Actualizado: 18/04/2024 23:36
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EEUU, Elecciones, Votación

Ser el partido más votado y no llegar al poder

El sistema electoral de EEUU necesita ser reformado, porque un partido que solo ha ganado el voto popular una vez en las dos últimas décadas, no debería haber gobernado durante 12 de esos 20 años

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“Los republicanos han ganado el voto popular en las elecciones presidenciales solo una vez en los últimos 20 años y sin embargo han controlado la presidencia por 12 de esos 20 años”.

El politólogo de la Universidad de Harvard Steven Levistky escribió esas líneas junto a Daniel Ziblatt, también politólogo de la misma institución, en su más reciente columna en el diario The New York Times.

Los académicos, que expusieron “las señales alarmantes que ponen en riesgo la democracia liberal de Estados Unidos” en su libro de 2018 How Democracies Die (Cómo mueren las democracias), plantean que el sistema electoral indirecto bajo el que se elige al presidente de Estados Unidos debe ser reformado, informa la BBC.

En ese país, quien gana el voto popular en las elecciones no necesariamente llega a la presidencia, como le pasó a Hillary Clinton en 2016. Trump se erigió victorioso porque consiguió más votos en el Colegio Electoral.

Levitsky plantea que dicho sistema, de 200 años de antigüedad, le ha otorgado en los últimos tiempos una ventaja no intencional al Partido Republicano, pese a que la última vez que este partido consiguió la mayoría de los votos fue en 2004 con la victoria de George W. Bush, escribe Patricia Sulbarán Lovera, de la BBC.

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La discusión sobre poner fin al Colegio Electoral es contenciosa y desde la academia hay quienes consideran que es importante que las instituciones no favorezcan a las mayorías para preservar la democracia.

Ante lo que los expertos de Harvard contra argumentan: “Estamos de acuerdo, pero (…) un sistema político que repetidamente permite que un partido minoritario controle las oficinas más poderosas en el país no puede permanecer en la legitimidad por mucho más tiempo”.

Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico de la BBC con Levitsky.

¿Qué problemas identifica dentro del sistema electoral estadounidense?

El problema principal actualmente es que nuestras instituciones están diseñadas para favorecer a zonas rurales y territorios escasamente poblados. Ese siempre ha sido el caso y nos hemos regido bajo estas instituciones por más de 200 años.

Esto no era terriblemente problemático durante la mayor parte de nuestra historia porque no tenía un efecto partidista, no beneficiaba a un partido o al otro porque ambos tenían un ala rural y un ala urbana. Ha sido a partir del siglo XXI que los republicanos se han convertido en un partido rural de territorios escasamente poblados, los llamados estados rojos. Y los demócratas se han convertido en el partido de las ciudades grandes.

Esto significa que, sin tener la culpa, los republicanos ahora tienen una ventaja, un beneficio, un sesgo en el Colegio Electoral y en el Senado. Y como el Senado aprueba a los magistrados de la Corte Suprema, esa ventaja también impacta en la máxima corte.

Así que Joe Biden probablemente necesita ganar el voto popular por más de tres puntos, cuatro o cinco quizá, para lograr la presidencia.

No es una democracia cuando un partido sistemáticamente gana el voto popular y pierde poder.

¿Está usted diciendo entonces que la forma en que se elige al presidente de Estados Unidos no refleja la realidad de un país diverso que no apoya a Trump?

Exactamente eso digo. Obviamente, hay un gran número de estadounidenses que apoya a Trump, pero no ha habido un solo día en la presidencia de Trump en el que tenga 50 % o más de apoyo popular. Su índice de aprobación ha estado por debajo del 50 % cada día de su presidencia. Fue elegido con el 46 % del voto popular y ahora tiene un índice de aprobación del 42 %.

Así que Trump goza de mucho apoyo, pero la mayoría de la gente en este país siempre ha sido anti-Trump y esto fue así el día que fue elegido en 2016 y lo será el 3 de noviembre. Y, aun así, todavía no sabemos quién saldrá elegido presidente.

