Actualizado: 22/04/2024 20:20
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La vanguardia escénica habanera

Dos de los grupos teatrales más importantes e innovadores de la Isla, Buendía y El Público, se presentan por primera vez en Estados Unidos

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Por obra y gracia de lo que Mario Vargas Llosa llama la extraña geografía del azar, dos de los más importantes e innovadores grupos teatrales de la Isla se presentan por primera vez este fin de semana en Estados Unidos. Hablo de Buendía y El Público, cuyos espectáculos figuran en el programa de sendos festivales que tienen como sedes las ciudades de Chicago y Miami.

Al Teatro Buendía se le podrá ver dentro del Latino Theater Festival, que organiza bianualmente el Goodman Theter, de Chicago. En esta su primera visita, el colectivo habanero trae sus trabajos más recientes: La visita de la vieja dama (julio 8 al 11) y Charenton (julio 15 al 18). Desde hace más de dos décadas, el Teatro Buendía es una de las experiencias más fascinantes y fértiles de la escena cubana de hoy. A su frente está Flora Lauten, a quien el fallecido crítico español Moisés Pérez Coterillo tuvo la lucidez de saludar como "una de las figuras más capaces, valiosas y audaces del teatro cubano". Eso lo escribió en 1982, cuando Lauten aún no había estrenado como directora sus trabajos más importantes. No fue hasta cuatro años después que fundó el Teatro Buendía. El elenco lo conformaron egresados de diferentes promociones del Instituto Superio de Arte, donde ella era profesora. Antes de eso, no obstante, Lauten acumulaba su labor como actriz en Teatro Estudio, Los Doce, Teatro Escambray y Cubana de Acero, así como la creación de La Yaya, un grupo integrado por campesinos. Fue esa extensa y destacada trayectoria la que determinó que en el año 2005 le fuera concedido el Premio Nacional de Teatro.

Desde el inicio mismo de su andadura, Buendía marcó una pauta en la manera de hacer y concebir el teatro. Su labor, en primer lugar, no se redujo a la producción de espectáculos, sino que paralelamente el grupo pasó a funcionar como un taller permanente de investigación y como un centro de formación de actores, directores y técnicos. Sus propios miembros además se dedicaron durante más de dos años a construir la sede, una antigua iglesia ortodoxa abandonada que ellos transformaron en una sala de pequeñas dimensiones. Allí es donde habitualmente presentan sus espectáculos, que han pasado a ser un referente para las nuevas generaciones. Los jóvenes son su público mayoritario, y se puede afirmar que más que espectadores, Buendía tiene en ellos devotos apasionados.

Las amargas lágrimas de Petra von KantFoto

Escena de la obra Las amargas lágrimas de Petra von Kant (fotografía: Alina Morante).

De ese trabajo de Lauten con los jóvenes y de unos procesos arduos y agotadores, han surgido espectáculos que combinan una extraordinaria vitalidad con una gran profundidad conceptual: Lila la mariposa, Las perlas de tu boca, La cándida Eréndira, Otra tempestad, La vida en rosa, Bacantes, La balada de Woyzeck, Charenton. En ellos se advierte lo que inequívocamente es la marca Buendía: inconfundible teatralidad, poderosas y expresivas imágenes, cuidada factura, música en vivo, fragmentación de la historia, libertad creativa y sometimiento de los textos a una rigurosa e intensa labor de análisis, exploración y reescritura.

A primera vista, la anterior lista de obras puede dar una imagen de eclecticismo, de falta de un criterio rector en el repertorio de Buendía. Tal impresión sólo puede tenerla quien no haya visto algunos de esos montajes. Acudo a la propia Flora Lauten, quien acerca de cuál es la pauta para escoger las obras y a qué público las orientan precisó: "No se trata de poner cualquier obra que me interese a mí o que le interese a alguien del grupo, sino de elegir una una obra que tenga que ver con ese fin al que queremos llegar: hablarle al joven de hoy de los temas que le interesan, de sus contradicciones, de sus necesidades. Conocer cuáles son sus debates, de qué manera despertarles la imaginería, cómo interesarlos, motivarlos y hacerles cuestionar lo que están viendo".

