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Actualizado: 19/05/2024 23:18

Red Avispa

El crepúsculo de los ídolos

Lo que dice la ley: El nuevo juicio de los cinco espías. ¿Sentimientos o razones?

La Fiscalía federal (Distrito Sur de la Florida) acaba de solicitar al Tribunal de Apelaciones del Undécimo Circuito Judicial (Atlanta) que se constituya en pleno (12 jueces) para revisar la decisión del panel trino (Birch, Oakes y Kravitch) sobre un nuevo juicio, en otro lugar, contra los cinco espías de la Red Avispa.

Quizás sea exagerado afirmar que el filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626) descifró las causas del menoscabo del entendimiento humano, pero su reflexión sobre los "cuatro ídolos que han inmigrado en el espíritu de los hombres" ( Novum organum, 1620) parece aún pertinente para rebatir que tres "jueces ofuscados" ( El Nuevo Herald, agosto 19, 2005) emitieron "un fallo judicial racista" ( El Nuevo Herald, agosto 24, 2005).

Ídolos de la tribu

El común de las personas se inclina hacia los datos afines a sus propios deseos. En Jueces ofuscados, el columnista Daniel Morcate arrancó de la "suprema ironía" del fallo de apelación, que alega prejuicios en Miami, pero "contiene muchos más prejuicios hacia la comunidad cubano-americana". Así dramatizó la parte de la decisión que los propios magistrados consideraron "muy poco popular e incluso ofensiva", en tanto soslayó este pronunciamiento básico de los mismos jueces: la comunidad cubanoamericana es "bastión de los valores tradicionales que hacen de los Estados Unidos una gran nación", donde se gozan y aprecian libertades que "no están al alcance de los cubanos dentro de la Isla".

Antes que criticar el razonamiento jurídico de los jueces, Morcate procedió a desacreditarlos con términos emocionales: su fallo habría reflejado "la ojeriza y el resentimiento de ciertos sectores norteamericanos a los exiliados cubanos". El silogismo del columnista es perfectamente circular: la propia decisión que trae su causa de "bajas pasiones anticubanas" es la única prueba de que aquellas anidaron en "un nicho" judicial, sin explicación de cómo éste pudo formarse.

Ídolos de la caverna

"Cada hombre —decía Bacon— posee una caverna propia que distorsiona...". Morcate tacha "de dudosa legalidad" y "prejuicio" la exclusión de jurados de origen cubano en el primer juicio, pero no refiere normas codificadas ni precedentes judiciales a favor de su criterio. De legalidad indudable fueron los fundamentos jurídicos que sustentaron el fallo de apelación, cuya clave áurea estriba en que los juicios deben parecer imparciales a todos los observadores ( Wheat vs EE UU, 1988).

No es cierto que los tres jueces, como afirma Morcate, "ignoraron olímpicamente que ni un solo miembro del jurado del caso era de origen cubano". Ellos ponderaron esto como esfuerzo por asegurar la imparcialidad y fueron más allá: el cambio del lugar del juicio solicitado por la defensa debió acogerse, pues el método usual de voir dire (interrogatorio de la fiscalía y los abogados defensores a los posibles miembros del jurado, con el objetivo de precisar su tesitura desprejuiciada) no prevenía ya contra la mera posibilidad de injusticia ( In re Murchison, 1955).

Escribió Morcate que los jueces se basaron parcialmente en que el juicio coincidió con "una época de fuertes sentimientos anticastristas" alrededor del caso Elián González y pasaron por alto que los jurados pertenecían a los grupos étnicos que "mayoritariamente respaldaban" devolver el niño a Cuba. Sólo que uno puede ser afroamericano, blanco anglosajón o hispano no cubano, sin pensar igual que la mayoría de su grupo respectivo.

Aparte de traspasar estadísticas grupales a personas de carne y hueso e incurrir así en la falacia que otro filósofo inglés, Alfred Whitehead (1861-1947), denominó concreción fuera de lugar, el columnista se ciñó a la composición étnica del jurado. Mas el quid jurídico radicaba en mantenerlo libre de influencias externas ( Sheppard v. Maxwell, 1966). La propia Fiscalía pediría cambio de sede judicial en otro caso enlazado con Elián González ( Ramírez contra Ashcroft, 2001), porque el jurado en Miami no podría apartar sentimientos y prejuicios muy arraigados para concentrarse sólo en las pruebas. Morcate tildó sólo a los jueces de "racistas solapados".

Ídolos del foro

Los malentendidos enturbian la comprensión. Los cinco espías de Castro son también cubanos y el prejuicio atribuido a los tres jueces federales no sería por ende racial, sino político. En Un fallo judicial racista, el lector Ignacio Álvarez elogió al columnista Morcate por su "análisis sobrio" y aclaró que "ofuscados" sería más bien "elegante y diplomático calificativo a quienes merecen uno mejor: izquierdistas".

