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Actualizado: 09/05/2024 0:28

POLITICA

«Lo que menos necesita Cuba es otra revolución»

Una estrategia para la transición pacífica, según Carlos Saladrigas, Presidente del Cuba Study Group

Una vez finalizado el terremoto político-legal por la custodia del niño balsero Elián González, un grupo de empresarios y profesionales cubanos radicados en Estados Unidos y en otros países, iniciaron un "proceso reflexivo" sobre el papel y la imagen del exilio cubano. Así nació el Cuba Study Group.

Carlos Saladrigas, uno de los protagonistas del intento de negociación entre la familia González y la Fiscal General de Estados Unidos, Janet Reno, preside hoy dicha organización. De paso por Madrid, donde se reunió con políticos, exiliados y académicos, respondió a las preguntas de Encuentro en la Red.

¿Por qué surge el Cuba Study Group?

Nos dimos cuenta de que el exilio se estaba proyectando hacia el mundo como un grupo de personas irracionales, intransigentes, y que esa imagen sólo beneficiaba al régimen y no reflejaba verdaderamente lo que es el exilio cubano, como un grupo de oposición al régimen.

También nos dimos cuenta de que las posturas que presentaba el exilio y las medidas que solicitaba al gobierno (de Estados Unidos) eran producto de la pasión, de un proceso muy emotivo y muy ciego, en vez de ser producto de un proceso de reflexión, de un proceso de mayor racionalidad y estrategia.

Y en tercer lugar, el régimen manipulaba de una forma extraordinaria al exilio y sus reacciones. En vez de tomar posturas y medidas que pusieran al régimen a la defensiva, siempre éramos nosotros, el exilio, los que estábamos a la defensiva y nos dejábamos manipular por las provocaciones del régimen.

Eso nos llevó a conversar con otros empresarios. Nos dimos cuenta de que lo que sentíamos nosotros, lo sentían muchísimos, aunque no necesariamente lo verbalizaran. De ahí salió la idea de unirnos para trabajar de una forma más eficiente en ese sentido.

En su opinión, ¿cuáles han sido los cambios más importantes en el exilio en Estados Unidos, a lo largo de estos últimos años?

El cambio más importante es demográfico. Los cubanos que llegaron en los años sesenta, en la primera ola migratoria desde Cuba, lograron extraer prácticamente sus núcleos familiares e inclusive sus círculos de amistades. Aquellos que no salieron en esa época quedaron totalmente olvidados y marginados en su gran mayoría.

Fue un exilio que llegó a Estados Unidos en medio de la coyuntura histórica de la Guerra Fría. Todo parecía apuntar a que era necesario aislar a Cuba y, por lo tanto, aislarse ellos de Cuba. O sea, fue un exilio que tuvo la opción, y lo hizo, de cortar sus nexos con Cuba, y se quedó aislado, en lucha y en conflicto con Cuba, pero aislado de Cuba.

La segunda ola migratoria importante fue la del post-Mariel, y sobre todo los que han llegado en la década de los noventa y en lo que va de la década de 2000.

Estos cubanos, cuya mayoría ha nacido en Cuba, ven el problema desde otra perspectiva. No están arraigados en una Cuba que ya pasó y no volverá a ser, sino que están más en una realidad de lo que es la Cuba contemporánea y, por lo tanto, ven las cosas distintas. Nosotros creemos que el factor que los motiva más es lo que llamamos la "política del afecto".

Esta gente, en muchos casos, ha dejado en Cuba familiares muy cercanos, hijos, padres, hermanos y círculos de amistades, y no están dispuestos a sacrificar por la política sus nexos familiares con la Isla. Por lo tanto, tienen necesidad de viajar a la Isla con más frecuencia y de tener un contacto más frecuente con la Isla. Por ello, afectan a la política de una forma distinta.

Algunos en la comunidad internacional, aunque cada vez son menos, creen que el exilio es conservador y anexionista…

Parte de los objetivos del Cuba Study Group es demostrarle al mundo que, aunque exista esa percepción, es un estereotipo, no es la realidad.

Hoy, quizá hay más nacionalismo en el exilio cubano que dentro de la propia Cuba, pues una buena parte del exilio, incluyendo al Cuba Study Group, está aferrada a que el futuro tiene que ser labrado entre cubanos, no queremos un futuro que haya sido conceptualizado en Washington ni en ninguna otra parte del mundo.

