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Ferry, Miami, Cuba

Miami-Dade, el alcalde, un ferry y los ministros sin cartera

Rezagos de una época en que algunos en Miami pensaron que la ciudad y el condado podían desarrollar una “política exterior” propia, ajena al país

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Carlos Giménez, alcalde del condado Miami Dade, convocó una conferencia de prensa el viernes pasado para aclarar, ante la preocupación de varios ministros sin cartera, su posición ante el comercio con Cuba. Los ministros sin cartera del condado son, a saber: ministro de relaciones exteriores; ministro de comercio exterior; ministro de la corrección política, ministro de la intransigencia y ministro de la aplanadora de discos. El de la aplanadora nunca acude al condado, solo al Versailles; ninguno tiene oficina condal, solo residen en su territorio y siempre aguardan vigilantes para que todo lo que tenga que ver con Cuba marche según sus intereses.

La razón de la conferencia de prensa era la alarma de que, desde el sagrado puerto de Miami partiera un ferry (o varios) hacia el blasfemo puerto de La Habana.

Debemos aclarar la metáfora: el origen de los ministerios sin cartera se remonta a un lejano tiempo, pero su auge corresponde a cierta época, cuando el Gran Miami se convirtió, de ser un grupo de pequeñas ciudades, en una especie de Ciudad-Estado: con su propia política exterior, prerrogativas comerciales, delegaciones políticas a diversos países del mundo, a la Casa Blanca y el Capitolio. Todo eso con el beneplácito de Washington, que durante mucho tiempo tenía su política con Cuba en una especie de piloto automático, con algún que otro tembleque en el rumbo, pero siempre complacientes con casi todo lo que querían dichos ministros sin cartera. El quid pro quo era que le garantizaran el voto en las distintas elecciones. Era la época de venir a Miami, comerse un pastelito de guayaba y gritar “Viva Cuba Libre”, esperando que nuestros votos de ilusionados y colonizados patriotas les colmaran las urnas, ya fuera para la presidencia o algún otro cargo subsidiario.

Pero Barack Obama, desde el día 17 de diciembre de 2014, modificó dicha función ministerial. No es que no tengan razón, que no sean más o menos activos, honestos, motivados, valientes, intolerantes y/o repletos de fe como todo caballero comprometido con el Santo Grial de la patria soñada. Es sencillamente, queridos ministros, que la cosa cambió. El jefe les quitó, o les está quitando la escalera, dejándoles apenas un clavito, o una brocha de la que agarrarse. Y no es porque el jefe sea demócrata o negro, es porque este país, tiene un gobierno (la histórica fuente de poder de nuestros ministros sin cartera) con ministros de verdad, para que se encarguen de todas esas cositas, como los ferrys, y los avioncitos y los negocitos que tanto demócratas como republicanos —nadie sabe con cuánto éxito final— ansían hacer con Cuba. Y si se autoriza o no que partan desde las costas de Estados Unidos ferrys (transbordadores) hacia Cuba, como fue desde 1909 hasta 1959, es asunto de ellos, no del condado ni de los ministros de comercio y relaciones exteriores de la República Exiliada de Miami Dade.

La respuesta de Carlos Giménez al tema central de la conferencia de prensa fue meridiana: “No hacemos negocios con países. Sólo hacemos negocios con empresas de transporte”. “Si los servicios de ferrys han decidido [prestar servicios en Cuba] para ganar más dinero, eso es cosa de ellos, mientras sea legal”. Giménez en doce palabras explica y define el futuro del comercio y las relaciones con la Isla: Si están acogidos a la ley y dan dinero, adelante; y déjense de meternos miedo. La respuesta del alcalde no solo es meridiana, sino completamente apegada al servicio y los intereses de la comunidad heterogénea, diversa y plural que por su cargo electo tiene el deber de servir, más allá de los intereses del particular exilio tradicional cubano.

Cito el reportaje de Douglas Hanks en El Nuevo Herald[1] sobre la conferencia de prensa de los ferrys: “No entiendo la urgencia de este asunto en este momento para el condado”, dijo el comisionado Esteban “Steve” Bovo, hijo de un veterano de Bahía de Cochinos y fuerte crítico del Gobierno cubano en la comisión de 13 miembros. “Me causa un poco de ansiedad tratar con este asunto, cuando en Cuba no ha sucedido nada que merezca un cambio”. Señor Bovo, un Valium…



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