Reportaje

El perverso encanto del poder

Perfil y proyección de Evo Morales Ayma.

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Filemón Escobar, antigua segunda cabeza del MAS, durante la campaña de 2002 cometió el error de asegurarle a Evo Morales que José Antonio Quiroga, también amigo del partido, había aceptado formar parte de su plancha para la vicepresidencia. Pero Quiroga no había confirmado este dato y de hecho declinó la invitación de Evo en una rueda de prensa al día siguiente, explicando que había habido un error. Entonces Morales expulsó caprichosa y prepotentemente a Filemón Escobar del MAS, debido a su error.

Antiguo trotskista, Escobar es uno de los dirigentes históricos del movimiento obrero boliviano. Fue el principal organizador del MAS sobre la base de los sindicatos cocaleros. Cuando supo que Morales lo expulsaría fue a buscar a Quiroga y le dijo que su carrera política estaba terminada. Este llamó por teléfono a Morales, quien le confirmó la noticia: "Quien me ha mentido de esa forma no puede ser sino un enemigo del MAS. No puede ser sino un infiltrado y debe salir".

Esta es una reacción típica en el sindicalismo boliviano encabezado por Evo. El que erró es un traidor. El traidor, un infiltrado del imperialismo. Pero en esa oportunidad Quiroga convenció a Morales: Escobar no fue echado del MAS y llegó a ser senador. Recién en 2004 acabaron con su carrera política porque no se opuso a que el Congreso autorizara operaciones militares norteamericanas en Bolivia. Morales anunció su expulsión en una conferencia de prensa. Sin proceso interno y sin pruebas de que había traicionado.

Las reformas y sus precios

Según la rancia extirpe de los sindicatos campesinos bolivianos, Evo es intransigente y caudillista. Su ascenso al poder está signado por generosas ofertas electorales que ahora deberá cumplir. Cuando Bolivia tiene los mejores indicadores macroeconómicos de su vida democrática, Morales debe honrar su promesa de elevar de 55 a 185 dólares el salario mínimo de los trabajadores. La pregunta no es si podrá o querrá hacerlo, sino, ¿a qué precio?

Vale la pena seguir muy de cerca los movimientos del vicepresidente Álvaro García Linera, un intelectual indigenista de modales refinados. García Linera está alejado de la izquierda ideológica boliviana, pero a diferencia del líder no bate palmas cuando se mencionan los nombres de Hugo Chávez y Fidel Castro. Este año no aceptó una insistente invitación para ir a Cuba.

Para José Antonio Quiroga, quien pudo haber ocupado el puesto de García Linera, el vicepresidente electo es una prótesis intelectual adosada al MAS. "Puede funcionar e influir positivamente —declaró—. Pero no me sorprendería que desarrolle resistencias y salga arrojado como un cuerpo extraño".

Resulta inocultable el problema de la carencia de cuadros técnicos entre las filas de los vencedores, con respecto a las inminentes medidas de nacionalización; además de la decisión de incluir indígenas en el gabinete.

Si no se "profesionaliza" la vida política de Bolivia, es difícil que sumando adeptos ideológicos se solucionen los problemas económicos y políticos. Lo único que se garantiza con un personal simpático al poder omnímodo es la propia perpetuación del poder de Evo Morales. Que no tiene por qué ser el poder del pueblo boliviano, aunque ahora lo parezca.


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