Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Una carta abierta

Declaración sobre la política EE UU-Cuba, del Comité de Académicos y Artistas Cubano-Americanos por un Cambio en la Política de Estados Unidos Hacia Cuba.

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Nosotros, académicos y artistas cubano-americanos creadores de ENCASA (Emergency Network of Cuban American Scholars and Artists for Change in U.S.-Cuba Policy-Comité de Académicos y Artistas Cubano-Americanos por un Cambio en la Política de Estados Unidos Hacia Cuba), hemos convergido en la fundación de este comité cuyo propósito fundamental es la oposición a la actual política exterior de los Estados Unidos hacia Cuba. Estamos decididos a promulgar, en el ámbito de la opinión pública general, un debate que desafíe el manido estereotipo de una comunidad cubano-americana homogénea y monolítica. Guiados por el común interés de cuestionar la desproporcionada influencia de un sector de la comunidad —no necesariamente representativo, y ajeno al sentir general del pueblo norteamericano— nos proponemos influir para poner fin a una política fracasada, contraria a los principios básicos para conducir asuntos internacionales.

Analizada desde cualquier perspectiva, la política exterior de los Estados Unidos hacia Cuba durante casi medio siglo, no ha tenido éxito. Ha sido un fracaso político y moral. El embargo estadounidense se ha perpetuado en detrimento del pueblo cubano, y ha negado oportunidades a los agricultores y negociantes estadounidenses. Las severas restricciones para viajar a Cuba violan los derechos de los ciudadanos norteamericanos, y contribuyen a la traumática separación de las familias cubanas. Aquellas leyes que en principio intentaban marginar a Cuba, han terminado por aislar a los Estados Unidos del resto del mundo, especialmente de sus más cercanos vecinos de este hemisferio, dando lugar a un estado de solidaridad y simpatía por el gobierno cubano. Una y otra vez, desde Bahía de Cochinos a la Ley Helms-Burton, la política de cambiar al régimen —que comenzó durante la administración de Eisenhower— ha fracasado e incluso tenido un resultado adverso. La "política dura" impuesta por los Estados Unidos no ha hecho sino contribuir progresivamente a la radicalización de una política férrea dentro la Isla. La administración de Bush ha llevado esta situación al nivel más crítico, al crear la Comisión de Asistencia por una Cuba Libre. Reporte a la Presidencia, 2004 (http://www.state.gov/p/wha/rt/cuba/). ( 2004 Report to the President: Commission for Assistance to a Free Cuba (http://www.state.gov/p/wha/rt/cuba/). Semejante acumulación de fracasos apunta la necesidad de un enfoque totalmente diferente de la cuestión cubana.

Como ciudadanos norteamericanos, abogamos por una reformulación de la política exterior de los Estados Unidos hacia Cuba, en consonancia con los principios e ideales promulgados por el país en que vivimos. Con respecto a los viajes, las restricciones en vigor, no existentes en ninguna otra nación del mundo e impuestas a los ciudadanos norteamericanos, socavan nuestras libertades fundamentales. Estas prohibiciones infligen un recrudecimiento inhumano en la vida de las familias cubanas, las cuales, de forma consuetudinaria ya sufren a causa de traumáticas separaciones, tal como queda demostrado en el reciente Reporte de la Comisión de Observación de los Derechos Humanos: "Familias Deshechas: El Costo Humano de las Restricciones de Estados Unidos y Cuba para Viajar" (http://hrw.org/spanish/informes/2005/cuba1005/).

Las nuevas regulaciones con respecto a los viajes de visitas familiares de cubano-americanos restringen las visitas a una cada tres años, sin excepción con respecto a situaciones médicas u otro tipo de emergencia. Las restricciones redefinen de forma absurda y radical los conceptos de "familia", al excluir a primos, tíos y sobrinos de tal noción. Tal redefinición está en desacuerdo con la comprensión del concepto de familia, especialmente en el contexto cultural cubano, al no tomar en cuenta la importancia de los lazos familiares entendidos desde la perspectiva emocional y psicológica del cubano. Las nuevas limitaciones en cuanto a la cantidad y valor monetario en dólares de los envíos de medicinas y equipos médicos, así como de paquetes con artículos de primera necesidad como ropa, papel higiénico y jabón, constituyen una cruel violación de los principios humanitarios elementales. Por tanto, insistimos en que la definición de "valores familiares" debe incluir la posibilidad de visitar a nuestras familias y de enviarles artículos básicos.

Las rígidas restricciones con respecto a los viajes socavan asimismo las libertades de los ciudadanos norteamericanos que intentan desarrollar intercambios culturales y educacionales con Cuba. Tanto el derecho a la investigación académica sobre Cuba como la capacidad de los ciudadanos norteamericanos de desarrollar este tipo de investigaciones, se ven seriamente afectados por las mencionadas medidas. Igualmente, las restricciones ponen en peligro el libre intercambio de ideas en este terreno. De manera agravante, la posibilidad de contacto e intercambio en el plano religioso y humanitario entre ciudadanos norteamericanos y cubanos queda considerablemente restringida. Estas limitaciones de las libertadas básicas de los ciudadanos de Estados Unidos no son aceptables.

La historia de la nación cubana está inscrita en un largo y heroico camino hacia la autodeterminación y la defensa de su soberanía. Por más de quinientos años, los cubanos hemos rechazado y derrocado el colonialismo, las intervenciones militares y la injerencia extranjera. La política suscrita por Bush y sustentada por el Reporte de la Comisión de 2004, ignora, e incluso malinterpreta la historia de Cuba. Peor aún, la política expuesta por la actual presidencia intenta obliterar el derecho del pueblo cubano a su autodeterminación y soberanía, al implicar que los Estados Unidos deben jugar un papel determinante en el futuro de la nación cubana, cuando en realidad, cualquier decisión sobre el porvenir de la Isla debe ser establecido por el pueblo cubano, y no por los Estados Unidos.

Al igual que condenamos la política exterior de los Estados Unidos por los últimos 47 años y las violaciones básicas a las libertades y derechos de los cubanos por parte de Cuba por el mismo período de tiempo, lamentamos el clima general de intolerancia existente en nuestra comunidad. Los únicos beneficiarios de esta cultura de intransigencia son ciertas empresas, políticos y personalidades de los medios de comunicación, quienes han hecho posibles sus carreras y acumulación de caudales personales a través de la manipulación inescrupulosa del dolor de nuestra comunidad. Aquellos que practican la persecución o utilizan su dinero e influencia para silenciar a los que dentro de la comunidad cubano-americana disienten de un supuesto consenso monolítico atentan contra la democracia y los derechos humanos, tanto aquí como en la Isla.


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