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Cuba: hora de oportunidades

Editorial del número 78 de la revista 'Vitral', correspondiente a los meses de marzo y abril de 2007.

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Pero no nos quedemos en estos desafíos por resolver, debemos escuchar esa íntima y perseverante intuición de que estamos entrando en la hora de las oportunidades para Cuba. Dejemos a un lado, tanto los pesimismos como los oportunismos. Hora de oportunidad para Cuba debe ser sinónimo de hora de la responsabilidad de cada cubano y cubana que viva aquí o en cualquier lugar donde peregrina la Nación indivisible.

Hora de oportunidad es hora de responsabilidad. De libertad y responsabilidad compartidas. En efecto, dar oportunidad a que los cubanos ejerzan su plena soberanía desde abajo es dar mayores espacios de libertad, pero esa libertad no será bien usada si al mismo tiempo no damos chance a la responsabilidad personal y social.

Escuelas de responsabilidad es lo que necesita Cuba en esta hora de oportunidades. Escuelas de responsabilidad son espacios de participación verdadera y no de repetición inconciente. Escuela de participación es propiciar oportunidades de ser uno mismo y no una máscara de oportunismo.

Escuela de participación y responsabilidad es entrenamiento para la democracia y garantía para no convertir la libertad en libertinaje, ni la oportunidad en oportunismo.

Si los cubanos y cubanas nos ponemos de acuerdo en no cerrar la puerta a la oportunidad en esta hora de Cuba, entonces cada persona, la sociedad civil y el Estado podrán sentir y pensar cómo revivir la esperanza. Virtud que empuja a la confianza y al empeño. Cuyo nuevo nombre es la oportunidad para que cada cubano pueda crear y protagonizar su propio proyecto de vida y para que podamos encontrarnos, asociarnos, organizarnos libre y pacíficamente para buscar comunitariamente la igualdad de oportunidades y la oportunidad para que Cuba cambie para bien.

Concretemos aún más los minutos que conforman esta hora de Cuba:

-Puede ser la hora en que cada cubano comience a pensar con cabeza propia y a hablar y actuar sin hipocresía. Y nada ni nadie le quite esta oportunidad de ser.

-Puede ser la hora en que cada familia cubana comience a decidir su propio destino, la educación de sus hijos, el respeto a la vida, el ambiente moral y la atmósfera de participación en el seno de la familia: primera escuela de democracia. Y nada ni nadie le impida esta oportunidad de quererse y crecer en humanidad.

-Puede ser la hora en que cada grupo natural estreche sus lazos de amistad y reciprocidad, se encuentre para pensar, sentir y trabajar en comunidad de intereses y de solidaridad sin falsas divisiones ideológicas, políticas o religiosas. Y nada ni nadie le niegue esa oportunidad de sentir y querer juntos.

-Puede ser la hora en que cada grupo de cubanos y cubanas que tengan un proyecto común, sea de perfil social, cultural, económico, político o religioso, aprenda a asociarse, a organizarse pacíficamente, dentro del respeto del derecho de los demás y de las leyes justas para ir tejiendo el entramado de una sociedad civil nueva y más autónoma, creativa y participativa. Y nada ni nadie limite esa oportunidad de asociación ni le niegue el espacio a la confianza recíproca, único "pase" a la oportunidad.

-Puede ser la hora en que cada empresa cubana pueda tener la oportunidad de ser protagonista de su autogestión y la hora en que cada cubano empresario no tenga que "sentir" a la empresa "como si fuera suya", sino que tenga la oportunidad de que "sea suya" de verdad. Y nada ni nadie tenga la hegemonía ni el monopolio de la empresa ni del capital. Nada ni nadie de fuera ni de dentro.

-Puede ser la hora en que cada trabajador cubano pueda tener la oportunidad de trabajar por cuenta propia, de hacerse a sí mismo un pequeño empresario, tener acceso al micro crédito, destapar la capacidad de tenaz emprendedor que caracteriza a la inmensa mayoría de los cubanos y cubanas. O, cuando menos, puedan los empleados tener real y efectiva participación en la gestión y las ganancias de las empresas donde entregan su vida. Y nunca más se consulte lo que ya está aprobado, sino que se apruebe solo lo que se haya consultado y todo sea para el bien común.

