Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Emigración, Exilio

¿Gusta café?

No existe la menor intención del Gobierno cubano de ver a los emigrados como ciudadanos con derechos, afirma el autor de este artículo

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CAFE es el título de una nueva organización cubano-americana. Significa Cuban/Americans for Engagement, un promisorio nombre que parece indicar la voluntad de sus sostenedores para involucrarse en la gestión de acciones y políticas a favor de la comunidad cubana residente en Estados Unidos.

No conozco muchos detalles de sus propósitos, ni de cómo se organiza. De una foto en familia junto a un representante legislativo, se habla de 9 personas, regularmente en sus cuartas décadas de vida, profesionales, todos blancos, mujeres y hombres. Algunos de ellos son miembros de familias de la élite insular —política, económica o cultural—, otros han sido comensales predilectos de las actividades de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington y otros poseen status migratorios lo suficientemente flexibles como para poder viajar frecuentemente a Cuba y retornar a Estados Unidos sin contratiempos. Algunas de estas personas han sido contribuyentes de periódicos digitales donde se han expresado sobre diversos temas y en ocasiones han abogado a favor de un apoyo crítico a la “actualización” del General/Presidente, donde, recalco, lo sustantivo es el apoyo mientas que la crítica es un addendum adjetivo. Entre estos periódicos se encuentra Cubadebate, el órgano digital del departamento ideológico del Partido Comunista de Cuba.

CAFE emerge en momentos en que el Gobierno cubano ha declarado que hará una reforma migratoria y en que intenta reformular sus relaciones con la comunidad cubana emigrada. Como he anotado en otros lugares, ello está dirigido a mejorar la imagen externa del régimen político, a ganar apoyos económicos de los emigrados (remesas e inversiones) para una “actualización” que hace agua por muchos lugares y articular un lobby anti embargo/bloqueo que al menos logre levantar la prohibición a los americanos de viajar a Cuba, un recurso indispensable para el despegue del turismo. No creo que exista la menor intención del Gobierno cubano de ver a los emigrados como ciudadanos con derechos. Solo los ve utilitariamente, como remesadores, pagadores de servicios y probablemente inversionistas.

No sé cuáles son las intenciones más íntimas de los sostenedores de CAFE, que por el momento no parecen ser muchos, pero creo que la aparición de esta organización no puede ser sustraída de ese contexto: a él, al menos en primera instancia, se debe. Y si es así, creo que CAFE ha venido a ser parte del problema y no de la solución, sencillamente porque está andando un campo minado con la alegría inepta de un cachorro de elefante.

El comunicado de CAFE inicia su exposición argumental relatando una visita a la oficina de un senador cubano-americano vinculado al Tea Party, y al que dejaron claro que no lo asumían como representación política. Por lo que la visita debe entenderse como una forma de explicar a la opinión pública que serán otros congresistas no cubano-americanos los medios que CAFE utilizará para hacer lobby. Luego visitaron al Departamento de Estado donde instaron al funcionario que los atendió a adoptar “una concepción más amplia de los contactos pueblo a pueblo” y evitar concepciones estrechas que ligan estas estrategias a la subversión política. Todo lo cual significa un espaldarazo a las políticas de Obama en un tema que obviamente sobrepasa las relaciones específicas entre las comunidades cubanas a ambos lados del canal de la Florida.

En lo personal estoy de acuerdo con todo esto, y con el rechazo a la Ley Helms Burton. Diría que fue un tour político nada novedoso, pero saludable. Sencillamente no objetable. Los problemas comienzan en el otro lado de la gestión, cuando los integrantes de CAFE visitaron la Oficina de Intereses de Cuba en Washington.

Con absoluta transparencia detallan cuatro puntos tratados con el funcionario que aquí les atendió. Y quien, imagino, debió haber tenido la entrevista más cómoda de toda su carrera, más placentera que los bembés de La Colmenita. Pues en verdad lo que los visitantes le dijeron es lo que todo funcionario cubano siempre quiere oír. Y todo ello a pesar de que el principal obstáculo para una relación saludable entre las comunidades cubanas dentro y fuera de la Isla, es la política antinacional, excluyente y discriminatoria del Gobierno cubano.

Veamos los cuatro planteamientos según CAFÉ:

1. una apertura del Gobierno cubano a las inversiones de cubano-americanos en los sectores de pequeña y mediana propiedad. Totalmente música celestial, a lo que al final se puede decir que si no se hace es por culpa del embargo.

2. La eliminación de las restricciones de viaje a la Isla impuestas a grupos sociales específicos, entre ellos los balseros, y médicos que han abandonado misiones en el exterior. Parcialmente música celestial: lo de los médicos quedaría para una meditación más profunda en el futuro.

3) El precio excesivo de trámites de pasaporte, permiso de salida y viajes que encarecen abusivamente la posibilidad de una relación más activa entre la comunidad cubana en el exterior y la Isla. Más música celestial. Obsérvese que ni siquiera se objeta el permiso de salida, por lo que según CAFE los cubanos deben pagar menos por la violación de su derecho al libre tránsito.

4. Un llamado a la eliminación de los prejuicios existentes hacia los cubano-americanos que dificultan una relación mas activa entre éstos y las instituciones de la Isla, en áreas como el intercambio académico, educacional y cultural. Todo un concierto de música celestial.

Lo planteado por CAFE, cualquiera que sea la buena motivación de sus sostenedores, está a muchas leguas de distancia de todo lo que es importante en este campo. Lo está de los problemas reales que exigen una solución integral inseparable del reconocimiento de plenos derechos de tránsito a los cubanos de todos los lados. Lo está de los documentos diagnósticos más avanzados emitidos por instituciones, un ejemplo de lo cual es el contundente informe “La diáspora cubana en el siglo XXI” del CRI-FIU. Y lo que pudiera ser aún más paradójico, lo está posiblemente de las propias decisiones del Gobierno cubano en su intento lampedusiano para cambiar algunas normas migratorias.

Creo que, al margen de enfoques políticos particulares, nada es plausible en la relación del Gobierno cubano con la emigración si no aborda la cuestión clave de los principios de ciudadanía que establecen el derecho de todo cubano a viajar libremente y a regresar a su país de nacimiento, al menos que haga renuncia expresa a la nacionalidad cubana. Es un tema denso y lleno de resentimientos de ambas partes y por eso creo aceptable la idea de un cronograma explícito que produzca una reconstrucción gradual ciudadana en este campo, pero dejando claro para todos las metas, los plazos y los compromisos.

No es ni política, ni moralmente aceptable confundir nuestros derechos ciudadanos con la rebaja de aranceles o con la posibilidad de un empresario de invertir en la economía cubana. Admitir, siquiera por omisión, que el Gobierno cubano usa el tema migratorio como un mecanismo de control político; y que desde él reparte castigos muy dolorosos y recompensas mezquinas, es francamente imperdonable.

Creo que los sostenedores de CAFE se han colocado de la peor manera en un tema muy complicado. Vale la pena que mediten sobre el futuro complejo de un gran espacio transnacional (no es de otra manera) que se llama sociedad cubana.

Realmente lo necesitamos.


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