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Represión

El delito de Ángel Santiesteban

Uno de los narradores más sobresalientes de la literatura de la Isla en los últimos tiempos, ha sido condenado a cinco años de prisión

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El escritor cubano Ángel Santiesteban, uno de los narradores más sobresalientes de la literatura de la Isla en los últimos tiempos, ha sido condenado a cinco años de prisión. Su delito: “violación de domicilio y lesiones”. Sin embargo, el propio sentenciado ha afirmado que “No me sancionó el tribunal: me condenó la Seguridad del Estado por abrir un blog y ser opositor al Gobierno”. Y agrega que el proceso contra él por presuntos delitos comunes comenzó hace unos tres años y medio, después de que se “asqueara de seguir llevando una careta” y abriera un blog independiente, Los hijos que nadie quiso, desde el cual ha estado publicando la verdad sobre la situación de la cultura y la sociedad cubana actual.

Así, lo acusaron sucesivamente de atropellar a un niño y darse a la fuga, de violación, robo con fuerza, intento de asesinato y daños, cargos que posteriormente no se sostuvieron. Afirma el escritor que por los dos delitos por los que finalmente lo enjuiciaron, siete personas atestiguaron que él no estaba en el supuesto lugar de los hechos en el barrio habanero de El Vedado, sino en el lejano municipio de Diez de Octubre, repasando con un hermano de logia que debía presentar un examen para maestro masón.

Yo creo en lo que dice Santiesteban, no en lo que afirma o podría afirmar una dictadura que mantiene en silencio esta sanción para los residentes en Cuba. Creo asimismo en lo que dice el sancionado porque ha demostrado ser un hombre valiente, que antes había expresado que no pagaría ni “una multa de cinco pesos”, que en ese caso iría a la cárcel, puesto que era inocente.

El pasado 8 de noviembre Santiesteban fue golpeado salvajemente por las hordas castristas cuando él y un pequeño grupo de activistas averiguaban por la situación del opositor Antonio G. Rodiles, cerca de la unidad policial donde este se hallaba detenido en La Habana. Como consecuencia de los golpes recibidos, el escritor resultó con varias costillas dañadas y una herida de consideración en la cabeza, entre otras lesiones. Posteriormente lo encerraron en un calabozo del cual lo liberaron días más tarde, curiosamente, cuando la camisa que llevaba puesta al ser agredido circulara, ensangrentada, por las redes sociales. Durante su permanencia en el calabozo, Santiesteban se había declarado en huelga de hambre.

Creo que para eliminar cierto misterio que cubre el porqué de la acusación, Ángel Santiesteban, quien aún está a tiempo de hacerlo antes de ir a cumplir la condena, debería de anecdotizar un poco más sobre los hechos que se le imputan y que conllevaron a la sanción. Aunque, como decía antes, yo, y muchos otros, creen en su inocencia. Y creen que la dictadura está tratando de silenciar de alguna manera a una voz que se le ha hecho incómoda en los últimos tiempos.

En estos casos, uno piensa que debería pedirles a los escritores residentes en Cuba solidaridad para un compatriota honesto, valiente, desinteresado. Pero los escritores que en la Isla se podrían solidarizar con su colega no tienen acceso a esta información, puesto que la dictadura no la da conocer y ellos no cuentan con Internet. Por otra parte, tampoco tiene sentido pedirles solidaridad con su colega a los otros, a esa minoría que sí tiene acceso Internet. Puesto que de esta minoría, la mayoría corresponde a los que se han vendido al castrismo con tal de que les publique sus libros, les dé viajes, medallas y diplomas; o bien gozan de altos privilegios que les hacen afirmar, como lo hiciera hace poco el gran vasallo Miguel Barnet, que “es un privilegio vivir en Cuba”.

A Ángel Santiesteban lo han enjuiciado por delitos del orden de “violación de domicilio y lesiones”. Sin embargo, a quienes lo golpearon brutalmente a él, a quienes lo encerraron en una celda durante varios días, donde aquellos lo humillaron de gestos y palabras, no los habrán de juzgar, aunque convivan bajo el mismo Código Penal.

Lo ocurrido con este escritor cubano puede ser el inicio de una escalada de la dictadura, como la ocurrida en 2003, cuando 75 periodistas disidentes fueron condenados a largas penas y tres hombres que no merecían la muerte fueron condenados a esta. Solo, digamos, para dar un ejemplo.


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