Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Gaza, Bardem, Israel

Javier Bardem: la desmemoria selectiva

Al parecer, el actor estuvo revisando guiones y no leyó ni una sola noticia sobre la lluvia de cohetes contra territorio israelí

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A propósito de la nueva guerra entre judíos y palestinos, el actor español Javier Bardem ha realizado una declaración donde subraya que ante el horror de lo que ocurre en Gaza “NO cabe la equidistancia ni la neutralidad”. Y lo cumple: NO es equidistante ni neutral. Su opinión es tendenciosa, parcial y, por tanto, falsea los hechos.

Ante todo, afirma que esta es “una guerra de ocupación y de exterminio contra un pueblo sin medios, confinado en un territorio mínimo, sin agua y donde hospitales, ambulancias y niños son blancos y presuntos terroristas”. Pero no explica por qué se ha producido esta ocupación.

Ciertamente, Gaza es un territorio mínimo, donde la población dispone de escasos recursos. El 80% de sus habitantes viven de las ayudas que distribuye Hammas, organización que teje así su red de clientelismo. El clientelismo de la supervivencia, pariente pobre del clientelismo mediante el cual los políticos españoles de izquierdas y derechas han convertido la cosa pública en la Cosa Nostra.

En el comunicado de Bardem no aparece ni una sola mención al lanzamiento de cohetes por parte de Hammas contra Israel que, si no han hecho más daño, no es por falta de intención, sino de tecnología. Los objetivos de los israelíes no son ni las ambulancias ni las mujeres ni los niños, sino las bases de misiles que Hammas protege mediante un camuflaje singular: mujeres, niños, escuelas, hospitales. Pero Bardem o no se ha enterado o no se da por enterado, que es peor. Ni una palabra de su declaración condena esta conducta. Es criminal el ejército judío que protege a sus ciudadanos mediante un sofisticado sistema de intercepción. No es condenable quien se esconde bajo los cuerpos indefensos de su propio pueblo. Y existe en esto un contrasentido: el ejército israelí, tecnológicamente avanzado, es capaz de interceptar casi todos los misiles enemigos. Sin embargo, sólo asesina en Gaza a mujeres y niños. O tiene muy mala puntería, o los dirigentes de Hammas y su armamento se esconden tras sus propios civiles indefensos. Algo compatible con el profundo desprecio que la cultura islámica dispensa a sus mujeres.

Bardem se dice “indignado, avergonzado y dolido por tanta injusticia y asesinato de seres humanos”. Critica la vergonzosa parcialidad de Estados Unidos y la Unión Europea que él solo se explica por oscuros intereses económicos. Y antes que le consideren antisemita (lo cual es irrentable si desarrollas tu carrera profesional en Hollywood) afirma algo que todos sabemos: “ser judío no es sinónimo de apoyar esta masacre, igual que ser hebreo no es lo mismo que ser sionista, y ser palestino no es ser un terrorista de Hammas”. Única referencia a Hammas en su declaración.

Toda su indignación se dirige al ejército israelí. Al parecer, el actor estuvo revisando guiones y no leyó ni una sola noticia sobre la lluvia de cohetes contra territorio israelí. No critica ningún secuestro y asesinato de ciudadanos israelíes, y mucho menos se ha enterado de que Hammas insta a sus propios ciudadanos a permanecer en sus casas, escudos humanos, tal como reconoce Antonio Zubillaga, encargado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Gaza quien dista mucho de ser un publicista judío.

Es la misma desmemoria selectiva que padeció el actor respecto a Cuba hasta que en 2001 encarnó al escritor Reinaldo Arenas en Before night falls. Entonces afirmó que “teníamos una visión demasiado romántica del régimen de Castro…”. Recordó a su tío preso en las cárceles franquistas y a su madre comunista. “Fui educado en esas ideas, pero es más fácil ser comunista en España cuando se tiene confort y libertad que serlo bajo un régimen tan totalitario como el de Cuba”, admitió

Años después tuvo una recaída de Alzheimer selectivo: en una entrevista concedida en Cuba al diario Granma en diciembre de 2007, proclamó que José María Aznar, Tony Blair y George Bush deberían ser juzgados por crímenes de guerra, pero olvidó incluir en la demanda a los represores de millones de ciudadanos cubanos, entre ellos el personaje que él mismo encarnó seis años atrás.

En el comunicado que ahora nos entrega, antes que le disparen, Bardem intenta esquivar las balas de quienes “deslegitimarán mi derecho a la opinión con temas personales”. Reconoce que trabaja en Estados Unidos, “donde tengo amigos y conocidos hebreos que rechazan tales intervenciones y políticas de agresión”. Y que su hijo “nació en un hospital judío porque tengo gente muy querida y cercana que es judía”. En realidad, no trabaja en el país porque amigos y conocidos hebreos rechacen las intervenciones israelíes, sino porque a veces puede hacer excelentes películas e, invariablemente, le pagan mejor, lo cual es perfectamente legítimo (y más confortable), aunque menos compatible con la retórica autorizada por el manual de estilo de la izquierda. Tampoco su hijo nació en un hospital judío porque tenga “gente muy querida y cercana que es judía”. Su esposa parió en el mismo hospital que Salma Hayek, Gwen Stefani, Jessica Alba y Halle Berry, el Cedars-Sinai, un exclusivo centro médico privado de Beverly Hills con prestaciones de hotel cinco estrellas y la mejor atención médica que se puede conseguir con dinero. El actor podrá tener saharauis, palestinos o cubanos muy queridos y cercanos, pero no se le ocurrió llevar a su mujer a un obstetra bereber, a un hospital de Gaza o a Maternidad de Línea. No confundir retórica con estupidez.

Toda muerte de inocentes es lamentable, la perpetre quien la perpetre, y los civiles de Gaza no son la excepción. Ciertamente, son las balas israelíes las que asesinan a esos civiles, y eso es condenable, pero quienes los colocan como tiro al blanco en la línea de fuego son sus propios líderes, y eso es perverso. La comunidad internacional está en la obligación de proponer e imponer un alto al fuego inmediato y convertir Gaza en zona desmilitarizada.

Hay algo en lo que sí estoy plenamente de acuerdo con el actor, y es “que aquellos israelíes y palestinos que sólo sueñan con paz y convivencia puedan un día compartir su solución”, pero eso pasa por que la comunidad internacional rechace con el mismo énfasis los desmanes de los fundamentalistas de ambos bandos, por que se condene todo atentado contra los derechos humanos sin importar quién los cometa, y por que despierten la misma indignación tanto los verdugos de pueblos ajenos como los verdugos de sus propios pueblos.


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