De paso anunció que ahondaría "en esta verdad histórica": además de "racista e ideológicamente motivada", la decisión reflejaría "cierta reminiscencia derrotista [de] los sureños de Georgia", quienes achacaron a Florida la culpa por el revés en la guerra civil (1861-1865). Así superó a Morcate en la técnica sofista del cambio de tema.

En lugar de discutir los fundamentos jurídicos del fallo, Álvarez colgó a los jueces el sambenito tricornio de racistas, izquierdistas y resentidos. A este último efecto imprimió jactancia histórica en abstracto a las motivaciones, sin reparar en las biografías concretas.

El presidente republicano Richard Nixon nombró el 3 de mayo de 1971 al buen norteño James Oakes como juez del Segundo Circuito de Apelaciones (Nueva York), de donde vino al Undécimo (Atlanta) para examinar el caso de la Red Avispa con Stanley Birch, quien gracias a sus credenciales conservadoras había sido designado el 22 de marzo de 1990 por otro presidente republicano: el primer Bush.

Morcate y Álvarez tendrían que meterse en camisa persuasiva de once varas argumentales para explanar cómo la jueza Phyllis Kravitch (por haberla nominado el presidente demócrata Jimmy Carter, en enero de 1979) pudo engatusar a dos colegas y retorcerlos hacia la izquierda castrista. Así y todo, Carlos Pérez atribuyó la decisión unánime a la "Distorsión interpretativa" ( El Nuevo Herald, agosto 29, 2005) de "jueces activistas" influenciados por la mala imagen que ha dado "la prensa liberal en 46 años sobre Miami y los cubanoamericanos".

Ídolos del teatro

Según Bacon, la conjunción de dogmas y malas reglas de demostración engendra "mundos ficticios". Morcate atenuó el desempeño de los abogados defensores y vinculó el éxito de la apelación más bien al "tesón" del gobierno castrista, que "a través de terceros logró ofuscar y sacarles los prejuicios" a los magistrados federales. Castro no logró hacer esto con ellos, sino con Morcate. Su falacia genética concedió tanto alcance a la mano del castrismo, que parece como si abrigara la intención de estrecharla.

Por el contrario, los jueces invitan a cortársela de manera más inteligente. Tal propósito descuella en las páginas del fallo acerca de que los cinco transmitieron a Cuba información sobre varias instalaciones relacionadas con la seguridad de EE UU. Aquí el tribunal de apelación casi sugiere a la fiscalía depurar sus imputaciones y allanar el camino procesal para que los cinco puedan ser declarados culpables, al menos de conspiración para cometer espionaje. Ahora parece que los fiscales federales del Sur de la Florida quieren ganar tiempo con la solicitud de revisión en pleno.

Al aceptar dos peticiones de la defensa (cambiar la sede judicial y anular el primer juicio), los jueces sólo puntualizaron el principio constitucional del debido proceso de ley, donde no tienen cabida ni la ola de sentimiento anticastrista ni la extensa publicidad contra los acusados —antes y durante el juicio— ni el alarde acusatorio de que Castro y su gobierno eran los verdaderos enjuiciados por su notorio interés en destruir a EE UU.

No hay sobriedad analítica cuando se ataca el fallo de apelación con argumentos que sólo repiten las reacciones inmediatas de algunos líderes de organizaciones del exilio y agregan falacias en vez de dar precisión a los usos lingüísticos.

Ninoska Pérez (Consejo por la Libertad de Cuba) adelantó la tesis inconsistente de "una decisión racista". José Basulto (Hermanos al Rescate) trajo a colación la mano larga de Castro, que habría plantado la "imagen falsa del exilio temible". Alfredo Mesa (Fundación Nacional Cubano Americana) arguyó que si el juicio en Miami no fue imparcial, entonces no podría enjuiciarse a "los terroristas responsables de los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York". Tampoco este silogismo tiene pies ni cabeza. Quienes organizaron Septiembre 11 deben juzgarse fuera de Nueva York, tal como se juzgó en Colorado al terrorista dinamitero de Oklahoma ( EE UU vs. McVeigh, 1996).

Coda

La tesitura de la Fiscalía de pedir revisión del fallo de apelación antes que celebrar nuevo juicio en otro lugar, remite a la opinión disidente del juez Wendell Holmes en Northern Securities Co. contra los EE UU (1913): "Los grandes casos se denominan así no por su real importancia en la configuración futura de la ley, sino por la razón accidental de que agudos intereses inmediatos apelan a los sentimientos y distorsionan el razonamiento. Esos intereses ejercen tanta presión que todo lo que era claro se torna dubitativo e incluso se resquebrajan principios legales bien asentados".

Bacon proponía que las observaciones se registraran en tablas de presencia, ausencia y grados. El fallo "racista" de tres jueces "ofuscados" tiene sobrada presencia en las páginas de opinión de El Nuevo Herald (Miami), donde otros puntos de vista brillan por su ausencia, pero sólo esparce diversos grados de penumbra sobre el caso por el efecto pernicioso de los ’dolos antemencionados.

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