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Virginia, EEUU, Nueva York

La noche en que los republicanos comenzaron a perder

Las victorias electorales del martes en Estados Unidos representan una esperanza para el electorado progresista

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Son victorias importantes para el Partido Demócrata, pero de momento no resultan trascendentales para Estados Unidos. De hecho, muchas de ellas, la mayoría, se produjeron en estados conocidos por su filiación azul. Incluso en ocasiones se trató de triunfos anunciados. Sin embargo, hay un mensaje fundamental en ellos: la señal de que el fenómeno Trump no es un hecho insólito que ha llegado para quedarse, y de que tras su triunfo electoral hace un año la nación emprendería un rumbo inexorable hacia el pasado, con vocinglería y furor por parte de los partidarios del magnate, que se creían —se creen aún— con el poder en sus manos para siempre: Trump, sus familiares, sus satélites y sus lacayos fieles convertidos en la nueva nobleza con el destino estadounidense en sus manos. No es así, no será así. Eso es lo que han demostrado Nueva York, Nueva Jersey y Virginia: un saludable indicador de que la nación es capaz de volver a la normalidad.

La victoria de los demócratas en las elecciones a la alcaldía de Nueva York y en la carrera a gobernador en los estados clave de Nueva Jersey y Virginia sirvió para enviar una primera señal al presidente Donald Trump, justo cuando se cumple un año de su sorprendente victoria. Ahora está por ver que se convierta en el precursor de un movimiento más grande de cara a las elecciones de medio mandato en 2018, informa el diario español El País.

En Nueva Jersey, la escasa popularidad del hasta ahora gobernador Chris Christie, el primer alto cargo en apoyar al magnate, se lo puso fácil a Phil Murphy, un antiguo banquero de Goldman Sachs y embajador en Alemania durante la Administración de Barack Obama. Murphy se enfrentó a la vicegobernadora, Kim Guadagno, y la venció por más de 10 puntos. Esta victoria repitió lo ocurrido en las presidenciales, cuando los republicanos perdieron Nueva Jersey con un margen de 14 puntos.

En Virginia, la distancia fue entonces más corta, inferior a los seis puntos. Ahí, la batalla para sustituir al demócrata Terry McAuliffe la libraron su lugarteniente, Ralph Northam, y el republicano Ed Gillespie, antiguo presidente del Comité Nacional Republicano. La diferencia esta vez fue de nueve puntos para el demócrata. Trump esperaba una victoria republicana para preservar el legado de Virginia, en referencia a su condición de confederada.

Más que un referéndum sobre Trump, las elecciones a gobernadores ayudarán a entender las posibilidades que tienen los demócratas para trastocar dentro de un año el poder de los republicanos en el Capitolio. Las encuestas realizadas a pie de urna muestran que para la mitad de los electores que votaron este martes, Trump fue un factor en su decisión por uno u otro candidato.

“América es un poco más azul esta noche”, dijo el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que se impuso con facilidad en unas elecciones locales predecibles y con muy baja participación. Aunque la ciudad es un enclave liberal muy sólido, es la primera vez desde Ed Koch hace 32 años que un demócrata renueva mandato. El amplio margen le permitirá seguir impulsando su agenda social.

Las elecciones locales tuvieron lugar una semana después de que la ciudad de Nueva York sufriera el primer ataque terrorista con víctimas mortales desde el 11-S. La agresión que acabó con la vida de ocho personas que circulaban por un carril-bici no tuvo un impacto en las preferencias de los electores. Un día antes, el senador Bernie Sanders respaldó su agenda liberal progresista.

Bill de Blasio estará otros cuatro años al frente de la metrópoli más grande de Estados Unidos. El alcalde se presentó durante la campaña como la antítesis de Donald Trump y de los republicanos. En su último acto de campaña antes del voto cargó contra el plan fiscal de la Casa Blanca. “El peligro para la ciudad no está aquí”, advirtió, “está en las políticas que emanan de Washington”.

Menos de un 20 % de los neoyorquinos votó hace un año por Trump. “El crimen se reduce, los colegios mejoran, se crean empleos, no podemos arriesgar con perder estos progresos”, dijo el alcalde al exponer los logros de su primer mandato. “Si vas contra los valores de tu ciudad”, dijo refiriéndose directamente al presidente, “los neoyorquinos golpearemos de vuelta”.

También ocurrió en la noche del martes. Danica Roem se convirtió en la primera persona abiertamente transgénero en ser elegida para ocupar un puesto político en Estados Unidos. Roem, que será representante estatal de Virginia, destronó a su polo opuesto, el político más conservador del estado: un republicano que llevaba 25 años en la Cámara y se ha autodefinido como el “líder homófobo”.

“La discriminación es una descalificación. La gente del distrito 13 no quiere tácticas de miedo ni fobias, aquí os celebramos por quiénes sois no al margen de ello”, expresó Roem tras conocerse los resultados en referencia a su electorado en el norte de Virginia. La experiodista de 33 años venció a Robert Marshall, de 73, con un 54 % del voto. Roem comenzó su cambio de género hace cuatro años.

Entre otras leyes, Marshall ha promovido propuestas como la “ley del baño” para que los transgénero tuvieran que utilizar los servicios asignados al sexo que tenían al nacer y no al sexo con el que se identifican. Sus colegas republicanos, sin embargo, no la aprobaron.

Desde la elección del republicano Donald Trump, que ha propagado una retórica hostil contra las minorías —incluido los transgénero, a quién ha prohibido entrar en el Ejército—, las políticas progresistas se han estancado a nivel nacional. Pero la victoria de Roem, y la de los candidatos demócratas en el puesto de gobernador en Nueva Jersey y Virginia el martes, así como el triunfo del alcalde de Blasio, son una señal de esperanza para el electorado progresista estadounidense.


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