Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Venezuela, Maduro, Represión

Fascismo rojo en Venezuela

El Gobierno de Nicolás Maduro no se inició donde lo dejó Chávez, sino donde lo comenzó Fidel Castro en Cuba: con la amenaza de meter en la cárcel o eliminar a quien se le opusiera

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El poschavismo degeneró con rapidez y violencia hacia un fascismo rojo. Los que en este momento mandan en Venezuela han decidido acallar mediante el atropello. Amenazar con encerrar a los que expresan pacíficamente su desacuerdo con un régimen que ha acabado despojándose de cualquier disfraz democrático y busca implantar una dictadura total en el menor tiempo posible.

El Gobierno de Nicolás Maduro no se inició donde lo dejó Chávez, sino donde lo comenzó Fidel Castro en Cuba: con la amenaza de meter en la cárcel a quien se le opusiera —que la cumplió de inmediato— y una campaña de desinformación destinada a desprestigiar a todo aquel que consideraba un enemigo.

Maduro persiste a diario en recalcar que con él no hay diálogo y negociación posible: acatar o sufrir las consecuencias. Por supuesto que ha recurrido al viejo expediente de hablar del peligro de golpe e Estado, incitación al caos y los desórdenes por parte del bando contrario, así como tampoco se ha demorado un segundo en lanzar acusaciones de que son los opositores pacíficos los responsables de las muertes que ocurren en manifestaciones y disturbios.

¿Cuántas veces ocurrieron “sabotajes” en momentos muy precisos en Cuba, la quema de un círculo infantil durante los días del éxodo del Mariel, varias bombas que dieron pie a decretos gubernamentales o a la creación de los órganos de vigilancia en cada cuadra, sin que nunca se supiera quién en realidad había estado tras esas acciones?

En ese libreto, que en la actualidad es dictado por La Habana —incluso con más fuerza que durante la época de Chávez— no es de extrañar que se creen situaciones que de inmediato se utilicen para justificar la represión.

En todo ello, no hay originalidad. No lo inventaron los Castro. Existe desde mucho antes, pero nunca se aplicó con tanta eficiencia como durante el fascismo, el gobierno nazi y el comunismo.

Precisamente lo que está ocurriendo en toda Venezuela es que el régimen avanza con prisa no solo en imponer una maquinaria represiva que consolide y perpetúe su presencia, sino en otorgarle un viso de “legalidad” con un cambio constitucional.

El desastre político que vive Venezuela es un retroceso histórico y social. Maduro ha retrotraído al país a algo nunca vivido en Venezuela: una dictadura como la cubana.

No lo está haciendo ni siquiera guiado por un objetivo ideológico malsano, sino por ambición personal. Pero los fines personales no alteran para nada lo peligrosa que se ha tornado la situación en Venezuela.

Bastan algunas referencias a lo que significó Mussolini para Italia y para el mundo, y mencionar como luego el régimen de La Habana ha repetido estas mismas características, para comprobar la forma en que estas ahora se perfilan en Venezuela.

Fascismo y Ur-Fascismo

El Partido Fascista de Mussolini nació bajo la bandera de que era la fuerza destinada a establecer un nuevo orden social, pero fue financiado por los terratenientes y las capas más conservadoras de la sociedad italiana. En su comienzo, el fascismo fue un movimiento urbano de tendencia republicana, que contaba con un amplio apoyo entre la clase media y que se extendió a las áreas campesinas. El primer gobierno de Mussolini incluyó tanto a ministros liberales como populistas, hasta tener la fuerza suficiente para establecer un régimen totalitario, que subsistió durante 20 años proclamando su lealtad al rey Víctor Manuel III y a la familia real. Sin embargo, cuando el Rey destituyó y encerró a Mussolini, este reapareció con el apoyo nazi proclamando una nueva república.

Mussolini fue en un comienzo un militante ateo que incluso retó a Dios a que lo destruyera como prueba de su existencia, pero no solo pactó con la Iglesia Católica y reconoció la soberanía del estado vaticano, sino que gobernó con el beneplácito del papa Pío XI, los obispos y la curia romana.

A diferencia del nazismo y el comunismo soviético, que no permitieron la menor muestra de disidencia en los terrenos del arte y la cultura, bajo el fascismo italiano fueron toleradas manifestaciones artísticas y literarias que se apartaban del oficial estilo grandilocuente.

¿Quiere esto decir que existió en Italia una mayor tolerancia que en Rusia o en Alemania? Nada de eso, el líder comunista Antonio Gramsci murió en la cárcel, el diputado opositor Giacomo Matteotti fue asesinado por un grupo de rufianes fascistas y el propio Mussolini se responsabilizó del hecho. A su regreso, durante el gobierno establecido en Saló bajo el respaldo alemán, el Duce prometió fusilar a los miembros del Gran Consejo que habían votado en su contra, entre ellos su yerno, el conde Galeazzo Ciano, al que ejecutó por la espalda.

Cuando algo realmente amenazaba su poder, el dictador italiano sabía que la mejor manera de resolverlo era por la vía rápida: eliminando al contrario.

Desde hace años los cubanos saben cuántas similitudes existen entre el fascismo y el régimen de La Habana. No son simples coincidencias. El Gobierno de Fidel Castro siempre fue profundamente fascista, solo que llegó al poder con atraso, en un momento en que tal denominación ya estaba cubierta de ignominia. Raúl Castro ha establecido breves reformas destinadas única y exclusivamente a su sobrevivencia. Ripios a cuentagotas en permitir timbiriches e intentos de seducción de grandes capitales, pero en lo político una continuidad absoluta o casi absoluta.

Ur-Fascismo

Umberto Eco enuncia 14 características típicas de la ideología fascista en su artículo Ur-Fascismo . El régimen cubano las cumple a plenitud. Eco dice que es suficiente que una de ellas esté presente para permitir que el fascismo se aglutine a su alrededor. Según el ensayista y novelista italiano, en un sistema fascista no hay lucha por la vida, sino que la vida se vive para la lucha. En tal perspectiva, todo el mundo es educado para convertirse en un héroe. En toda mitología, un héroe es un ser excepcional, pero bajo la ideología del fascismo total, el heroísmo es la norma. Este culto al heroísmo está directamente vinculado al culto de la muerte.

Decirle fascistas a los opositores pacíficos venezolanos, como ha hecho Maduro, es un insulto soez. Señalar las similitudes entre el fascismo, el castrismo y ese poschavismo donde la fanfarria, el sainete y el velorio ceden cada vez más el lugar a la fuerza bruta es únicamente advertir de un peligro.

Si el presidente Maduro está en problemas, con una situación que cada día escapa más de sus manos, el Gobierno cubano también debe estar preguntándose qué hizo o qué no hizo en su labor de asesoramiento de seguridad, pero más que un problema de los maestros, lo que ha ocurrido es que los alumnos salieron malos, indisciplinados y torpes.

Sin embargo, las intenciones no escapan con los malos resultados. Lo único que interesa a Maduro es el poder. Es la copia de un fantoche de un fantoche. Un mal imitador de Castro y Mussolini, pero no por ello menos malvado.


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