Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Inmigración

Vivir de ilusiones, morir de desengaños

Si se mantienen expectativas infundadas es lógico sufrir decepciones cuando no se materializan los deseos

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¿Quién había prometido una “reforma migratoria” en Cuba antes de fin de año? ¿Quién? Ciertamente, no fue Raúl Castro, quien resulta bastante predecible como gobernante.

El primero de agosto del 2011 el General había declarado públicamente, en las conclusiones de la sesión de la siempre unánime Asamblea Nacional del Poder Popular: “aprovecho la oportunidad para informar a los diputados y a los ciudadanos que nos encontramos trabajando para instrumentar la actualización de la política migratoria vigente, en función de lo cual se ha venido avanzando en la reformulación y elaboración de un conjunto de normativas reguladoras en esta esfera, ajustándolas a las condiciones del presente y el futuro previsible”. Hasta aquí lo dicho por el General-dictador: nada más, nada menos. Ningún plazo, ninguna fecha, ningún compromiso.

No pretendo presentar al tirano como ejemplo probo de palabra empeñada ni cripto-demócrata posando como dictador, pero no es recomendable pretender esconder insuficiencias de “analistas” culpando al gobernante de no cumplir lo prometido, cuando no hubo tal promesa, ni tampoco intentar diluir culpas de ingenuos o ineptos en incumplimientos de alguien que reúne suficientes “méritos” reales para ser criticado y condenado por muchas cosas, pero no por un incumplimiento que no ha existido, simplemente porque no había prometido nada para este fin de año.

Entonces, hacer maletas antes de tiempo, o ilusionarse con comentarios de algunos blogueros oficialistas —a quienes el imaginario político-absurdo confiere en ocasiones poderes tan extraordinarios que llega a identificar su paginita digital como “el blog de la Seguridad del Estado”— o ilusionarse con comentarios de blogueros alternativos —a quienes ese mismo imaginario político—absurdo confiere en ocasiones poderes tan extraordinarios que consideran sus comentarios cuasi-proféticos o sobrenaturales— forma parte del tinglado de ilusiones, especulaciones y “ojalaterías” en que lamentablemente se mueve tantas veces el mundo de los “expertos” en temas cubanos, algunos fuera del país e incapaces de caminar desde L y 23 hasta la Plaza de la Revolución sin que les guíen, y otros dentro del país que de verdad creen que en la Asamblea Nacional del Poder Popular se discuten y deciden asuntos importantes para la nación.

Los que habían creado y creído la vana ilusión del anuncio de una reforma migratoria en este período de sesiones de la Asamblea Nacional, recibieron dos pistas muy claras y definitorias que les hubieran aclarado todo, pero que no tuvieron en cuenta por prepotencia, ignorancia, o ambas cosas a la vez: una semana antes se había producido una reunión ampliada del Consejo de Ministros, y el mismo día en que comenzaba la sesión de la Asamblea (23 de diciembre) se informaba del Pleno del Comité Central del Partido celebrado el día anterior. De acuerdo a lo informado por la prensa oficialista, ni en la reunión ampliada del Consejo de Ministros, ni en el Pleno del Comité Central, se mencionaba ni una sola vez una sola palabra sobre la reforma migratoria, a la que el régimen se refiere como “ajustes en la política migratoria”, porque la palabra “reforma” provoca urticaria en la gerontocracia.

Que algunos cubanos de la prensa alternativa dentro de Cuba, sin toda la información necesaria a su disposición, puedan confundirse, es comprensible, como lo es también que algunos, de una parte y otra, digan lo que haya que decir a ver si “adivinan”, porque el deseo de protagonismo no admite límites; pero bastaba conocer mínimamente la forma en que funciona —y siempre ha funcionado— el régimen para haberse dado cuenta de que el tema migratorio no sería tratado en esta sesión de la siempre unánime e inútil Asamblea Nacional. De manera que tanto ingenuos como oportunistas perdieron una magnífica oportunidad de haberse quedado callados.

Sin embargo, resulta menos comprensible que corresponsales extranjeros de poderosas agencias de prensa occidentales radicados en La Habana, entre ellos los de AFP, AP, EFE y ANSA, y medios de prensa de países libres, como El Mundo y ABC, en España, o El Nuevo Herald, en Miami, hayan sido partícipes del despiste, y ahí están los despachos periodísticos desde la Isla para corroborarlo. Para no ser mal pensados, supongamos que quizás todo esto haya sido desinformación inducida y diseminada por “el aparato” en estas fechas, precisamente para crear frustración en muchos receptores, a manera de regalo de navidad para sus “enemigos”.

Aunque no es fácil conceder el sacrosanto beneficio de la duda en tantos casos. He leído en tres ocasiones un reciente despacho noticioso en la web martinoticias.com, de Radio y Televisión Martí, que asegura que Raúl Castro juzgaría como “delito político” la corrupción. Lo he leído tres veces no porque se trate de un portento literario, sino tratando de encontrar una sola frase en el despacho noticioso que confirmara el titular tremendista, y no la encuentro: en ninguna parte dice que la corrupción será juzgada como delito político. Tal parece que el titular salió del deseo “ojalatero” del redactor, y no de la realidad, lo que sería una tendencia muy peligrosa en caso de mantenerse.

Casi cincuenta y cuatro años de dictadura son mucho tiempo, demasiado, y el agotamiento y la frustración pueden desalentar a muchos, pero recurrir a manipulaciones informativas o caer en ingenuidades insensatas ante un aparato de poder y terror que ha demostrado con creces su maldita eficacia, no tiene sentido, ni mucho menos cambiará la realidad. No hay que inventarle faltas a la tiranía o al tirano para combatirles: tienen demasiadas, reales y demostrables.

Raúl Castro acaba de decir que actualmente la corrupción es contrarrevolución. Eso mismo dijo hace un tiempo el investigador Esteban Morales y fue expulsado del Partido (aunque después readmitido). ¿Expulsará el Partido a Raúl Castro por decir lo mismo, como hizo con Esteban Morales, o promoverá a Morales a altos cargos partidistas, como se dice que deseaban algunos para fortalecer la lucha contra la discriminación racial, y eso fue lo que motivó su expulsión del Partido para impedir esa promoción?

Aquí hay un buen tema para analizar e investigar, tanto dentro como fuera de Cuba, y para derivar conclusiones mucho más interesantes que la precipitación por hacer maletas. Que al fin y al cabo, el día que exista la posibilidad de salir de Cuba sin necesidad de permiso, como ocurre en casi todo el mundo, habría muy pocos lugares a donde ir sin tener una visa del país receptor.


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