Usted menciona que en el sistema político estadounidense la mayoría, quien obtiene más votos de la gente, no es quien gobierna. ¿Quién se beneficia de esto? Señala a los republicanos, pero ¿quién más?

Principalmente el partido Republicano y sus miembros. Así que los granjeros, las zonas rurales, los cristianos, que son los principales miembros de este partido. También sectores clave de la economía como el energético y el petrolero, ambos alineados estrechamente con el partido. Esto, de hecho, tiene una consecuencia contra el medio ambiente porque dificulta que se dé una reforma medio-ambiental.

Dijo en su columna que los republicanos han ganado el voto popular solo una vez en 20 años y, sin embargo, han gobernado la presidencia por 12 de esos 20 años. Los republicanos han ganado terreno en zonas rurales. ¿Qué ha hecho mal el Partido Demócrata en su intento de capitalizar estos territorios?

No creo que la pregunta esté planteada de la manera correcta. Creo que, si un partido gana el 52 % del voto y no puede obtener poder, a un partido que ya ganó la mayoría del apoyo popular no deberían pedirle que además busque apoyo entre los votantes rurales de Nebraska. Eso es injusto para el partido y para los residentes urbanos, a quienes están sacrificando.

Si hay un problema crítico con la forma en que el sistema electoral funciona, ¿por qué no se ha reformado?

En primer lugar, los estadounidenses son muy conservadores cuando se trata de hacer reformas institucionales.

La mayoría de los países del mundo, la mayoría de las democracias del mundo, incluidas aquellas en Europa Occidental, han llevado a cabo cambios significativos en sus sistemas electorales; algunas modificaciones han sido buenas, otras malas, otras innovadoras y otras problemáticas.

Pero en Estados Unidos es muy poco común, aquí tratamos a las instituciones casi como si tuviesen orígenes bíblicos. Creemos que las instituciones son intocables.

Pero el otro asunto, el principal, es que el Partido Republicano se beneficia de este sistema y por eso nunca apoyará eliminar el Colegio Electoral.

¿Estaría diciendo lo mismo si viésemos una tendencia opuesta? Si, en lugar de los republicanos, los demócratas dominaran en este régimen de minorías del que usted habla. ¿Seguiría cuestionando el sistema?

Por supuesto, soy un politólogo, no un fanático de un partido. No soy un político, estudio la democracia.

¿Cree que el Colegio Electoral debe acabarse?

Sí. Un número de países, especialmente en Latinoamérica, adoptaron el Colegio Electoral inicialmente durante el siglo XIX porque moldearon sus constituciones a partir de la de Estados Unidos.

Pero todas las democracias del mundo, excepto la de Estados Unidos, se ha deshecho del Colegio Electoral.

No hay evidencia de que es beneficioso para la democracia liberal y hay una cantidad de evidencia acumulándose que demuestra que es muy problemático. Entonces sí, debemos deshacernos de él, pero será muy difícil.

¿Cuáles son otros retos que vienen con cambiar un sistema de siglos de existencia?

Creo que son mayores los retos que vienen al no cambiar el sistema. Vemos encuestas a votantes millennials y de la Generación Z, votantes más jóvenes de 40 años, y muestran niveles muy bajos de confianza en nuestras instituciones democráticas.

Las generaciones mayores, como la mía, quizá no estaban de acuerdo con algunos gobiernos, pero expresaban una confianza básica en nuestro sistema democrático.

Hay un gran descontento entre los jóvenes estadounidenses y vimos un registro de ello en las protestas tras la muerte de George Floyd. Podríamos acercarnos a una crisis grande de legitimidad y si no cambiamos el sistema, tendremos que enfrentarnos a la rabia de la gente.

En la columna del New York Times, hablan de que existe una mayoría democrática multirracial. ¿Qué es esto exactamente?

