Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Jaime Bayly, Exilio, Tony Cortés

“¿Cuánto mide tu pene?”: Jaime Bayly entrevista a Tony Cortés

Crítica a una entrevista que, según el autor del artículo, muestra una vez más la incultura política de quienes hablan por televisión y creen saber del tema cubano en el sur de la Florida

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Debo confesarlo: Jaime Bayly nunca ha sido santo de mi devoción, y sus entrevistas siempre me han parecido sosas, ridículas y llenas de lugares comunes. Hace un año cuando tuvo un desacuerdo con Alexis Valdés, Alexis se burló tanto y tan bien de sus manierismos que nunca más le han quedado ganas de criticarlo. Entonces su fracaso fue tan grande que tuvo que irse de MEGA, donde tenía sometido al público a una función rutinaria de charla de escuelita y animador de cine mudo. Ahora, sin embargo, Jaime Bayly ha regresado al canal que tanto criticó, con más ímpetu que antes, pero con los mismos monólogos aburridos de siempre. Cuando se trata de Cuba y los cubanos, Jaime Bayly sabe que no hay mejor fórmula que halagarnos porque en gran parte de nosotros depende su rating y por eso también le gusta criticar a todo el que, según su óptica extremista, no satisfaga los deseos de los que siempre tienen el martillo en la mano.

Nada más ilustrativo entonces que la entrevista que le hizo hace unos meses al actor y periodista cubano radicado en Miami, Tony Cortés, por varios motivos. Primero porque esta entrevista muestra una vez más la incultura política de quienes hablan por televisión y creen saber del tema cubano, y porque dice a las claras el tipo de periodismo al que nos tienen acostumbrados los medios en el sur de la Florida, un periodismo incapaz de hacernos reflexionar que reitera cuanto puede los lugares comunes, el chiste fácil y la verborrea delirante.

En la edición del programa al que me refiero, Bayly presentó al actor cubano con unas palabras tan poco amistosas como vulgares. Lo acusó de falsear en su serie televisiva “Sobre mis pasos,” la realidad cubana, y de venderle al público miamense un escenario completamente comprometido con el Gobierno de la Isla. Y como si esto no fuera suficiente, Bayly introdujo de seguido el tema de la sexualidad para banalizar a tal extremo la discusión, que a partir de este momento todo se reducía a una cuestión de cuán largo era el pene del actor, y si había tenido el valor de filmar a los cubanos gritando “quiero libertad, tengo hambre, esto es una dictadura”.

“¿Cuánto mide tu pene?” repetía insistente el periodista, como si eso fuera lo único que le interesara saber, “por qué no pones a gente gritando” en tu programa. Para colmo, según su propia confesión, Bayly no había visto más de dos o tres programas de la serie y aun así creía que podía opinar sobre la totalidad. No había visto la entrevista al sacerdote de la basílica del Cobre, criticando al Gobierno, ni tampoco había visto el programa sobre los pueblos cautivos, la primera reconcentración que hizo el Gobierno de Cuba después de Valeriano Weyler, ni el programa de la Korea, donde se ve la miseria de Cuba. Y aun así, el periodista peruano seguía porfiando y repitiendo las mismas acusaciones.

¿Por qué lo hace? Simplemente porque el público y el canal que representa se lo toleran y porque ésta es la forma más fácil de darle a un tipo de público lo que él supone que este público quiere: sexo, chisme y acusaciones infundadas; en dos palabras dar periodismo barato y televisión chatarra. Es un tipo periodismo que cada vez se hace sentir más en Miami, especialmente después de marcharse Camilo Egaña y María Elvira Salazar de aquel canal, y de quedarse el Herald sin periodistas como Wilfredo Cancio Isla. Para este tipo de periodismo todo lo que necesita el público es un poco de halago, un poco de apoyo moral a la causa por la libertad de Cuba y muchos chistes vulgares para satisfacer sus ansias de pan y circo. ¿Hasta cuándo los cubanos tendrán que aguantar este tipo de ofensas de gente que no tienen otro interés en Cuba que la plata que le cae en el bolsillo?

Para rematar, hace ya varias semanas que la esposa de Tony Cortés, Nila, está presa en Villa Marista, la cárcel de la policía política cubana, y se le ha acusado de “actividad económica ilícita”, y “difundir noticias falsas que atentan contra la paz internacional”. Los cargos que le imputan las autoridades cubanas, vaya casualidad, emanan justamente de la serie televisiva que tanto criticó el periodista peruano. ¿Se ha disculpado el señor Bayly por tan injustas acusaciones? No. Al final, como siempre ocurre, el criticastro se queda en su sillón con sus chistes soeces y sus otras banalidades y quienes pagan los platos rotos son los cubanos.

¿Por qué el Gobierno cubano tiene presa a Nila en la Habana? Todos lo sabemos. Por represalia contra Tony Cortés, por la manía que tiene de avasallar los derechos de sus ciudadanos, sin ninguna prueba, y por la simple razón de que siempre se ensaña con los que se quedan atrás. No importa si estos son niños, personas mayores o mujeres que nunca tuvieron que ver con los planes de sus esposos. Ellos son los que el Estado tiene en las manos: los hijos de los “médicos desertores” y los padres de los disidentes que no tienen a donde ir ni qué hacer. Y como ocurre en una mala película de crimen, ellos son los que tienen que pagar por el muerto. Así funciona la llamada justicia revolucionaria.


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