Hemos hecho suficientes encuestas para entender cómo piensa el exilio y vemos que una mayoría aplastante es un exilio autónomo, nacionalista. Hay que aclarar que el exilio se siente parte de la nación cubana y reclama su derecho a ser parte de ella. No nos sentimos extranjeros, somos parte de la nación cubana.

Pero es también importante recalcar, y eso lo hemos visto en las encuestas, que es un exilio que entiende claramente que su papel en el cambio en Cuba no va a ser protagónico, sino un papel coadyuvador, de ayuda, de apoyo; entiende que el protagonismo debe ser de aquellos que están en la Isla. Pero eso no quiere decir que no nos sintamos parte, por derecho y por deber, de esa nación cubana.

¿Qué papel podría tener cada segmento del exilio en un momento de cambio en Cuba?

Hay un tercer grupo que es el de los cubanos nacidos en Estados Unidos, o aquellos que como yo llegamos en los sesenta, pero llegamos muy jóvenes y nos educamos en Estados Unidos. O sea, tenemos una educación con un punto de vista más sajón, somos más dados a la razón que a la pasión, más dados al análisis crítico que a la reflexión emocional.

Ese grupo está motivado por lo que nosotros llamamos la "política de la razón". Y, en cierta forma, aquellos que están motivados por la "política del afecto" encuentran mayor afinidad con él.

Los menos analíticos, los menos reflexivos, son los primeros (llegados en los años sesenta), que están motivados por la pasión. Pero demográficamente, ya es un grupo envejecido. Por razones fundamentales de su edad, etc., están más conectados al pasado que al futuro y, por lo tanto, su impacto en el futuro va a ser más limitado.

El futuro de Cuba va a ser más impactado por los cubanos más nuevos, los nacidos en Estados Unidos, la generación Pedro Pan, que curiosamente es la generación que en cierta forma sufrió más el golpe brutal de la división de la nación cubana. Creo que, en cierta forma, va a ser la generación que jugará un papel muy especial en la reunificación del país y en lo que yo llamo el gran reencuentro, que es el encuentro de esas dos grandes partes que fueron brutalmente divididas por la política. Y es curioso que en la política es también donde vamos a encontrar las fórmulas y los modos del gran reencuentro.

¿Qué gana y qué pierde el tema cubano con la reelección de Bush?

El problema cubano no es partidista: ni de demócratas ni de republicanos. El problema cubano es un problema de nosotros y no queremos que se solucione en Washington. No queremos políticas y medidas injerencistas, y las hay; pero las rechazamos.

La política de Estados Unidos hacia Cuba debe ser más el resultado de una política de Estado que de una política partidista. Desafortunadamente, no siempre lo ha sido. Por lo tanto, para el tema nuestro, que ganara Bush o Kerry no era lo esencial. Lo esencial es que las políticas hacia Cuba deben ser consensuadas entre ambos partidos.

Las implicaciones solamente las veremos en el contexto histórico. Sería un poco estéril, en este momento, tratar de predecir qué implicaciones va a tener una administración u otra, eso lo veremos en el transcurso del tiempo. Es la realidad con la que tenemos que vivir: el presidente Bush ganó, y ganó muy bien. Nosotros seguiremos trabajando para que la política norteamericana sea una política de Estado.

¿Ha dividido el tema de los viajes al electorado cubano en EE UU?

De hecho, donde único perdió votos el presidente Bush en el estado de la Florida fue, precisamente, entre los cubanoamericanos. O sea, el voto cubanoamericano fue un porcentaje mucho menor que en el año 2000.

Según datos aproximados, en 2000, un 82% de los votantes cubanos apoyaron a Bush. Este año, fue un 72%. Gore sacó el 17%, Kerry sacó el 28%. Esto da una idea del cambio. También refleja que a medida que los cubanos que han llegado más recientemente se hacen ciudadanos norteamericanos y se inscriben para votar, tienen un impacto cada vez mayor en el voto cubanoamericano.

Este impacto que vimos reflejarse en 2004, lo veremos más agudo en 2006 y, sobre todo, en 2008.

¿Cómo puede ayudar el gobierno de Estados Unidos de modo que no represente una injerencia?

El gobierno estadounidense puede ayudar muchísimo. Primero, puede asegurarse de que la transición en Cuba sea pacífica.

Uno de los grandes objetivos del Cuba Study Group y de un sinnúmero de organizaciones moderadas del exilio, es tratar por todos los medios que la transición sea pacífica y no violenta.

