Actualizado: 28/03/2024 20:04
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Centrismo, socialismo, capitalismo, dictadura y democracia en Cuba

Los defensores de lo indefendible no defienden socialismo alguno

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Los escribidores defensores de lo indefendible en Cuba, las huestes de Iroel-Ubieta, pretenden levantar una cortina de humo sobre la problemática cubana, caracterizada por la lucha entre los partidarios de la dictadura, que ha asolado a Cuba desde 1959 y los de la democratización del proceso político cubano, al tratar de reivindicar en primer plano la supuesta confrontación entre capitalismo y socialismo en Cuba.

La debilidad teórica de esa posición salta a la vista para todos aquellos conscientes de que en Cuba se ha erigido un capitalismo monopolista de Estado, mal administrado por un siempre mismo grupito, que ha llevado el país a la quiebra, destruido su economía y empobrecido a su pueblo, ejerciendo para su beneficio estrecho una supuesta dictadura del proletariado, con una economía estatizada y centralizada y un partido único que ejerce arbitrariamente todo el poder. Todo, en nombre de un socialismo inexistente.

En nuestro país, el Estado que se apropió de todas las empresas y riquezas de todos, siguió explotando en forma asalariada, capitalista, a todos los trabajadores manuales e intelectuales, pero pagándoles salarios miserables, lo que junto a los subsidios internacionales de la URSS y luego Venezuela, le ha permitido mantener una desproporcionada burocracia político-militar y dar al pueblo paternal y populistamente, como migajas “gratis”, un mediocre nivel de salud y educación.

En todo el tiempo, ese Estado ha querido controlar para sí la fuerza de trabajo y por eso se ha opuesto y obstaculizado todo cuanto ha podido el trabajo libre, privado o asociado, cuentapropista, cooperativista, mutualista, comunitario, por acciones y demás formas asociativas que caracterizarían la nueva sociedad poscapitalista que incluiría también el capitalismo privado grande, mediano y pequeño.

Esta dictadura, dizque del proletariado, estructuró un sistema político controlado de arriba hacia abajo, con su componente represivo por detrás y por debajo, que garantiza la reelección en los cargos públicos a todos los niveles de los sostenedores del régimen, al tiempo que criminaliza, demoniza y reprime la diferencia, la protesta, la oposición y la disidencia e impide cualquier acceso al poder, por mínimo que sea, a los “no revolucionarios”.

De manera que los defensores de lo indefendible no defienden socialismo alguno, sino ese entuerto de capitalismo monopolista de Estado, sustentado en una dictadura que una y mil formas represivas y chantajistas para tratar de mantener el control de la sociedad.

Y, por tanto, todos los que de alguna manera se oponen, la critican y tratan de influir en ella, por las vías que sean, buscando democratizar el sistema político, no están defendiendo, ni son partidarios del capitalismo, como quieren hacer ver los lebreles del sistema. Todos, no importa su auto-identificación de izquierda a derecha, de comunalistas, a federalistas o liberales, buscan la existencia de un sistema político democrático en Cuba que reivindique la soberanía popular.

Al tratar de presentar la lucha entre los partidarios de la dictadura como defensores del socialismo y los luchadores en diverso grado por la democracia, como agentes del imperialismo internacional que buscan restaurar el capitalismo en Cuba, el diversionismo desinformador y manipulador de la dictadura procura poner en un mismo saco “contrarrevolucionario” a opositores y disidentes socialistas, buscando que entre ellos jamás pueda llegarse a algún tipo de entendimiento.

Esto explica, junto a la actividad de sus agentes, las dificultades que hemos encontrado, los que hemos tratado de crear un amplio frente democrático que involucre, desde el respeto a la identidad diversa, a todas las fuerzas partidarias de la democratización en Cuba.

Es por eso que la claque anti-intelectual del sistema acusa a un grupo de intelectuales cubanos que se mueven en los márgenes de la disidencia socialista, de falsos centristas que supuestamente “quieren lo mejor del capitalismo y lo mejor del socialismo al mismo tiempo, pero que en realidad son una quinta columna del capitalismo internacional”.

Es verdad que, en la Revista Temas, en Cuba Posible y en otros espacios por el estilo muchos, no todos, prestigiosos intelectuales se cuidan de no aparecer enfrentados a la dictadura, por razones de supervivencia y como vía para tratar de hacer “potables” sus críticas y sugerencias al estatalismo asalariado burocrático. Caminan por una “cuerda floja” en equilibrio constante, por lo cual asumen en ocasiones, posiciones muy críticas hacia la oposición tradicional más radical, como forma de contrapesar sus señalamientos y sugerencias al poder. Pero sin pretenderlo, le hacen el juego al sistema.

También desde la oposición tradicional, no se quedan atrás en eso hacer el juego a los lebreles del sistema, creo que inocentemente igual, al calificar a esos intelectuales cubanos como agentes castristas. Desde luego que, en todas partes, los infiltrados de la dictadura hacen su parte. Se les pudiera identificar por sus posiciones divisionistas y sus críticas acérrimas y ultra-sectarias a los que también quieren democracia desde otras posiciones.

Mientras la amplia disidencia socialista y la oposición tradicional no comprendan que tienen como adversario común principal a la dictadura militar, que impide la democratización y por tanto la lucha en democracia de los distintos, o a veces no tan distintos proyectos económicos y sociales, el poder de la burocracia seguirá ejerciendo la hegemonía en el ambiente político cubano.

Opositores y disidentes, en realidad, buscan un cambio democrático del sistema y aunque no se pongan de acuerdo, están en el mismo bando democratizador, aún con diferencias sobre el tipo de democracia y el cómo alcanzarla.

Iroel-Ubieta y Cía., son la parte pública del aparato de contrainteligencia-ideológica del sistema que procura mantener la división de las fuerzas que adversan a la dictadura y logran confundir a los que, en cualquier bando, siguen viendo algún “socialismo” en Cuba. La defensa del “socialismo” en Cuba es coartada de la dictadura.

La creencia de que hay algún socialismo en Cuba y no un asqueroso y bochornoso capitalismo monopolista de Estado, obstaculiza entender que la lucha no es entre socialismo y capitalismo, sino entre dictadura y democracia y favorece el sostenimiento del sistema dictatorial.

Por demás, efectivamente, entre dictadura y democracia, no hay centrismo posible. Y esta verdad que trata de ocultar, es a lo que más teme el castrismo porque posibilitaría la definitiva polarización social que traería su derrumbe, como está ocurriendo en Venezuela.


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