitud, como hecho musical, postula respuestas alternas a la estandarización del mercado. Sus discos Dale mambo (Urban Color Music, 2003), Buscando mi lugar (Factoría Autor, 2006) y Utopías, también con este último sello, son ejemplos de ese trabajo.

Utopías, el último disco de Fowler, se inscribe en la difícil apuesta por resituar a un cantautor que, lejos de su campo de producción original (y por tanto de los que podrían ser sus receptores orgánicos e ideales), explora aquellos horizontes donde su discurso pueda narrar, con la mayor eficacia comunicativa posible, las condiciones de existencia en la contradictoria relación individuo-sociedad. Y esta arriesgada apuesta, iniciada en Buscando mi lugar, define la propuesta de Utopías.

¿Por qué Utopías?

Aunque el disco no propone un relato particularmente utópico, ni se mueve en torno a fábula alguna de carácter prospectivo, sí creo que es el espíritu que reina en él, pues recrea bastante mi subjetividad, mi actitud ante la vida. Luego, porque me interesan las diversas actualizaciones que a partir de 1989 han ido surgiendo en el debate cultural y filosófico contemporáneo respecto a esta categoría. Por lo que me pareció oportuno recuperar su discusión entre nosotros; es decir, repensar esta noción en el contexto de una sociedad que ha sancionado su puesta en escena histórica, que reconoce el fracaso estrepitoso de su instrumentalización política, pero al mismo tiempo necesita comprender esa tensión antropológica a la emancipación que connota.

Históricamente, las utopías han sido ideas, proyectos que nunca han podido llevarse a la práctica. Sin embargo, no por ello han dejado de existir. ¿Cómo situarías el discurso de tus canciones sobre las utopías en la nueva era de la aldea global?

Cierto, aunque también depende de qué realidades asociamos con esa palabra. Por ejemplo, hoy vivimos realidades tecnológicas que en otra época fueron consideradas utópicas. Por otro lado, no podemos olvidar que el comunismo como utopía socio-política (que es con lo que suele identificarse esta noción) fue una de las pesadillas del siglo pasado, pesadilla que aún continuamos sufriendo los cuban@s, entre otros pueblos.

No es posible olvidar que en su nombre se originaron realidades de una perversidad tremenda, en su nombre se produjeron masacres y genocidios, como bien describe Alexander Solzhenitsyn en Archipiélago Gulag. Toda la náusea y el rechazo que despierta esta palabra están, sin dudas, relacionados con su instrumentalización política, con la ideologización de una ilusión de "cambio social" fundada en el terror, el control y la exclusión.

Sin embargo, como bien apuntas, todo su poder de fascinación emana, por un lado, de esa tensión antropológica a la emancipación, que nos caracteriza como especie y, por el otro, del hecho de vivir una historia de dominio y servidumbre de más de 2.000 años, de perpetuar una cultura distópica, de opresión que se caracteriza por un modelo de relaciones sociales jerárquico y elitista, el cual provoca el emerger de ciclos libertarios.

En una trama donde la convivencia se constituye en una dinámica de autoridad y obediencia, poder y subordinación, donde la socialidad desaparece en la exclusión y la negación del otro, es lógica y hasta inevitable esa tendencia humana a la protesta, a la rebeldía, a la resistencia, a reflexionar la existencia e imaginar la convivencia de un modo diferente. Es en ese contexto que la utopía, en tanto forma particular de la conciencia, emerge como posibilidad de cambio.

¿Acaso se debe entender la utopía, con su potencialidad de libertad, como una especie de terapia constante para la enfermedad o las disfunciones que contrae el sistema?

Completamente de acuerdo. Sin embargo, me parece importante acotar que la utopía no irrumpe solamente como consecuencia de esa disfunción, de la corrupción o el colapso del establishment, no es sólo el resultado de desencantos y malestares recurrentes en la vida social y de una resistencia crítica a estos. La utopía a la que me refiero es también consecuencia de la emergencia de un nuevo entendimiento, del surgimiento de nuevos paradigmas cognitivos, que trascienden las limitaciones de la modernidad ilustrada y actúan como soporte, como fundamento de una subjetividad distinta, de un nuevo lenguaje y percepción de nuestra especie, de su naturaleza y su relación con eso que denominamos realidad.

En esa nueva fuente de conocimientos que nos invita a mirarnos nuevamente, a cuestionar los fundamentos que sostienen nuestras relaciones sociales, a recuperar nuestra humanidad y nuestra conexión con la trama de la vida —como diría Fritoj Capra—, están las claves para el emerger de una nueva subjetividad, de una nueva conciencia y por tanto la posibilidad de una civilización distinta.

Estarás de acuerdo conmigo en que no es para nada esquizofrénico querer vivir en un mundo más vinculante que jerárquico, más pacífico que violento, más solidario y cooperativo que egoísta y competitivo, más flexible, abierto a la aceptación de la diferencia y del otro que de su negación. Esto es querer vivir en un mundo más humano, lo contrario sí que me parece enfermizo.

