Alemania depende cada vez más de los inmigrantes

Cuando el informático indio Mohan Sahadevan quiso dejar su puesto en el gigante de la ingeniería Siemens para incorporarse a una compañía de software de Berlín, le dijeron que tendría que irse de Alemania porque no podía transferirse su permiso laboral.

Este ingeniero en sistemas, de 40 años, finalmente pudo cambiar de empleo sin dejar el país, pero solo después de cinco meses de inactividad y muchas disputas legales.

“Lo que pasó fue que cuando renuncié, mi visa de trabajo perdió validez”, dice a Reuters, frustrado por los obstáculos que se vio forzado a sortear para poder quedarse en Alemania.

Las estrictas normas alemanas en materia de empleo para trabajadores calificados de afuera de la UE se contradicen con la aguda escasez de ingenieros y otros trabajadores altamente calificados, un problema que se espera empeore, en parte debido al envejecimiento poblacional y las bajas tasas de natalidad.

“Cada vez que decidimos contratar a alguien de afuera de la Unión Europea tenemos que lidiar con tanta burocracia que aparecen muchos obstáculos a lo largo del camino”, sostiene Stefan Dahlke, vicepresidente de ingeniería en sistemas de Datango, firma que contrató a Mohan.

“Esto es mucho tiempo y a veces es costoso”, añade Dahlke.

Bajo las actuales normas alemanas, una firma interesada en contratar a un empleado extranjero primero debe demostrar que no puede encontrar a alguien apropiado de la Unión Europea.

Además, los residentes extranjeros reciben una visa solo si su empleador alemán les garantiza un salario anual de 66.000 euros (94.000 dólares) como mínimo, más del doble del salario anual promedio.

Las reglas en Alemania son más estrictas que en la mayoría de los estados de la UE y expertos en inmigración dicen que esto está haciendo que trabajadores calificados busquen empleo en lugares más receptivos, como Gran Bretaña e Irlanda.

De hecho, solo 691 ciudadanos altamente calificados de afuera de la UE se postularon para obtener la residencia permanente el año pasado, un número que desentona con la realidad del mercado de trabajo alemán.

La Asociación de Ingenieros Alemanes (VDI, por sus iniciales en alemán) informó que en junio hubo 76.000 vacantes de ingeniería no cubiertas, un aumento respecto de los 30.000 que hubo en el mismo mes de 2009.

La Oficina Federal de Trabajo dice que la escasez se ha extendido, incluyendo a doctores, farmacéuticos, especialistas en informática, trabajadores sociales y otros profesionales de la atención médica.

Un estudio de las Cámara Alemana de Industria y Comercio (DIHK, por sus iniciales en alemán) mostró que el 32 % de las compañías consideran la escasez laboral como el mayor riesgo para su prosperidad futura, el doble del 16 % que expresó dicha preocupación hace un año.

“Las compañías alemanas tienen cada vez más dificultades para cubrir puestos con personas calificadas”, dice a Reuters vía correo electrónico el presidente ejecutivo de DIHK, Hans Heinrich Driftmann.

Asunto delicado

La inmigración es un asunto altamente delicado y políticamente sensible en Alemania, que con más de 10 millones de inmigrantes se ha convertido discretamente en el hogar de la tercera mayor población inmigrante del mundo después de Estados Unidos y Rusia.

Tanto Alemania Oriental como Occidental recibieron a millones de “trabajadores migrantes” poco calificados en las décadas de 1960 y 1970, y a muchos en la comunidad turca de tres millones de personas, el segundo mayor grupo de inmigrantes después de los alemanes étnicos de Europa del Este y los ex estados soviéticos, les ha costado integrarse.

El sentimiento alemán respecto de la inmigración quedó expuesto el año pasado tras la publicación de un libro del ex banquero central y líder político local de Berlín Thilo Sarrazin, que afirmaba que las familias de origen turco y árabe viven a costa del Estado y ponen en peligro la cultura nativa de Alemania.

Políticos de derecha y la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB, por sus iniciales en alemán) quieren que el Gobierno capacite a alemanes desocupados para cubrir la falta de mano de obra y se oponen a cambios en las leyes inmigratorias.

El índice de desempleo, del 7 %, es el más bajo desde que se divulgan las cifras de la Alemania unificada hace dos décadas.

“No creo que —con un mercado de trabajo que abarca a toda la UE y en el que después de todo hay 20 millones de personas desocupadas— necesitemos buscar trabajadores de afuera de la comunidad europea”, dijo a Reuters Georg Nuesslein, miembro del Parlamento de la conservadora Unión Social Cristiana.

Pero expertos en inmigración aseguran que la gente se equivoca al mezclar el problema de la inmigración poco calificada y la flexibilización de las reglas de ingreso para trabajadores altamente calificados.

“Siempre hablamos sobre los problemas inmigratorios del pasado, pero el desafío para el futuro es que necesitamos a los inmigrantes”, sostiene Reiner Klingholz, director del Instituto de Berlín para la Población y el Desarrollo.

“Cuando la gente escucha esto piensa, ‘esto es más del antiguo problema’. Pero necesitamos a estas personas. Dependemos de ellas”, añade Klingholz.

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