Actualizado: 27/03/2024 22:30
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Opinión

Opinión

Los cinco como excusa

Raúl Castro ha heredado el asunto de la Red Avispa, pero, al igual que Obama, espera que el petróleo 'solucione' el problema.

Comentarios Enviar Imprimir

Desde el día de Corpus Christi del año 2000, en que Elián González fue devuelto a su país, el tema de cinco agentes cubanos presos en Estados Unidos ha sido inevitable para quienes visitan la Isla, leen la prensa local o simplemente conversan con algún funcionario de la cancillería.

Es un tema impuesto por el gobierno cubano como el primer punto de la agenda. Y por eso los grupos de solidaridad con La Habana —esos pequeños grupos de activistas que desean al pueblo cubano lo que ellos personalmente no soportarían por mucho rato— enarbolan permanentemente el tema. Les sucede —como al burgués gentilhombre de Moliere— que hablan en prosa y no se dan cuenta. Son los precios de la añoranza derrotista y del fanatismo sectario.

Ahora ocurre que Ricardo Alarcón, en una de sus tantas estulticias públicas, ha culpado a Obama de "deshonesto" por no liberar inmediatamente a los agentes presos, lo cual, dice, puede hacer con una "firmita". Alarcón reitera lo que ya han dicho Fidel y Raúl Castro: si Obama quiere comenzar a resolver el diferendo, un primer gesto tiene que ser liberar a los cinco espías y devolverlos a Cuba. Que conste, sólo para comenzar.

El asunto es complicado. Estas personas operaban como agentes de inteligencia desde 1990 hasta que fueron detenidos en 1998. Es cierto que centraban su atención en grupos de exiliados extremistas y hostiles al gobierno. También es cierto que, tradicionalmente, la política de Washington hacia La Habana había implicado actos hostiles y ocasionalmente agresivos. Pero nada de ello los hace inocentes, y de hecho existen numerosos casos de espías cubanos capturados por el FBI (y espías norteamericanos capturados en Cuba) de los que ya nadie habla. ¿Por qué tanta algarabía con ellos?

Sacrificados en el altar de la megalomanía

La razón es que estos cinco agentes no se adhirieron a la práctica común en estos casos, al código no escrito de conducta, que sugiere al espía capturado callarse por algún tiempo hasta que toda la red se ponga a salvo. Y cooperar más adelante, hasta que algún día lo suelten o lo canjeen sigilosamente, cuando ya a nadie le importe.

Y fue así porque, en el año 2000, Fidel Castro estaba en el apogeo de su agitación nacionalista y estaba buscando un nuevo tema tras la devolución de Elián a la Isla. Y al parecer, los agentes fueron instruidos para no cooperar. De esa manera, les convirtieron en íconos de la batalla antiimperialista que se veía venir de la mano (del petróleo) de Chávez.

De los diez encausados, la mitad decidió no acompañar al comandante, y de ellos nada se sabe. Los otros fueron condenados a penas de entre 15 años y cadena perpetua. Fueron sencillamente sacrificados en el altar de la megalomanía de Fidel Castro.

Alarcón siempre habla del tema, como por encargo y en celo permanente. Es lo que queda de un eterno aspirante a la cancillería que ha perdido casi todos los debates públicos a los que se ha enfrentado, sea con Jorge Mas Canosa o con Eliécer Ávila. Pero ahora lo hace porque el Tribunal Supremo rechazó una apelación para repetir el juicio, sobre la base argumental de que no hubo garantías suficientes en Miami para una vista imparcial, y que por ello las condenas fueron muy duras.

Es probable que así sea y que hubiera sido saludable revisar el asunto. Sólo que el gobierno cubano no tiene el más mínimo empaque moral para opinar sobre juicios, presos, garantías legales o penas duras.

No podemos olvidar que en la Isla hay centenares de presos políticos y que en abril de 2003 fueron condenados a penas de hasta 30 años unos 75 opositores, todos cubanos, que habían decidido oponerse al gobierno por vías pacíficas.

Se dice que eran culpables de complicidad con Estados Unidos, porque algunos de ellos visitaban con frecuencia la Oficina de Intereses en La Habana y "recibían dinero" de instituciones de ese país. Pero otros nunca iban ni recibían dinero, y fueron condenados por igual. De cualquier manera, fueron sometidos a juicios sumarios en el peor estilo de los capitanes generales. Como no tuvieron formas adecuadas de defensa, todos son no-culpables. Pero la mayoría de ellos sigue en prisión.

Y por esa misma época, el mismo gobierno fusiló en 72 horas a tres jóvenes que intentaron secuestrar una lancha de pasajeros, que no ocasionaron daños físicos a personas y que no tuvieron garantías mínimas para la defensa. Y que, por supuesto, nunca habían estado en la Oficina de Intereses.

Esperando que llueva petróleo

El disminuido gobernante Raúl Castro, atribulado hermano de un Comandante en Jefe que no acaba de despedirse, ha heredado el tema y no sabe qué hacer con ello, en particular cuando le quieren colocar a los "cinco héroes prisioneros del imperio" como el test case para una mejoría de relaciones con Estados Unidos.

Probablemente, a Raúl le gustaría normalizar dichas relaciones para poder pasar a la historia como algo más elevado que el doberman del sistema. Pero intuye que con los "cinco héroes" de por medio —un tema del que no se hablaría públicamente en una negociación—, el escenario es poco auspicioso.

Y en silencio —no por elegante modestia, sino porque no tiene nada que decir— espera que aparezca petróleo suficiente en el Golfo de México para que los norteamericanos se apuren a negociar todo, incluyendo la devolución de unos "cinco héroes" que serán superfluos hasta para escribir memorias.

Por supuesto, lo deseable sería que mañana mismo Estados Unidos liberara a los cinco agentes de la Red Avispa y a otros espías cubanos de los que nadie habla. Y, de paso, que levantara el embargo, cancelara TV Martí, abriera una embajada en La Habana y devolviera la base naval de Guantánamo.

Probablemente muchos coincidamos con Obama en eso. Pero, a diferencia de Obama, no somos el presidente de un imperio, ni debemos atenernos a complejas correlaciones de fuerzas políticas en torno a lo que se dice y lo que se piensa, ni tenemos a Cuba en un lugar muy lejano de nuestras prioridades.

Por eso Obama no lo va a hacer. Y, por lo mismo, es también probable que —como Raúl Castro— espere la llegada del petróleo, el mejor argumento para un país que históricamente ha tenido más clientes que amigos.

Al fin y al cabo, si el petróleo no aparece a tiempo (y pudiera ser así), el inmovilismo terminará explotando la nación en mil pedazos. Y, entonces, los norteamericanos no tendrán que esforzarse mucho para aparecer como los "buenos socios" que restauran la paz, protegen la independencia y promueven el progreso. Todo a muy bajo costo.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.