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Uno contra todos

Lo que Hobbes nunca imaginó: el Estado cubano se organiza de tal modo que su acción daña a todos los individuos.

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Esquizofrenia absoluta

El asunto del Estado en Cuba es una cosa triste pero curiosa: es el œnico caso en la modernidad donde no se organiza para la reproducción, al menos, de uno o dos sectores consolidados, cuyos intereses estén garantizados por la estabilidad de los mecanismos e instituciones que los Estados ponen en función por doquier. Todos vivimos en Cuba con la inseguridad de lo que pasará con nosotros mañana cuando despertemos, o mañana cuando el país cambie. ¿Cuál será nuestro lugar después del próximo discurso o después del fin de los discursos? Esas son las preguntas de todos los cubanos, con independencia de origen, sexo, religión, profesión, credo filosófico o ideológico, ideas políticas o sector de pertenencia.

Después de la humillación a un par de ministros, esos mismos ministros tienen que firmar sus respectivas resoluciones, por las que alguien más abajo va a sufrir su respectiva cuota de perjuicio, que perjudicará a su vez a una banda más ancha de ciudadanos, crean o no en una revolución que ayer expropió a aquellos con los que hoy quiere negociar y contra los que hay que "luchar", si algún día deciden invadirnos con el propósito de privarnos de unas tierras que no podemos producir o de unas viviendas que no podemos vender, cuando queramos abandonar un país libre en el que hay que pedir permiso si uno quiere ir a vivir, fundamentalmente, al país que nos quiere ahogar (Estados Unidos) y desde el cual, mientras no nos ahogue, enviamos remesas a nuestros familiares para que sean golondrinamente gravadas en beneficio de unos sectores que deberían vivir del trabajo que crearon para mejor lustre de la primera experiencia socialista del hemisferio occidental.

Esto es una esquizofrenia absoluta, originada no en la falta de modelo político o social, sino en la indefensión de todos los cubanos frente a un Estado que no reproduce ni defiende siquiera la existencia de unos cuantos. La posibilidad de que todos los ciudadanos de un país puedan ampararse en los mecanismos del Estado, se da únicamente en aquellos que realmente amparan la vida de algunos de ellos.

La legitimidad del Estado de derecho burgués radicaba en que efectivamente defendía los derechos de la burguesía. Por esa brecha se colaba el resto de la sociedad, obligando al Estado a definirse como "uno para todos", "uno para pocos" o "uno contra todos".

El sentido de conservación más el sentido común disparararon la imaginación de la burguesía, haciéndola más sutil. Y esta dijo: "uno para pocos a través de todos". Ello explica la tensión que viven los Estados modernos: para perpetuarse necesitan asumir a todos si quieren proteger a unos pocos.

Cuba es el único país en que el "uno contra todos", es decir, el Estado contra todos sus ciudadanos, existe en condición de laboratorio y se vive con una mezcla de desidia y orgullo, como resultado de un país de múltiples pobrezas. De todos modos, alguien por ahí debe estarnos despreciando con ese racismo del que hablaba Foucault: un racismo que no tiene origen étnico, sino social y cultural. Un racismo de cepa aristocrática, de sangre azul, que rechaza a los de abajo: a todos los cubanos, excepto...


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