-Puede ser la hora en que los trabajadores cubanos dejemos de "hacer como si trabajáramos" y de que el Estado deje de "hacer como que nos pagan". Y los salarios y otras prestaciones sociales le permitan vivir de su trabajo de verdad.

-Puede ser la hora, y lo estamos viendo, en que los intelectuales y artistas cubanos den paso, por ellos mismos y con su estilo y códigos, a una cultura del debate abierto, de la discrepancia fecundante y purificadora de la memoria histórica y del quehacer intelectual. Y que nada ni nadie dé por zanjado el espacio de debate, ni por cerrada la oportunidad al protagonismo de las conciencias críticas y plurales.

-Puede ser la hora en que las Iglesias en Cuba tengan la oportunidad de ser ellas mismas, en igualdad de condiciones con sus hermanas de aquí y de fuera, y que no tengamos que explicar más a nuestros hermanos y superiores del mundo entero que Cuba tiene unas "condiciones diferentes" al resto del mundo y "unas restricciones especiales" con relación a los demás. Es decir, que nada ni nadie confunda más la libertad de culto con la entera libertad religiosa, ni confundan más la dimensión social del servicio de la Iglesia con una forma de hacer política partidista.

-Puede ser la hora en que las relaciones internacionales de Cuba tengan la oportunidad de normalizarse, es decir, en que nuestro país asuma, en la práctica cotidiana y perseverante, el concepto de relaciones internacionales que coloca a la persona de los ciudadanos, su dignidad y sus derechos todos, civiles y políticos, culturales, económicos y sociales, por encima de razones de políticas, ideologías, ideas religiosas o estrategias económicas. No solo entre Cuba y los Estados Unidos, si no también en América Latina y la Unión Europea, en Asia y África, en todas las regiones de este planeta se necesita dar una oportunidad a la diplomacia de un humanismo integral y solidario que abandone los anacronismos de los bloques ideológicos, de los intereses económicos y comerciales por encima de los derechos humanos y de las hegemonías internas y externas; por encima de culturas y soberanías.

-Esta puede ser la hora en que los que tienen las más altas responsabilidades de gobierno abran cada vez más, de forma gradual y pacífica, las oportunidades de participación para todos los cubanos y cubanas, de modo que se adecue el marco legal a mayores espacios de responsabilidad democrática. Y todos sabemos que muchas de las oportunidades mencionadas anteriormente dependen de esta apertura legal y de su amplitud plural e incluyente.

Tenemos la impresión de que una cantidad muy significativa de cubanos intuye o ve claro este momento histórico y que, además, desearían que todo fluyera de la forma más ordenada, más participativa y más ágil que se pueda. El futuro próspero, feliz y democrático de Cuba dependerá de las actitudes y decisiones que tomemos cada uno de los ciudadanos y cada uno de los que prestan su servicio al País desde las posiciones de la más alta responsabilidad.

Si dejamos todos pasar esta hora decisiva y sosegada, incierta pero esperanzadora, quizá lo tengamos que lamentar durante mucho tiempo por venir.

Una vez más lo decimos, con toda confianza y esperanza, creemos que el pueblo cubano, por sí mismo, puede y «debe ser el protagonista de su propia historia», y que nuestra mayor fortaleza para esta hora histórica, que pudiera ser de grandes oportunidades para todos, es el capital humano, el potencial emprendedor, la capacidad de recuperación y el carácter solidario y fraterno de la Nación cubana, toda ella, siendo ella misma mestiza y plural, unida en la propia diversidad y con los demás pueblos y Estados en relación respetuosa de sus respectivas soberanías y culturas.

Tenemos también la impresión de que a esta altura de la historia, ningún pueblo de la tierra, ninguno, desearía violar o lesionar siquiera, nuestra soberanía y la integridad nacional. Nadie con responsabilidad lo desea y no lo toleraríamos nosotros, ni ninguno de esos pueblos, incluido, por supuesto el hermano pueblo de Estados Unidos.

Entonces bastaría con la voluntad política y con la participación y responsabilidad cívica de los cubanos para abrir la puerta y responder al reto histórico de esta hora de oportunidades para Cuba.

No la defraudemos.

Pinar del Río, 25 de febrero de 2007

Aniversario de la muerte del Padre Félix Varela.


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