¿Cómo abordas, desde tus canciones, la relación entre utopía y política?

Mis canciones, y por tanto mi mensaje, rechaza toda identificación de la utopía con la política, a la cual debe su fracaso como reflexión emancipativa. Es decir, mi propuesta rechaza su uso como instrumento de dominio y control sobre los demás, como justificación racional para establecer un nuevo régimen de servidumbre. Más bien lo que pretenden es comprender el aspecto antropológico de la utopía desde paradigmas éticos y culturales desde ahí, proponer un nuevo escenario emancipativo (auto-emancipativo), cuyo horizonte no es otro que el de la dignidad y la felicidad humana.

En tu anterior disco, Buscando mi lugar, hay señales musicales que apuntan a una propuesta con sonoridades de tintes más "globales". O, en otras palabras, menos cercanas al acento musical cubano. ¿Puede considerarse Utopías una vuelta de tuerca más en esta dirección?

En Utopías hay un poco más de protagonismo de lo que llamas "acento musical cubano", pero en lo esencial sigo mi propia lógica aleatoria y de mestizajes sonoros. De todas formas, pienso que mi música y mis canciones no se rigen por aquellas cuestiones, no están condicionadas por fórmula identitaria alguna o militancias estéticas de ese tipo. Si hablamos de libertades, las asumimos con todas sus consecuencias. Entiendo que un creador debe ser libre de elegir los materiales, las herramientas, los sonidos, los colores, las formas, las palabras, las ideas, los compromisos y las pertenencias, sin más límite que los de su experiencia e imaginación.

En un mundo donde el mercado musical globalizado produce contenidos cada vez más estandarizados, ¿cómo producir mensajes alternos, sin que ello implique una pérdida potencial de receptores a los que va destinado tu música?

Las condiciones en las que suelo producir mi proyecto son relativamente independientes, o mínimas si se quiere; llevan una dinámica y una velocidad distinta a las de una multinacional, que cuenta con una logística publicitaria y de marketing considerable. Es cierto que mi material discográfico está destinado a aparecer para su venta en el catálogo de tiendas globales, como Itune, CD Baby o Amazon, por ejemplo. Y la mayor publicidad que puedo hacer del mismo es a través de una web global como Myspace, o a través de las bitácoras y las webs de mis buenas amistades.

Por las características de mi propuesta, soy un artista en busca de su público y, por eso mismo, no suelo pensar qué cantidad de receptores puedo perder, sino a cuántos y a cuáles mi música puede seducir. Tampoco es algo que me obsesione. Comprendo que mi paradoja es producir música desde un país y un mercado al que mi mensaje sonoro no va estrictamente dirigido. No obstante, hoy día ese receptor potencial está donde quiera que exista un ordenador, internet y curiosidad por descubrir y escuchar lo que no suena en las "radio-fórmulas".

De todas formas, proponer un mensaje distinto implica ese riesgo, el riesgo de la soledad, pero también puede ocurrir el efecto contrario. Bien sabes que muchos de los movimientos contraculturales terminaron siendo masivos y sus líderes convertidos en iconos mediáticos; sus mensajes fueron asimilados, domesticados y legitimados por instituciones a las que de alguna manera se oponían.

Alguno de estos movimientos se convirtió en "cultura oficial" y, sus artistas, en mensajeros del discurso estatal. Ese es, creo, el caso del "Movimiento de la Nueva Trova". Todo su encanto murió cuando comenzó a ser la banda sonora del régimen; entonces dejó de ser un movimiento marginal y minoritario para ser nacional por efecto del marketing estatal.

Más arriba, respecto a la música del disco Utopías, decías que seguías tu "propia lógica aleatoria y de mestizajes sonoros". ¿Cómo resuelven las canciones esta lógica?

Primero, en la combinación de lo acústico con lo electrónico; segundo, en la coexistencia dentro del proyecto de sonoridades, ritmos y géneros distintos a los criollos. Y, por último, en la fusión de aquellos sonidos, ritmos y géneros compatibles entre sí. De este modo es que se puede escuchar un Guaguancó o un Son con groove, una Guajira por bulería, una Afro-guajira o un bolero con pretensiones jazzísticas.

Luego intento que en mi música se concilie, de la manera más orgánica posible, la actitud del trovador (con todos sus tópicos y clichés) y la del músico (con todos sus tópicos y clichés). Como ves, se trata de una lógica propositiva, que no intenta reproducir la tradición, sino partir de ella para articular un lenguaje más abierto y plural, una canción sin fronteras sonoras. Es por este motivo que coproduzco con músicos con esta misma percepción y vocación, como José Mestre y Yuri Wong, y suelo convocar colaboraciones de artistas con un perfil parecido. Si es un acierto o no, depende también de quienes lo escuchen.


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Julio Fowler, música, Cuba

'Bienvenida la locura'

Tema del nuevo disco 'Utopías' de Julio Fowler.

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