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El poder relativo

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Después de la aplastante victoria electoral, durante las pasadas elecciones del 13 de mayo, de Silvio Berlusconi, máximo exponente del dinero y de la derecha en Italia, algo que no se veía desde la época de oro de la democracia cristiana, anoche se dieron a conocer unos resultados diametralmente opuestos en las elecciones municipales, donde el electorado italiano designó a los alcaldes de las principales ciudades.

 

Sólo una ciudad de primer orden en Italia, Milán, ha quedado en manos de la derecha, al conservar Gabriele Albertini su puesto. La coalición de centroizquierda El Olivo, contra muchos pronósticos (Berlusconi y su coalición también gobierna las principales regiones del país), ha mantenido las alcaldías de Roma, Nápoles y Turín. Como nuevo alcalde de Roma, con el 52,5% de los votos, se mantiene Walter Veltroni, secretario general de los Demócratas de Izquierda (ex-comunistas). Triunfo importante que le da un respiro para el proceso de reorganización en que está enfrascada la izquierda italiana. En Nápoles, el puesto lo ocupará la ex ministra del Interior democristiana Rosa Russo Jervolino (El Olivo), con el 52,9% de los votos. Y el nuevo alcalde de Turín, con el 52,8%, será Sergio Chiamparinode.

 

Al otro lado del mar, mientras el equipo de Bush negociaba una reducción de impuestos que se eleva a 1,3 billones de dólares, se ha producido un importante cambio en la correlación de fuerzas del senado: el senador republicano James Jeffords abandona la nave y se decide a ir como independiente, al tiempo que Tom Daschle ascendía como nuevo líder de la mayoría demócrata. Se prevee que muchos comités cambien de presidente ante la nueva correlación.

 

Curiosamente, el recorte de impuestos salió adelante gracias al voto a favor del senador demócrata Baucus, del Estado de Montana, incluso contra la opinión de su partido.

 

Todos sabemos que una nación es un pacto entre tendencias, facciones, intereses con frecuencia contrapuestos, que halan en diferentes direcciones la política del país, cuya historia inmediata no es sino la suma vectorial de esas tendencias. Algunos defienden las mayorías absolutas que suelen generar gobiernos fuentes, capaces de poner en práctica sus programas sin cortapisas. Yo respeto esas mayorías, siempre que sean fruto de la libre voluntad de los electores; pero prefiero las mayorías relativas, los gobiernos formados a partir del compromiso entre diferentes fuerzas. El arte del consenso, la voluntad de compromiso, suelen ser más sabios y representativos de la voluntad de los electores que el ejercicio estricto de la mayoría absoluta, un abuso numérico que con frecuencia se traduce en un puñado de votos.

 

Si algo define a la política no es el mero ejercicio de la demagogia, la retórica o el usufructo del poder visto como botín, sino el arte de la negociación, la necesidad de alcanzar ese justo equilibrio que, tanto en la sociedad como en la física atómica, aspira a la estabilidad.

 

Está demostrado que en una discusión los seres humanos dedicamos más tiempo a pensar nuestras respuestas que a escuchar las objeciones del prójimo (sobre todo si es un prójimo no tan próximo); está demostrado que la mayoría absoluta es el sueño de todo político, y la verdad absoluta, la aspiración de todo ideólogo. Pero, por suerte, la praxis cotidiana nos demuestra que la verdad es una aproximación que sólo se consigue sumando algebraicamente sus diferentes versiones; la ideología, una ecuación complejísima que tiene múltiples soluciones y ninguna irrebatible, y el buen gobierno no es otra cosa que el pacto social entre políticos de diverso pelaje, vigilados por la voluntad de sus pueblos. Los políticos saben que a más tardar en cuatro años los anónimos electores recuperarán el poder que les han otorgado en préstamo. Bastará que muevan hacia arriba el pulgar para garantizar su supervivencia, o que apunten a la arena del circo para condenarlos a la jubilación. Quines practican el arte de la negociación suelen pasar la prueba del pulgar con más éxito. Sobrevivir intacto a la mayoría absoluta es más difícil.

 

“El poder relativo”; en: Cubaencuentro, Madrid, 31 de mayo, 2001. http://www.cubaencuentro.com/meridiano/2001/05/31/2510.html.