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Cuba: hora de oportunidades

Editorial del número 78 de la revista 'Vitral', correspondiente a los meses de marzo y abril de 2007.

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Hasta que la realidad demuestre lo contrario, con fehaciente evidencia, vivimos en Cuba una hora de oportunidades.

Oportunidad es el tiempo que se presenta para hacer lo pertinente, es la puerta para la posibilidad. Oportunidad es la frontera en que lo que parecía imposible se adentra en el territorio de lo posible. Es la ocasión lógica para responder a lo que se necesita, quizá desde hace mucho tiempo.pero que estaba ahí paralizada, porque no se habían presentado las circunstancias. No habíamos llegado a la encrucijada entre las condiciones y las consecuencias.

Oportunidad no es oportunismo sino sentido del momento histórico, es discernimiento de las cualidades que rodean un tiempo y un lugar que necesitan cambiar.

Hemos escuchado a muchas personas, de muy diferentes modos de pensar y de creer, con muy diversos puestos en la sociedad, que coinciden en que este pudiera ser un tiempo de oportunidades para Cuba. Atención, decimos: oportunidad para Cuba. Es decir, para todos y cada uno de los cubanos y cubanas que vivimos aquí o en cualquier lugar de la Diáspora.

No se nos parecen estas opiniones a las que durante décadas se han escuchado de algunos de los ángulos agudos de esta historia que se llama Cuba en la segunda mitad del pasado siglo XX. Nos parecen voces muy sosegadas, profundas, serenas, moderadas, estudiosas unas y otras intuitivas, con mucho amor a la Nación a la que pertenecen por derecho en virtud de ese mismo amor y sentido de pertenencia, sostenido a pesar de los ciclones y las sequías.

Tenemos la impresión de que cuando tantas y tan diversas voces y corazones coinciden en la coyuntura de la posibilidad es que el trance tiene algo de acierto y que el tiempo madura para abrir la puerta a las transformaciones sentidas como necesarias, reflexionadas como urgentes, y buscadas como asideros para progresar como cubanos, permaneciendo en tierra y cultura cubanas.

Es hora de dejar atrás los desaciertos y errores, a veces muy graves e irremediables, hora de decidirnos, conciente y responsablemente, por no abrirle la puerta ni a la revancha, ni a la violencia, ni a la venganza. Hora de optar por la verdad sin odios, pero verdad; por la justicia sin ensañamiento, con magnanimidad, pero justicia; y por la reconciliación sin ocultar las cicatrices pero sin hurgar en ellas, es decir, reconciliación que es siempre volver a empezar y pasar la hoja.

Es hora de tomar las decisiones que consideremos mejores para Cuba y su futuro, sin impertinencias pero sin pausa, porque para muchos, por su edad y por su capacidad de resistir, esta es su última hora de oportunidad. y la Patria no debe seguir perdiendo a una significativa porción de sus hijos por falta de oportunidades.

Es la hora de dejar atrás los anacronismos que, como sabemos, significa aferrarse a un tiempo que pasó. Esto significaría aquí dejar de aferrarse a una forma de organizar la sociedad que ya pasó, a unas ideologías que ya pasaron, a unos estilos de trabajo que están trasnochados, a una forma de convivir que ya pasó, a una forma de debatir o dialogar que está superada, a una forma de discrepar que ataca a las personas y no discute sus ideas, a una manera de participar que pertenece a la edad de los autoritarismos y los paternalismos, propios de la adolescencia cívica y no de la madurez ciudadana que sabe que la autopista para llegar a la democracia es la participación efectiva, eficaz, plural, transparente, tolerante y cotidiana. Unas veces siendo participación de apoyo y otras como participación discrepante, pero siempre con la misma validez, respeto y espacios para el debate público y el consenso negociado.

Es hora de dejar atrás los anacronismos e injerencismos foráneos, venidos del Sur y del Norte, del Este y del Oeste. Este tiempo de oportunidades para Cuba debe significar también un gran respeto en las relaciones internacionales por la primacía del protagonismo de los cubanos y cubanas que vivimos, trabajamos y permanecemos aquí, pero esto conlleva, inseparablemente y al mismo tiempo, un gran respeto aquí por la primacía de todos los derechos humanos de todos los cubanos y cubanas que vivimos, trabajamos y permanecemos aquí, por encima de la política, la economía, las ideologías y todo lo demás.

Otros anacronismos que entorpecen esta hora de oportunidades para todos los cubanos, pueden ser los siguientes:

-Anacrónicas son las medidas económicas impuestas contra los ciudadanos y que son éticamente inaceptables, porque equivocan el destinatario, justifican a los verdaderos responsables y trocan las consecuencias. Esto entorpece la hora de la oportunidad para el libre intercambio entre las personas, las familias y los pueblos y contribuyen al "aislamiento de la Isla".

-Anacrónicas son las inversiones económicas que desconocen y violan aquí los derechos de los trabajadores cubanos, los mismos derechos que en su País están obligados a respetar y reconocer, no solo porque sus leyes se lo exigen allá y se lo prohíben aquí, sino porque lo exige la buena conciencia y los derechos prioritarios de los trabajadores cubanos. Y todos esos propietarios saben que el Derecho está por encima de la Ley y mucho más de las leyes injustas. Admitir esto, argumentando que los negocios son los negocios y el mercado es el mercado por encima de la persona humana, es un anacronismo que está entorpeciendo y mal educando el futuro de Cuba.

-Anacronismo es también manipular, con utilitarismos políticos, las necesidades y pobrezas de los pueblos, para intercambiar bienes de indiscutible justicia social por influencias políticas de un lado y de otro. Los populismos cierran la oportunidad de los pueblos de crecer como ciudadanos empoderados con su soberanía inalienable.

-Anacronismo es cerrar y aislar el País ya sea desde dentro o desde fuera y prohibir la libre circulación de los ciudadanos dentro y fuera de sus fronteras provinciales y nacionales cuando el mundo de hoy sabe que esos "muros" pertenecen al pasado en cualquier lugar que lo intenten alzar hoy contra el tiempo y los derechos de los pueblos. El aislamiento es la fortaleza de los anacronismos y la apertura el comienzo de su fin.


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