Lo que estamos buscando es una transición de la ley a la ley. Cuba lo que menos necesita es otra revolución. Cuba necesita un cambio pacífico, ordenado, hacia la democracia, hacia un Estado de derecho, donde existan libertades constitucionales, donde haya libertad de palabra, de expresión, de asociación, y eso creemos que sólo se va a conseguir a través de una transición pacífica.

En ese sentido, las políticas estadounidenses deben ser menos injerencistas, deben ser políticas de apoyo, multilaterales. Creemos que Estados Unidos debe trabajar más con otros países en una opción más multilateral que la absolutamente bilateral que ha funcionado hasta ahora.

Creemos que la política de aislamiento hacia Cuba es una política errónea, equivocada, que sólo perjudica al pueblo. El aislamiento es el arma más poderosa de los dictadores totalitarios y nosotros creemos que es esencial que hayan más cubanos viajando a Cuba y que hayan más contactos con el mundo exterior.

Aquellas palabras de su Santidad de que "el mundo se abra a Cuba" son esenciales e importantes para darle a Cuba los conocimientos, los contactos, los recursos que necesita para que el pueblo sea el verdadero protagonista de su transición, y no que esto venga desde fuera.

¿Estarían ustedes a favor del levantamiento del embargo?

Del embargo, no. El embargo es una colección de distintas medidas y es una cosa muy compleja. Si hoy estuviéramos hablando por primera vez de instituir un embargo, yo pensaría distinto. Creo que el embargo, de cierta forma, le ha dado históricamente a Castro una razón de ser, lo ha provisto de un chivo expiatorio al que poder culpar de los enormes fracasos del sistema cubano. Le ha servido, en cierta forma, de amparo y justificación para la represión tan enorme con que funciona el régimen.

Pero ya hoy día, levantar el embargo en su totalidad, creo que representaría una victoria moral y política para el régimen, que es inmerecida e innecesaria, y creo que no le daría el respaldo que necesita la oposición interna.

Sin embargo, hay ciertas medidas dentro del embargo que nosotros consideramos contraproducentes. Nosotros favorecemos, por ejemplo, un esquema de mayor contacto, de más viajes, que haga más fácil, sobre todo a la familia cubana, mantener sus nexos, sus contactos en Cuba. Que los cubanos demuestren de una forma decisiva que Cuba no es de Castro, sino de nosotros. Esto requiere dar pasos afirmativos: decir 'esta es mi patria y yo tengo derecho a estar aquí como cualquier otro cubano'.

Creemos que el Carril II de la Ley Torricelli, por ejemplo, es una fórmula muchísimo más efectiva de canalizar la política norteamericana que lo que estamos viendo en este momento. Es mucho más efectivo, que busca crear soluciones.

Como oposición al régimen, es importante reclamar, denunciar las atrocidades, pero más importante es buscar soluciones, patrones de salida para la crisis.

Y es en esa búsqueda en la que estamos trabajando arduamente para encontrar distintas opciones de salida, como es el Proyecto Varela, del Movimiento Cristiano Liberación. Algunas personas están de acuerdo con él, otras no; pero no deja de ser una propuesta de solución, de vía pacífica para el cambio.

Nosotros estamos convencidos de que los procesos de cambio son procesos dinámicos y que una vez abierta la puerta al cambio, ya es indetenible. Lo que tenemos que conseguir es abrir las puertas que nos llevan al cambio y, una vez conseguido esto, el resto será un proceso indetenible, dinámico, donde el pueblo de Cuba sea el verdadero protagonista.

¿No ve contradicción entre aquellos que se declaran emigrantes económicos para protestar por las medidas restrictivas de Bush y, sin embargo, se acogieron a la Ley de Ajuste Cubano, que está concebida para proteger a los cubanos que huyen del régimen?

Me molesta muchísimo diferenciar entre cubanos. Creo que es algo muy divisivo, es algo insidioso que está sucediendo dentro del exilio de Miami y es muy dañino. Hay grandes mercaderes del odio en Miami y están utilizando esto para dividir aún más al exilio y a la comunidad cubana. Lo están usando para hacer daño.

Creo que todos los cubanos salimos por la misma razón, sean del año 1960 o de 2004. Todos salimos buscando un futuro. Todos salimos escapando de la falta de libertades, sean libertades económicas o políticas.

Es absurdo decir que todos los cubanos que salieron en los sesenta son refugiados políticos y los de ahora son económicos, cuando muchos de los que salimos en los sesenta lo hicimos por razones económicas también, porque perdimos el modo de vida que teníamos en aquel momento y fuimos a buscar un nuevo futuro.

