Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Opinión, Primavera Negra

Ni aplaudir ni agradecer

Ariel Sigler Amaya nunca debió haber sido encarcelado, por lo que no hay que agradecer ahora su puesta en libertad

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“¿Por qué aplauden y celebran si nosotros no deberíamos estar aquí?”. Esta frase, inolvidable, la pronunció alguien cuando, en uno de los campos de trabajo forzado establecidos por el gobierno cubano, en la década de 1960, en las llanuras de Camagüey, los jefes militares anunciaron que dentro de un mes los familiares podrían visitar a los confinados.

Me viene a la mente aquella frase hoy, cuando el preso político Ariel Sigler Amaya, parapléjico gracias a la buena atención que recibía en el penal, ha sido liberado mediante “licencia extrapenal” luego de siete años de cárcel.

Yo no digo que ésta sea una mala noticia. Sólo me siento en el deber de replicar a los que rebozan de entusiasmo con esta decisión de la dictadura cubana, a quienes han llamado a esta determinación “un gesto de buena voluntad” de parte del gobierno de Fidel y Raúl Castro, a los que casi agradecen a este par que hayan liberado a quien nunca debió ser encarcelado. Parafraseando: “¿Por qué aplauden y celebran, si Sigler nunca debió estar allí?”.

Ariel Sigler Amaya ha demostrado de nuevo su estoicismo, su valentía: “No voy a dejar en ningún momento de luchar por la libertad y la democracia en Cuba, voy a seguir porque nuestros hermanos que quedaron en prisión salgan en libertad'',  ha afirmado luego de ser excarcelado. Está consciente de que sus “hermanos” siguen padeciendo una condena injusta. Y que la excarcelación de éstos debe, o debiera,  ser objetivo de todos los hombres de buena voluntad.

Que se sepa, el ahora liberado no ha agradecido a sus verdugos por esta acción. Y nadie que goce de un mínimo de objetividad debe hacerlo.

Llama la atención que CNN en Español, una cadena de noticias que durante la mayor parte de su estadía en Cuba se ha portado como una vasalla de la dictadura imperante en Cuba, haya dado a conocer una breve entrevista con Sigler, en la cual éste enfatizó sobre las violaciones de los derechos humanos en la Isla. ¿Tendrá aún hoy corresponsalía en Cuba CNN en Español? Si la respuesta es sí, tampoco es una mala noticia, pero, a la vez, no es como para aplaudir ni agradecer a la dictadura bicastrista porque haya abierto un poquito la mano de su férrea censura a la información. Como aquél que estaba encarcelado, la censura tampoco tenía por qué estar allí.

No es el momento de “pedir”, de “solicitar” al régimen cubano alguna que otra limosna. Se trata de “exigir”, de exigir lo que no es de aquel régimen: la libertad de los presos, la libertad de todo un pueblo, la democratización de la sociedad, y todo lo que faltaría enumerar. Es decir, con los radicales, hay que ser radicales.

Ahora resulta que la Iglesia Católica cubana es la anunciante de lo que hará la dictadura; es la que está dando a conocer la liberación de Sigler o el acercamiento de otros presos políticos a cárceles más cercanas a los domicilios de sus familiares. Esto es ridículo. Y yo aún dudo que haya sido la Iglesia la que se acercó a Castro y no viceversa, porque sería una salida de cierta elegancia para el segundo hijo descarriado de Birán que, gracias a la Iglesia, él, que representa la bondad de “un pueblo justo y sensible”, haya decidido –no sabríamos por qué razón– aplicar algo de clemencia a “los enemigos de la patria”.

De cualquier manera, nadie pagará a los que ya han sido excarcelados el tiempo que injustamente pasaron tras las rejas, ni a los que continúan en prisión el que han cumplido y el que les espera.

Se le podría asimismo exigir a la dictadura bicastrista una quimera: ¿Ofrecerá disculpas a Ariel Sigler Amaya?


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