Significa que hay una representación más numerosa dentro de los blancos, generalmente jóvenes residentes de ciudades con educación universitaria, que son mucho más tolerantes a los asuntos raciales y mucho más abiertos a vivir en una sociedad diversa y con ideales de igualdad racial.

Una democracia multirracial es aquella en la que la democracia existe en el marco de una sociedad étnicamente diversa y donde todos los grupos son realmente iguales ante la ley.

Tiene sentido que las minorías apoyen una democracia multirracial. Pero el grupo clave demográfico son los blancos y hay un sector creciente de la población blanca que ahora está volcado completamente a estos ideales, lo cual es nuevo.

Incluso en las décadas de los 50 y 60, el movimiento por los derechos civiles era mayoritariamente afroestadounidense. Ahora hay una verdadera coalición multirracial, todavía liderada en gran parte por afroestadounidenses.

Parte del racismo sistémico en las instituciones tiene que ver con la supremacía blanca y usted menciona que los blancos son un grupo clave que define a esta mayoría democrática multirracial. Entonces, ¿está diciendo que los blancos son también el grupo clave en impulsar un cambio dentro del sistema electoral y que las minorías no pueden hacerlo sin su apoyo?

Los números son claros. No diría que los blancos están impulsando el cambio; en la vanguardia de este cambio han estado los afroestadounidenses como protagonistas de los movimientos democráticos más importantes de los últimos 70 años. La gente mostrándonos el camino no es predominantemente blanca. Pero las cifras de la población en este país muestran que el cambio no sucede a menos que una porción significativa de la población blanca lo apoye también.

La división clave hoy en día es entre blancos conservadores y blancos que han adoptado perspectivas mucho más progresistas en cuanto a los asuntos raciales.

En 2018, le dijo a BBC Mundo que, por muchos años, muchos estadounidenses, incluido usted, dieron por sentado la democracia y dijo que esta debía tomarse en serio y protegerse. ¿Cómo se puede proteger?

El primer paso es sacando a un presidente con instintos autoritarios de la Casa Blanca, un paso que se inicia hoy 3 de noviembre.

Más allá de eso, necesitamos superar el problema de la polarización, porque la polarización intensa puede destrozar una democracia. Lo hizo en Sudamérica en las décadas de 1960 y 1970, lo hizo en Venezuela y Turquía a principios del siglo XXI. Lo hizo en Estados Unidos durante las décadas de 1850 y 1860.

Tenemos un nivel de polarización donde el 60 % de los demócratas y republicanos dicen en encuestas que consideran que el otro partido es un enemigo para Estados Unidos. Esos son niveles peligrosos de polarización.

Trump es un síntoma, pero no causó esta polarización, y aun si pierde la próxima semana, esta no se irá, y es el reto más grande que tenemos que enfrentar.

¿Y cómo puede protegerse la democracia a través del sistema electoral?

Los demócratas han avanzado una agenda de reforma democrática, que fue aprobada en la cámara baja, llamada HR-1 y HR-4, que expandiría dramáticamente y facilitaría tanto el registro para votar como la votación en sí misma.

Creo que, si los demócratas consiguen el Senado y la presidencia, veremos una aprobación de esta legislación y de otra serie de pasos que hará que sea más sencillo votar. No cambiarán el Colegio Electoral, no tienen el poder para hacerlo, pero creo que esto acelerará una adaptación dentro del Partido Republicano.

Porque los republicanos tienen que convertirse en más que un partido blanco y cristiano, como lo es hoy en día. 90 % de sus votantes, por más que Trump hable del apoyo de los latinos y de los negros, son blancos y cristianos. Si ves a sus representantes en el Senado y en la cámara baja, casi todos son hombres blancos y cristianos.

Eso no es suficiente para ganar las elecciones en el Estados Unidos del siglo XXI. Creo que cuando los republicanos empiecen seriamente a atraer a otros grupos de la sociedad, el partido se moderará y nuestra política podrá empezar a despolarizarse.


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