Actualizado: 28/03/2024 20:07
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¿Y si Raúl muere antes?

Aunque ni la nomenklatura cubana ni el propio Fidel Castro están preparados para responder, hay dos escenarios posibles.

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Si contra la lógica y todos los pronósticos, Raúl Castro da la sorpresa y muere primero que Fidel, ¿qué va a pasar en Cuba? Esta pregunta por sí sola es formidable. Tanto, que ni la nomenklatura cubana ni el propio Fidel Castro están preparados para responderla.

Para empezar, es muy poco probable que exista en La Habana un plan B listo para ser aplicado si Raúl adelanta a su hermano. Y ello puede ocurrir, pues se trata de un anciano de 78 años con trastornos hepáticos debido a su afición por el vodka ruso.

Desde el 31 de julio de 2006, todo lo que se hace en la Isla está dirigido a perpetuar el castrismo sin Fidel, pero con Raúl vivo. Por eso, todos los cargos claves del país pasaron ya a "gente de Raúl" y los fidelistas, encabezados por Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, han sido sacados del juego.

Si Raúl se adelanta a Fidel, puede haber dos escenarios posibles. Uno es que los jerarcas del régimen, ante la sorpresa, se sientan sin rumbo, se refugien en Fidel y éste vuelva a tomar las riendas del gobierno. Pero esto es poco probable, dada la delicada salud del comandante.

El otro escenario —más potable— es que, desaparecido Raúl, Fidel se entere de que ya no tiene poder real para seguir siendo el perro del hortelano (ni gobierna ni deja gobernar), y no pueda impedir una lucha por el poder.

Realmente, Fidel ya perdió el poder absoluto que tenía, y si hoy interfiere en las labores del gobierno con sus "reflexiones", es porque Raúl se lo permite, pese a que lo trata como siempre desde que eran niños: como un inepto que no sabe hacer nada solo.

En el Colegio de Belén, Fidel le comentó a su profesor de Literatura, el sacerdote jesuita español Armando Llorente: "Padre, yo sé que mi hermano es un desastre, que no vale para nada…", cuando el docente se quejó de que Raúl no aprobaba casi ninguna asignatura, según narra el propio religioso en una entrevista realizada en 2006.

Soluciones negociadas

Los miembros de la cúpula están ya hartos de ver cómo Fidel humilla e impide gobernar a Raúl, quien lejos de protestar, alaba a su hermano. Muerto el presidente, la influencia de Fidel sobre los raulistas será mínima.

Constitucionalmente, la jefatura del gobierno le corresponderá al viceprimer presidente, el estalinista José Ramón Machado Ventura, de 79 años.

Pero, difícilmente, Machado podría gobernar más de seis meses. Tiene muchos enemigos en el gobierno, entre los militares y dentro del Partido Comunista, cuya membresía lo odia por su actitud represiva como secretario de Organización del PCC desde 1990, cargo desde el cual controla con mano de hierro la vida de los militantes.

Además, se opone a cualquier reforma económica por ridícula que esta sea. Es decir, que Machado será un estorbo para cualquier gobierno que quiera ser más pragmático en materia económica.

Sin embargo, Hugo Chávez podría exigir: "o Fidel sigue siendo el número uno, o suspendo los subsidios petroleros y financieros" (que ya superan los 5.000 millones de dólares que regalaban los soviéticos a mediados de los años ochenta).

Claro, esa brutal injerencia dependería de que la nomenklatura aceptase someterse a Chávez antes que llegar a un arreglo con Estados Unidos que pudiese normalizar las relaciones bilaterales para recibir millones de turistas norteamericanos.

Una solución negociada con Chávez, para no perder los cinco millones de toneladas de crudo que regala Venezuela al año, podría ser dejar a Fidel como un "líder moral" del tipo Deng Xiaoping cuando se retiró, pero sin el poder de veto que tenía este último. A Deng lo respetaban por haber iniciado las reformas económicas en China, pero a Castro los raulistas lo rechazan porque impide quitarle presión a la caldera social con algunas medidas económicas.

Entonces estallaría una lucha entre los cinco hombres más poderosos del país: los generales raulistas Julio Casas Regueiro, Leopoldo Cintra Frías, Álvaro López Miera, Abelardo Colomé Ibarra y Carlos Fernández Gondín.

Ramiro, sin posibilidades

Ramiro Valdés tiene pocas posibilidades de ser el sucesor. Si bien ahora Raúl le ha dado "ala" para complacer a Fidel, no es un raulista.

Valdés siempre ha considerado que él tiene más méritos que Raúl desde los tiempos del Moncada, por ser uno de los pocos que penetró disparando al interior del cuartel, mientras Raúl, con un grupito encabezado por Lester Rodríguez, ocupaba sin resistencia alguna el Palacio de Justicia. En la guerra, mientras Raúl cobraba impuestos a los campesinos en la Sierra Cristal, sin combatir, Valdés combatía y llegó hasta Santa Clara como segundo jefe de la guerrilla encabezada por el Che.

Fue Raúl quien le sugirió a su hermano que quitara a Valdés de ministro del Interior, dos veces, en 1968 y en 1985.

Por otra parte, los servicios paralelos de contrainteligencia en el MININT y el MINFAR siempre provocaron choques entre Raúl y Ramiro Valdés. El G-2, fundado por Valdés en 1959, se daba gusto en investigar a los jefes de las FAR —no del MININT—, pero Raúl nunca permitió que "la gente de Ramiro" penetrara sus feudos militares, y se quejaba ante Fidel de que Valdés estaba creando un ejército particular de espías, como Fouché en la Francia del siglo XVIII.

En 1989, luego del caso Ochoa-La Guardia, Raúl intervino el MININT, barrió a los oficiales ramiristas y colocó en todos los mandos a hombres suyos, encabezados por sus "socios" Colomé Ibarra y Fernández Gondín.

En cuanto a Juan Almeida, en otros tiempos el "número tres", es un fidelista inepto de 82 años con una salud muy delicada, y sin poder real.

Pronosticar cómo podría terminar esa lucha entraría en el terreno de la ciencia ficción. No importa quién sea el sucesor, o si se crea una junta militar, es casi seguro que se iniciarían reformas estilo chino o vietnamita, sin libertades civiles y políticas.

Pero como Cuba no es China ni Vietnam, sino un país de cultura occidental que fue una república capitalista moderna hasta 1958, situada a 90 millas de Estados Unidos, tal vez la propia dinámica de esas reformas podría desbrozar el camino hacia el desmantelamiento del comunismo y el nacimiento de la nueva Cuba libre y democrática. Soñar es gratis.


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