Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Señales del epílogo

El mundo produce noticias y Cuba sólo espera, con impaciencia.

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Las circunstancias políticas por las que atraviesa hoy Cuba, pese a la calma en el país —aparente o relativamente cierta—, son sumamente complejas. De manera objetiva, nadie conoce quién o quiénes están gobernando, toda vez que desde el pasado 31 de julio se ha mantenido un vacío simbólico de poder que no ofrece lugar a dudas: mientras el viejo caudillo aliente el más mínimo soplo de vida, la nación no asistirá a los cambios estructurales necesarios.

Incertidumbre es la palabra que define más claramente el sentimiento de una parte mayoritaria de la población cubana, con independencia de sus simpatías políticas.

Tras décadas de omnipresencia de un dictador que ha orientado desde los medios de difusión masiva cuáles son todos y cada uno de los pasos y decisiones en cualquier aspecto de la vida nacional, la política internacional y los detalles domésticos, la sociedad ha quedado extraviada, sumida en un compás de espera: escépticos unos, esperanzados otros, y absolutamente desinformados y perdidos casi todos.

De cualquier manera, comienzan a manifestarse de manera puntual pero sostenida algunas señales que indican el inicio del derrumbe. Nadie se llame a engaño: el final posiblemente sea "lento y doloroso", como suele ocurrir con los enfermos aquejados de cáncer en fase terminal y como han sido estos 47 años, pero, sin dudas, se avizoran ya otros tiempos.

Sin creer en nada

Uno de los signos más recurrentes del cambio es la profunda crisis de fe que se percibe en la sociedad. Los cubanos hace tiempo no creen en su gobierno ni en sus presuntas bondades. Luego de décadas de carencias y precariedades que han formado parte de la vida cotidiana, la población de la Isla asiste al colapso de uno de los mitos más difundidos del régimen: la salud pública.

La actual epidemia de dengue —no reconocida oficialmente— no sólo pone en evidencia los severos riesgos a que son sometidos los cubanos, sino que demuestra la absoluta falta de respeto y el profundo desprecio que las autoridades sienten por el pueblo. Hoy son más los cubanos que se preguntan: ¿cuánto más ha ocultado el gobierno y habrá otros riesgos para el futuro?, si no ha sido capaz de reconocer públicamente la existencia de una epidemia que ha provocado la muerte de un número indeterminado de ciudadanos, así como su responsabilidad en ello.

Un signo evidente de los tiempos que se avecinan es que recientemente un opositor a quien pretendían expulsar de su centro de trabajo, fue apoyado casi unánimemente por la asamblea de trabajadores, que se negaron a aprobar la "medida", y la administración se vio obligada a mantenerlo en su puesto.


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