Lo que sí nos une completamente es que todos los cubanos hemos salido en busca de esperanza, en busca de libertades, que incluyen la libertad económica de poder crear para nosotros un mejor futuro y para criar a nuestros hijos en un futuro mejor. Ese es el mismo anhelo que tienen todos los cubanos, sean los de hoy o los de ayer.

¿Cuál es su opinión sobre los esfuerzos que está haciendo el actual gobierno español para suavizar la postura de la Unión Europea hacia La Habana?

La postura nuestra, que con gran respeto hemos venido a comunicar aquí, sin tratar de entrometernos en la política exterior española, porque no nos compete, es que las sanciones que adoptó la Unión Europea —a raíz de la persecución de los disidentes en el año 2003— se deben mantener hasta que se cumplan las condiciones por las cuales fueron establecidas.

Es importante que el régimen cubano reciba dos mensajes importantes: El primero es que hay soluciones, que hay gente con buena voluntad, sobre todo entre los cubanos que vivimos en el exterior, de buscar soluciones que lleven a la paz, la armonía y la transición pacífica.

Pero el segundo mensaje, que es muy importante, es que el régimen tiene que saber que sus acciones tienen consecuencias y que, sobre todo, reprimir de forma cruenta, de forma violenta, al ciudadano pacífico va a tener grandes consecuencias, grandes repercusiones. Este es el tema en el que encajan las sanciones impuestas por la Unión Europea.

No son sanciones burdas como las que desafortunadamente ha impuesto el gobierno norteamericano sobre Cuba, son sanciones más inteligentes, son sanciones que tienen solución, donde el gobierno cubano pudiera de forma constructiva, si así lo quisiera, responder. Por tanto, nosotros pensamos que se deben mantener.

Lo que sí creo que es importante es que nunca se le diga que no al diálogo, como vía de solución. Cerrarle las puertas al diálogo sería un error enorme. Es importante que exista el diálogo, pero es necesario que sea sustantivo, serio, respetuoso y crítico.

Dentro de esas condiciones, nunca se le debe decir que no al diálogo. Si el gobierno cubano no quiere dialogar, es su prerrogativa, pero no seamos nosotros, no sea Europa, la que diga que no al diálogo. Porque solamente a través del diálogo van a salir las soluciones al problema cubano.

Usted ha rechazado el aislamiento como método efectivo, pero ha considerado útil, por ejemplo, la exclusión de Cuba de la OEA. ¿No hay una contradicción en este planteamiento?

Yo distingo entre dos tipos de aislamiento. Hay un aislamiento del régimen de los foros diplomáticos, donde las naciones que se reúnen tienen ciertas características. Por ejemplo, la OEA es un foro de naciones democráticas, en el que Cuba no tiene cabida porque sencillamente no es democrática.

El aislamiento del régimen, en ese sentido, es algo éticamente justificable y prudente porque, repito, es importante que se entienda que el que viola los derechos humanos, no respeta a los ciudadanos cubanos, no le da a su propio pueblo la soberanía que exige para la nación, es un régimen que no tiene cabida en la comunidad de naciones democráticas.

Lo que nosotros consideramos que es inapropiado y no ético es el aislamiento del pueblo, el aislamiento de familia a familia, de amigo a amigo, de cubano a cubano. Ese es un aislamiento que sólo beneficia al régimen y perjudica al pueblo. Ese aislamiento no consideramos que sea una política adecuada.

Pero en entidades importantes donde el denominador común es la democracia, no cabe un régimen que no la respeta.

¿Cuál sería, a juicio del Cuba Study Group, la política multilateral más efectiva hacia la Isla?

Para que fuera efectiva, una política común hacia Cuba, y que debería incluir a Estados Unidos, debería estar basada en la ética, en principios éticos fundamentales, en aquellos principios de los cuales el mismo gobierno cubano ha sido suscriptor en convenios internacionales, como es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como son los convenios internacionales de los derechos laborales.

Basados en esos principios, nosotros pensamos que se debe construir una política ética hacia Cuba, donde, por ejemplo, la inversión extranjera se condicione a la libertad del inversor de negociar directamente con el obrero y pagarle directamente sin intermediación del régimen. Donde la compra de productos cubanos se condicione a aquellas empresas en las que los obreros han sido libremente contratados por los patrones y los inversores.

