Actualizado: 10/05/2024 11:46
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Colombia

Un desertor de las FARC fue clave en el rescate de Betancourt y otros 14 rehenes

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El plan era audaz: un desertor debía convencer a los insurgentes de las FARC para que trasladaran juntos, a una distancia de unos 145 kilómetros, por la selva colombiana, a sus rehenes más preciados, reportó la AP.

Un mes más tarde, comandos disfrazados y entrenados para hacerse pasar por guerrilleros aterrizarían en un helicóptero y engañarían a los rebeldes hasta que éstos les entregaran a los rehenes.

La misión buscaba rescatar a tres contratistas estadounidenses, a la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y a otros 11 secuestrados.

Su éxito se basó completamente, según señalaron el jueves sus organizadores, en un rompimiento casi total en las comunicaciones entre los aislados celadores de los rehenes y sus comandantes, y fue el resultado de años de intensa cooperación militar entre los ejércitos de Colombia y Estados Unidos que han logrado debilitar gravemente al último gran ejército insurgente de América Latina.

También incluyó un poco de venganza.

"Cuando me informaron por primera vez de esto, dije: '¿es realista? ¿podría funcionar realmente?' Y obviamente, la respuesta fue 'sí'", indicó el embajador de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, en declaraciones a la AP.

El rescate, preparado por expertos, comenzó a gestarse con la escapatoria el año pasado de un colombiano que pasó algún tiempo en cautiverio junto con los tres estadounidenses y Betancourt.

Sin embargo, el plan comenzó a tomar fuerza apenas en enero, cuando la inteligencia colombiana descubrió que los rehenes iban a ser trasladados, señaló el general Freddy Padilla, jefe de las Fuerzas Armadas de Colombia.

Los colombianos instalaron equipos de vigilancia de video, proporcionados por Estados Unidos, los cuales pueden hacer acercamientos y tomas panorámicas controladas a control remoto, a lo largo de ríos que son la única ruta de transporte a través de densas zonas selváticas, indicaron autoridades colombianas y estadounidenses.

Aviones norteamericanos de reconocimiento interceptaron conversaciones por radio y teléfono satelital de los rebeldes y emplearon imágenes que pueden penetrar el follaje de la selva, agregaron los elementos.

A mediados de febrero, una patrulla colombiana detectó a los tres contratistas estadounidenses —Marc Gonsalves, Keith Stansell y Thomas Howes— cuando se bañaban en el río Apoporis mientras eran custodiados por efectivos de las FARC, la primera vez que se veía a los estadounidenses desde que el avión en que viajaban se estrelló en febrero del 2003.

Durante cuatro días "los tuvimos en la mira", dijo Brownfield

Sin embargo, se consideró que una operación de rescate sería muy riesgosa y fue cancelada.

"La orden del presidente fue: rescatarlos, sí, pero sin derramar ni una gota de sangre", señaló un general del ejército colombiano directamente involucrado en la misión, pero que pidió guardar el anonimato por no estar autorizado a divulgar detalles.

El general indicó que un desertor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) estuvo de acuerdo con encabezar la operación. El desertor gozaba de la confianza del Secretariado de la organización y del liderazgo del Primer Frente, que tenía en su poder a los rehenes.

"Las comunicaciones de las FARC son medievales", indicó Padilla, quien añadió que la línea de mando y control está tan disminuida que incluso envían mensajes importantes por medio de mensajeros.

El desertor resultó ser clave. El convenció a Gerardo Águila Ramírez, alias César, el comandante del Primer Frente, de que el Secretariado deseaba que los 15 rehenes fueran desplazados a un punto de encuentro, señaló a la AP el general directamente involucrado en la operación.

El desertor estaba enojado con las FARC porque su propio comandante le había arrebatado una casa y una granja que le habían pertenecido, dijo el general, y esta fue su venganza.

Los satélites espías estadounidenses ayudaron a ubicar a los rehenes durante un período de un mes que comenzó el 31 de mayo y concluyó con el rescate del miércoles.

