Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Técnica bolivariana del golpe de Estado

Tras practicar el trotskismo para hacerse con el poder, ahora Chávez defiende 'su Estado' a la manera de Stalin contra Trotski.

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Una de las características de los dictadores es la envidia: "la dictadura no es sólo una forma de gobernar, sino que es la forma más acabada de la envidia, bajo todas sus formas: intelectual, moral, política".

Tal vez el título de la obra actuó como elemento disuasivo entre aquellos a quienes fue destinada, y, por el contrario, el célebre clásico ha servido de fuente de inspiración, de guía teórica, a los idolatras del Estado centralizador, autoritario, antiliberal, antidemocrático. Libro de referencia de Fidel Castro y, por ende, de la generación golpista que surge en Venezuela en 1992, amparada en el epíteto de bolivarianos.

Hasta ahora los analistas han prestado poca atención a la vertiente técnica del chavismo, disimulado bajo la fachada del bolivarianismo. Los intelectuales identificados con el régimen se han centrado en buscar una legitimidad teórica a la propuesta del llamado "socialismo del siglo XXI"; y sus adversarios, en el debate ideológico y en la denuncia del fracaso de esa propuesta.

Ni unos ni otros se han percatado de que lo que se está dando en Venezuela, bajo la máscara de un debate de ideas, es el despliegue de una técnica al servicio de una táctica insurreccional que tuvo primero como objeto ampararse en el Estado, y luego, su preservación de forma vitalicia.

Aporte chavista

La amplia experiencia del chavismo en la técnica del golpe de Estado permanente, que desarrolla desde hace ocho años en su empeño por apoderarse del conjunto de los estamentos del Estado de manera legal, es un aporte a la técnica del golpe de Estado.

En el fondo, es la suma de las diversas experiencias analizadas por Malaparte, que los bolivarianos han sabido asimilar sintetizándolas en un todo.

Habiendo practicado con creces la técnica insurreccional, el Estado chavista surgido de esa experiencia no se defenderá con simples medidas legales o policiales, en caso de verse asediado por una rebelión, como lo haría un Estado democrático, sino con las milicias prestas y destinadas a enfrentar cualquier rebelión que provenga de las Fuerzas Armadas, según declaró hace poco el jefe del "Estado mayor personal del presidente".

Tras haber practicado el acceso al poder con el conocimiento de la técnica trotskista para el asalto decisivo, ahora le toca defender su poder sobre el Estado, a la manera de Stalin contra Trotski. La preservación del poder se disimula con debates de doctrina.


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