Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Izquierda

La “solidaridad” con Cuba y la indecencia política

El pluralismo y la tolerancia tienen un límite infranqueable en la indecencia

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Siempre me ha parecido morbosa la relación afectiva que tiene la mayor parte de la izquierda política e intelectual dominicana con el gobierno cubano. Sea por inercia, por afectividad o por compasión, la mayor parte de los(as) “progres” dominicanos han optado por ser cómplices de una situación que no desearían para su propio país. Incluso contra la que han luchado en su propio país.

Ello explica, por ejemplo, que conocidos exfuncionarios letrados cubanos —que no es lo mismo que intelectuales— hayan encontrado en esta media isla una excelente oportunidad para desplegar sus vocaciones en instituciones estatales o políticas —los casos del Archivo General de la Nación, la Fundación Juan Bosch o los partidos de la seudoizquierda aliados al PLD— que reciben fondos públicos.

Un caso bien conocido es el de Eliades Acosta, un funcionario cubano que tuvo papeles muy destacados en la represión contra intelectuales cubanos, en su país o en terceros, desde sus altas posiciones al frente de la Biblioteca Nacional José Martí o desde una secretaría del Partido Comunista. A su haber, cuenta con la organización de francachelas represivas contra actividades públicas centradas en intelectuales oposicionistas o sobre temas cubanos que no se avenían con las políticas oficiales cubanas.

Para hacerlo, Acosta ha utilizado el conocido recurso de las bandas de paleros que se agrupan en algunos llamados “comités de solidaridad con Cuba” y que boicotean agresivamente las actividades programadas. El caso más conocido —no el único— fue su participación en la feria del libro de Guadalajara en 2002. Allí organizó todo tipo de vandalismos contra los intelectuales cubanos críticos al régimen en la Isla, y en particular saboteó un panel en que prominentes figuras intelectuales continentales —como el muy marcado caso del izquierdista inclaudicable Roger Bartra— arrebatando los micrófonos a los ponentes, cerrando las puertas y reteniéndoles por más de media hora entre insultos y amenazas a cargo de grupos de fanáticos.

Destituido de todos sus cargos en Cuba, Acosta no ha encontrado mejor consuelo que asentarse en nuestra media isla a la sombra del Archivo para investigar y escribir con verdadero fervor democrático contra la dictadura… de Trujillo.

Pero por muy repulsivo que resulte el historial de Eliades Acosta, siempre hay que sospechar en él algún talento que le sirvió para escalar posiciones en el aparato de control y represión intelectual en Cuba. Y por eso, aunque resulta un demérito compartir cualquier escenario con una persona que posee un record de abusos represivos, no es el peor caso. Nuestro dinero público también sirve para pagar a figuras absolutamente execrables, como es el caso muy señalado de Dario Machado, una de las figuras más despreciables y mezquinas del aparato represivo anti-intelectual cubano.

Darío Machado nunca ha sido un intelectual, sino a lo sumo un administrador del aparato ideológico, que durante años tuvo a su cargo la única agencia oficial cubana autorizada a hacer encuestas de temas políticos (la llamada Opinión del Pueblo) y desde esa posición se encargó de mentir y desinformar en nombre de la sociología. Y también desde esa posición ejerció una función de comisario político, intimidando a los investigadores y censurando a las investigaciones. En 1996 fue el peón seleccionado para organizar la represión contra el Centro de Estudios sobre América —el mejor centro de investigaciones sociales que ha tenido el país— y contra cada uno de sus investigadores. Lo hizo con saña y absoluta desvergüenza. Tanta que finalmente resultó inservible para los propios represores, y terminó relegado a funciones burocráticas en uno de los aparatos de control ideológico.

Pero a pesar de todo ello. Darío Machado tiene un espacio entre nuestros “progres” e izquierdistas. Unos días aparece hablando de la revolución continental con representantes de la seudo-izquierda aliada a la derecha peledeista en la Plaza Bolívar, otro día disertando sobre metodologías teóricas (justo lo que tenazmente desconoce) con los integrantes de La Multitud, y ahora aparece publicado en el boletín del Archivo General de la Nación (enero/abril 2013).

Obsérvese que no hablo en contra de que las instituciones dominicanas inviten y traigan a funcionarios o intelectuales cubanos que apoyen al gobierno de la Isla. Lo creo lamentable, pero ello es parte de un juego pluralista. Lo que discuto es que se gaste dinero público amparando a figuras con historiales criminales en la represión de intelectuales cubanos y que se les promueva como intelectuales. Eso no es solidaridad con el pueblo cubano, ni rigurosidad profesional, sino complicidad inmoral.

El pluralismo y la tolerancia tienen un límite infranqueable en la indecencia. Nuestros “progres” e izquierdistas en retirada deben aprenderlo.


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