Donde los viajes a Cuba se condicionen a que el gobierno cubano permita a su propio pueblo las mismas libertades que tenemos nosotros en Estados Unidos, que es la libertad de salir del país nuestro y regresar libremente sin el control de una visa o un permiso de salida, y sin que la emisión de un pasaporte esté subordinada a la condición política.

Y después, que la participación de Cuba en importantes organismos financieros internacionales sea condicionada, precisamente, al progreso que logre en las áreas de respeto a los derechos humanos, los derechos laborales y a las libertades fundamentales.

Esas son las cosas que pondrían al régimen a la defensiva, pero también presentarían patrones de solución.

El respaldo financiero a la oposición interna ha levantado mucha polémica. ¿Qué tipo de apoyo creen ustedes que se le debería dar?

Insisto en que es mi derecho usar mi dinero como quiera. Si quiero mandar mi dinero a un opositor, estoy en mi derecho y no hay régimen ni ley que me pueda decir lo contrario. La ética me lo permite.

Así que el derecho de los cubanos de ayudar —como nosotros queramos— a la oposición interna, a la creación de una sociedad civil, es un derecho fundamental.

Pero el apoyo más importante que le puede llegar a la oposición interna es el de la solidaridad internacional, el apoyo moral. Hay que darle reconocimiento. Que el mundo entero sepa quiénes son, cómo están reprimidos, cómo están impedidos de llevar a cabo su labor. Que el mundo entero los reconozca y entienda que son los verdaderos héroes dentro de Cuba, que están luchando contra viento y marea por rescatar sus derechos; y que el mundo entero sepa que ya ellos le están demostrando al pueblo cubano algo que es esencial: le están perdiendo el miedo al miedo.

Cuando ellos pierdan el miedo, los que van a tener miedo son los que tienen hoy el poder, como dice Oswaldo Payá.

¿Quiénes querría el Cuba Study Group que escuchasen sus propuestas?

Todo el mundo. Lo que queremos para Cuba es la armonía, la paz, el cambio. Que nos escuche el pueblo, porque el mensaje para el pueblo es: 'no tengan miedo, el futuro va a ser extraordinariamente bonito, van a colaborar todos los cubanos, no va a ser impuesto ni por Washington ni por nadie'.

Que nos oiga el gobierno estadounidense. Decirles: 'ya basta de tanta confrontación, de tanto aislamiento que no ha producido nada en 45 años, vamos a buscar un respaldo multilateral, vamos a movernos hacia una política hacia Cuba que esté radicada en la ética, en principios fundamentales'.

Y hacia el mundo un mensaje muy importante: 'Ayúdennos, no nos dejen solos, la oposición interna en Cuba necesita de la solidaridad del mundo, necesita el respaldo'.

Hay que abrir el mundo hacia Cuba, pero también hay que entender que este es un régimen violatorio de los derechos humanos. Es un régimen al que hay que presionar hasta el cambio y es un régimen que debe saber que la violencia y la represión tienen consecuencias y que a través del cambio es que vamos a encontrar todas las vías de solución.

En ese sentido estamos todos dispuestos a un diálogo nacional que sea incluyente, donde todas las partes del pueblo cubano participen en un proceso de elaboración de su futuro. Y en ese proceso incluyente está el gobierno también. Nadie excluye a nadie. Es un proceso vital, solamente a través del diálogo, bajo estas condiciones, es donde se van a encontrar las soluciones, y es ahí hacia donde tenemos que encaminarnos.

Ese mensaje es constructivo para Cuba e importante para su futuro.

Nosotros vemos a los dirigentes cubanos divididos en dos grupos: Los que no tienen futuro y los que tienen futuro.

Los que no tienen futuro son personas (también existen en el exilio) que están arraigadas a un pasado que ya no existe. Esas personas no van a tomar parte del futuro.

Pero hay muchos, de hecho creo que la mayoría de ellos, que tienen futuro; o bien porque lo ven para ellos o porque lo ven para sus hijos.

Los que tienen futuro son aquellos que entienden la necesidad del cambio, los que entienden que el cambio va a venir y dan a entender la necesidad de colaborar con todos los cubanos en la búsqueda de soluciones constructivas para Cuba.

No creo que haya nadie en Cuba, dirigente u opositor, que deba tener miedo al cambio. El cambio en Cuba va a ser positivo. Lo que va a regir en la Cuba del futuro va a ser el amor fraternal, la reconciliación y el gran reencuentro. En ese sentido, creo que es importante que todos los cubanos, sobre todo los que están en el poder hoy, vean el cambio no con miedo, sino con anticipación y con esperanza.

© cubaencuentro

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