No importa que el texto espectacular de esos montajes tome como punto de partida obras de Shakespeare, Peter Weiss, Georg Büchner, Eurípides, Gabriel García Márquez, Carlos Felipe. Ni tampoco que en ellos se cuenten historias que acontecen en la Grecia clásica, la isla Utopía, el París del siglo XVIII o un pequeño pueblo centroeuropeo. En sus trabajos Buendía siempre está enfrentando a su auditorio con problemas e interrogaciones que tienen que ver con su realidad, por más metafórico que sea el lenguaje escénico empleado.

En Charenton, Raquel Carrió y Flora Lauten, autora del texto, tomaron como punto de partida el Marat-Sade de Peter Weiss. A través de este trabajo, se plantearon hablar no tanto sobre la Revolución Francesa, sino sobre las revoluciones en general, sobre cómo pueden traer valores positives como fraternidad, igualdad y justicia, pero a la vez algunos de sus aspectos terminan contradiciendo esos ideales. Sobre este espectáculo el crítico Osvaldo Cano escribió: "Con Charenton, Buendía pone nuevamente a prueba su capacidad para dialogar con la realidad y la historia, con lo local y lo universal. Sus creadores nos llevan por un seductor sendero poblado de imágenes y contradictorios iconos que nos interpelan constantemente y nos inducen a la reflexión y el análisis. Es entonces que desembocamos en la antigua certeza de que los extremos se tocan e inevitablemente resultan contraproducentes. Profundidad conceptual, pericia artesanal, belleza visual, contrastes, coherencia, agudeza, ritmo, fabulación frondosa, intriga seductora... son algunos de los aderezos del montaje de Buendía".

Una comedia cruel y descarnada

La visita de la vieja dama es también una version del original de Friedrich Dürrenmatt. En lo esencial, el texto escrito por Lauten y Carrió no introduce modificaciones sustanciales respecto al original. La línea argumental se mantiene, así como también los caracteres principales. La obra de Dürrenmatt, sin embargo, tiene casi treinta personajes, cifra imposible de asumir por un elenco tan reducido. Eso obligó a eliminar algunos y a condensar otros. Los cambios más importantes tienen que ver con el lenguaje y el estilo narrativo: la versión se aparta de la tradición narrativa brechtiana y adoptó una estética más afín al público al cual se dirige Buendía.

Si hiciesen falta argumentos que legitimasen la versión de Buendía, existen dos muy convincentes. Uno tiene que ver con la inteligencia con que se ha reelaborado el texto, sin desvirtuarlo ni traicionarlo. Y el otro, con el excelente nivel artístico del montaje. Respecto al primero, hay que destacar que en esta lectura La visita… conserva su carácter de comedia en la que la risa le gana la partida a la tragicidad, como expresa Carrió en el programa de mano. El montaje de Buendía incorpora como elemento narrativo una selección de canciones interpretadas con música en vivo. Asimismo Clara Zajanin, la protagonista, hace su entrada por una escalera púrpura, ataviada con lentejuelas y plumas. Y en lugar de un séquito de sirvientes mutilados, llega a Gula acompañada de unos travestis. Todo ese ambiente de cabaret da a la obra el tono humano y la dosis de humor que aconsejaba Dürrenmatt ("Lo más aconsejable sería montar mi obra siguiendo la línea de las obras populares"). Pero además la acerca al espectador cubano, al revelar pliegues que en el original sólo se insinúan. Es el caso de la nostalgia del que se ha ido de su tierra, dada a través de canciones como las de Celia Cruz y tan presente en la realidad de la Isla.

Las amargas lágrimas de Petra von KantFoto

Escena de la obra Las amargas lágrimas de Petra von Kant (fotografía: Alina Morante).