Desde mediados de junio en adelante, Brownfield y un equipo de 100 personas en la embajada de Estados Unidos que se habían dedicado a garantizar la liberación de los rehenes estadounidenses trabajaron de cerca con los colombianos que conducían la operación.

"La verdad es que hemos logrado compaginarnos de una manera que pocas veces hemos logrado en Estados Unidos, excepto con nuestros viejos aliados, principalmente los de la OTAN", señaló Brownfield, refiriéndose a las relaciones con las fuerzas de seguridad colombianas, que han recibido más de 4.000 millones de dólares en asistencia militar desde 2000.

El diplomático comentó que en varias ocasiones el gobierno estadounidense tuvo que tomar decisiones "en sus más altos niveles" para la operación.

El lunes, el presidente Álvaro Uribe dio la luz verde para la operación, señaló Padilla.

El martes, dos helicópteros Mi-17 de fabricación rusa despegaron de una base militar en un valle montañoso de los Andes y se encaminaron para una noche llena de nerviosismo en un claro de la selva.

A bordo viajaban cuatro miembros de la Fuerza Aérea disfrazados de civiles, siete agentes de la inteligencia militar y el desertor guerrillero, señalaron funcionarios del ejército.

Dos de los elementos se disfrazaron de rebeldes y los otros vestían de blanco, como si representaran algún tipo de misión humanitaria. Todos ellos estuvieron una semana y media tomando clases de actuación, indicó Padilla.

Poco después del mediodía del miércoles, el helicóptero aterrizó en el sitio convenido.

Uno de los elementos, que se hizo pasar por camarógrafo, tomó un video en momentos en que los guerrilleros de tierra ataban las manos de los rehenes de acuerdo con las instrucciones de la tripulación, dijo Padilla. Atar a los rehenes era parte del plan.

"Estamos hablando de 14 soldados entrenados", dijo Padilla, al referirse a los estadounidenses cautivos y los 11 soldados o policías colombianos. "Nadie quiso arriesgarse a que ellos intentaran tomar poder de la tripulación".

Una vez en el aire, fue César y un asistente quienes fueron dominados.

No hubo necesidad del Plan B: desplegar 39 helicópteros y 2.000 soldados para rodear a los insurgentes que tenían a los rehenes y tratar de persuadirlos a entregarlos pacíficamente.

El desertor ahora se encuentra libre y seguramente recibirá una suma considerable de los cerca de 100 millones de dólares que el gobierno había ofrecido como recompensa, indicó el general.

Para las FARC, el rescate no pudo haber llegado en peor momento. El grupo ilegal armado se encuentra en problemas tras perder a tres comandantes principales en marzo, uno asesinado por un bombardeo colombiano en la frontera con Ecuador, otro por un guardaespaldas desertor, y el tercero, el dirigente Manuel Marulanda, alias "Tirofijo", muerto de un ataque cardíaco a los 78 años.

"Incluso antes de la operación de rescate, pero particularmente después, hay indicios muy claros de que la guerra está, para todo tipo de plan y propósito, acabada", indicó Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, un instituto de investigación sin filiación partidista de Washington.

"Sin embargo, una pregunta muy distinta es si las FARC están preparadas para reconocer esta realidad", agregó Shifter.

Padilla indicó que el grupo armado ha mantenido un silencio radial absoluto tras el rescate de miércoles. Sus dos principales dirigentes, Alfonso Cano y el Mono Jojoy, se encuentran atrincherados en escondites en la selva y no se están comunicando entre sí.

Sin embargo, Padilla consideró que se llevará mucho más tiempo, quizás hasta después del segundo mandato de Uribe, que concluye en el 2010, para vencer a las FARC, que durante 44 años han llenado sus filas con campesinos resentidos por el olvido de los gobiernos colombianos.

Sin embargo, están bien parapetados y a diferencia de los grupos izquierdistas centroamericanos de la década de los ochenta, los efectivos de las FARC no están preparados para sostener negociaciones de paz.

"Para ese proceso no están preparados (...) No pueden poner condiciones", indicó Padilla.


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