Esos añadidos no afectan la universalidad de la historia y sobre todo tampoco la banalizan. La visita… mantiene íntegro su carácter de comedia cruel y descarnada, de fábula siniestra que convida a reflexionar y debatir, desde una óptica moderna, sobre viejas cuestiones como la naturaleza de la justicia, la lealtad, la redención. Una reflexión y un debate que hoy adquieren plena vigencia en Cuba, ese pueblo atribulado por una extrema penuria económica, donde, como en Gula, lo más importante es sobrevivir a la catástrofe.

El Público es otro de los referentes imprescindibles de la escena cubana actual. Aunque fue fundado oficialmente en 1992, tiene su antecedente en la mítica trilogía de obras norteamericanas que el entonces debutante Carlos Díaz montó entre 1990 y 1991, y que constituyó en su momento un verdadero revulsivo. A partir de la consolidación del grupo, Díaz ha desarrollado una intensa actividad que se materializa en una extensa lista de espectáculos. Las criadas, La niñita querida, El público, Calígula, El rey Lear, La Celestina, María Antonieta o la maldita circunstancia del agua por todas partes, Las brujas de Salem, han confirmado su vocación transgresora y cimentado su sólido prestigio. El despliegue visual, el travestismo, la parodia, el juego intertextual, el sentido espectacular, el artificio esteticista elocuente, son los principales rasgos que definen su estética, y también ayudan a explicar la notable acogida que sus trabajos tienen entre los espectadores.

Acerca de quién es el supremo demiurgo de El Público, Abel González Melo expresa en su reciente libro Festín de los patíbulos: "Durante dos décadas Díaz ha sido, en su sede del Cine Trianón -ubicado en la calle línea, una de las principales arterias de La Habana-, el más irreverente de los directores, el que se ha enfrentado a la norma menos metafóricamente, el que ha hablado con mayor desparpajo de la actualidad, el que se ha reído de las vicisitudes sin temor a ser vulgar o promiscuo en el cruce de referentes, en su eclecticismo y su barroco. Graduado del Instituto Superior de Arte como teatrólogo, fue asistente de dirección y por ende alumno de un director criado en Teatro Estudio: Roberto Blanco. De él y de la coreógrafa Marianela Boán, Díaz hereda el gusto por la ampulosidad, por el actor que declama y se descubre en el calderoniano gran teatro del mundo". Y apunta González Melo que el erotismo homosexual constituye la clave definitoria de su poética y de sus búsquedas.

El Público trae a Miami su último trabajo, Las amargas lágrimas de Petra von Kant, con el cual se presentarán dentro del Out in the Tropics. GLBT Performing Arts Theater. Se trata del texto teatral que su autor, el alemán Rainer Werner Fassbinder, llevó luego al cine. Es un drama oscuro y claustrofóbico, que cuenta una historia de amor lésbico en la cual la dominación sexual se funde con las esferas del poder. Su protagonista es una diseñadora de moda, liberal y progresista, pero también arrogante y posesiva, que no concibe el amor sin libertad. Se enamora de una joven de origen humilde, y sin ser consciente de ello cae en los celos, la intolerancia y el dominio que ella repudió en los hombres.

Las amargas lágrimas de Petra von Kant llega avalada por un gran éxito de público y una muy buena recepción por parte de la crítica. Además de la puesta en escena de Carlos Díaz, ha sido muy elogiado el trabajo de Fernando Echevarría, Léster Martínez, Yanier Palmero e Ysmercy Salomón quienes de acuerdo a los comentarios que se han publicado, realizan un excepcional desempeño actoral.

Charenton y La visita de la vieja dama se presentan del viernes 8 al domingo 18 en el Goodman Theater, 170 North Dearborn Street, Chicago. Teléfono: (312) 443.3800. Asimismo Teatro Buendía dará una función de La visita de la vieja dama el viernes 23 en el Teatro Manuel Artime, 900 S.W. 1st. Street, Miami. Teléfono: (305) 575.5057.

Las amargas lágrimas de Petra von Kant se presenta el jueves 8 y el viernes 9 en el Colony Theater, 1040 Lincoln Road, Miami Beach. Teléfono: (800) 745.3000.