Ir al menú | Ir al contenido

Actualizado: 15/05/2024 1:03

CON OJOS DE LECTOR

El primer bolchevique español

Hostilidad de algunos periodistas, incidentes joviales y comentarios antimonárquicos caracterizaron la visita que Valle-Inclán realizó hace 85 años a Cuba.

A diferencia de las que realizaron compatriotas suyos como Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Federico García Lorca y Vicente Blasco Ibáñez, la visita a Cuba de Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) ha sido escasamente comentada. Y no porque en su momento parase inadvertida, algo que difícilmente podía ocurrir con un personaje tan polémico y provocador como el autor de Divinas palabras, a quien Luis Araquistain bautizó como el último católico y el primer bocheviquista español (a Valle-Inclán, por cierto, le daba muchísima satisfacción que lo llamaran así).

Valle-Inclán arribó a La Habana a fines de noviembre de 1921. Iba de regreso a Europa tras haber estado en México, a donde había sido invitado por el presidente Álvaro Obregón, para que participara como embajador oficioso de los intelectuales españoles en los actos oficiales por el centenario de la independencia. Durante dos meses Valle-Inclán se dedicó a pronunciar conferencias y a recorrer el país en un vagón de tren cedido por el propio Presidente de la República. De ese modo hacía evidente su solidaridad con la política agraria y educativa de Obregón, así como su desacuerdo con las presiones del gobierno español para que México compensara económicamente a la corona, por haber expropiado sus bienes. En sus declaraciones a la prensa, el escritor arremetió contra los colonos españoles —los gachupines— y contra la política española de chantaje y boicot que se quería imponer a México.

El gobierno mexicano designó al poeta nicaragüense Salomón de la Selva para que acompañara a Valle-Inclán y lo introdujera en los medios literarios cubanos. A su llegada a La Habana, fue recibido con cierta hostilidad por un sector de los periodistas, a causa de unas declaraciones suyas divulgadas por los periódicos mexicanos y que se reprodujeron luego por toda Latinoamérica. Las frases que molestaron nada tenían que ver con Cuba, sino que se relacionaban con las ideas antimonárquicas del escritor gallego, algo que por lo demás todo el mundo conocía. Durante su estancia en la Isla (además de La Habana, parece ser que también viajó a Matanzas), Valle-Inclán aprovechó para matizar las opiniones suyas que tan mal recibieron algunos, entre ellos, faltaría más, los editores del ultraconservador Diario de la Marina. "Hablé, declaró entonces, en esa tan traída y llevada entrevista publicada en México a que aludimos, de España, de la revolución que creo inminente. '¿Y qué cree usted que haría el Rey en tal caso?', me preguntó el periodista. 'El Rey haría lo que hacen todos los reyes: huiría', le dije. De aquí aquel señor dedujo que yo quise decir que el Rey era un cobarde…".

Valle-Inclán se hospedó en La Habana en el Hotel Florida. Entre otras actividades, durante los días que permaneció en Cuba visitó las redacciones de las revistas El Fígaro y Social, paseó por la capital y sus alrededores y fue a ver una representación en el Teatro Alhambra (¿recogería alguien lo que comentó a la salida?). A pesar del malestar que produjeron sus declaraciones, una comisión del Centro Gallego fue a invitarlo para que visitara esa institución. Lo hicieron como algo de rigor, y cuando fueron a verlo no ocultaron su desagrado. Valle-Inclán prefirió pasarlo por alto, los recibió con mucha amabilidad y charló animadamente sobre Galicia y sobre la pesca de la sardina. Su inesperada actitud hizo que al final, aquellos señores saliesen encantados.

Esa misma noche asistió al Centro Gallego, donde halló reunida una gran cantidad de personas. Tras recorrer las dependencias de la institución, le trajeron el Libro de Oro para que estampara unas palabras. Muchos temblaban y temían lo peor, pero para sorpresa general esto fue lo que escribió: "Con una nueva y cordial espiritualidad, reúnen los gallegos en La Habana, el viejo lema de los antiguos Hermandiños: Deus Fratesque Galletia. Valle-Inclán. Habana, 20 noviembre, 1921". A solicitud de los asistentes, lo redactado por él fue leído por uno de los socios del Centro. Al finalizar, se escuchó una salva de aplausos, y como anotó un periodista que estaba presente, "todos los rostros perdieron el encogimiento que tenían hasta aquel momento".

De aquellos días que pasó Valle-Inclán en Cuba, quedan sobre todo, las opiniones suyas recogidas por la prensa. Ésta, por ejemplo, alude directamente a la Isla: "En países como Cuba, de sistema económico colonial, lo que deben hacer los espíritus revolucionarios es provocar conflictos entre las fuerzas capitalistas rivales. Ustedes deben provocar que Inglaterra invierta aquí cada vez más dinero". Interrogado sobre la revolución rusa, expresa: "Es la revolución más grandiosa que ha dado la humanidad; y Lenin es el más grande estadista de estos tiempos. Todo esto que se dice de calamidades del régimen sovietista (sic) es una vil calumnia que se hace para desprestigiar a la gran revolución y para impedir que se propague entre la clase obrera del mundo". En el caso de España, considera que la revolución es inevitable, "pero tiene un inconveniente peor que Rusia, y es que el bloqueo de las naciones europeas será mucho más efectivo, y, por consecuencia, la intervención, sobre todo de Francia, sería inminente".

Un conversador admirable

Al preguntársele por algunos colegas y compatriotas suyos, no se corta la lengua para decir lo que piensa sobre ellos. De Eugenio D'Ors comenta que "nadie lo conoce en España; escribe en catalán. Al principio tenía unas cosas bien, aquello de las arbitrariedades; pero ahora es muy arbitrario". Acerca de Francisco Villaespesa expresa que es "un poeta de grandes condiciones. Lástima que le falte el espíritu crítico". Y agrega que para él sólo hay dos grandes poetas en España: Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. De José Ortega y Gasset declara que "en un primer momento no estuvo mal; pero es un hombre vendido a sectas. Estuvo sólo cinco semanas en la revista España, que es obra de Luis García Bilbao, que en ella se gastó toda su herencia; el mayor orgullo de Gasset, sin embargo, es decir que él la fundó. Sus Meditaciones de El Escorial son absurdas; no ha comprendido el secreto de El Escorial. Mire usted: hace unas largas disertaciones sobre el estilo del edificio, sin darse cuenta de que la armonía del conjunto del edificio y lugar, no resulta, desde luego, sino de la identidad del material empleado, que es el de la misma tierra, resultando una unidad perfecta. En ningún modo es cosa del estilo, que lo mismo hubiera sido el druídico que el greco-romano".

Quienes lo entrevistaron en Cuba alabaron sus admirables dotes como conversador, y también su capacidad para pasar de un tema a otro. En otra de las declaraciones recogidas por la prensa, Valle-Inclán se refiere al interés que suscita en España lo que se escribe en América. Ante el comentario de un periodista de que, sin embargo, se conocen poco los autores de esta orilla, replica: "¡Ah! La culpa es de los libreros que no llevan a España la producción de América". Elogio a Leopoldo Lugones, en su opinión, uno de los cerebros más potentes de estas tierras. Y tiene sinceras alabanzas para Rubén Darío: "Fue un reformador del castellano. Sus poesías son de una musicalidad que sorprende. Todas las palabras por él empleadas tienen el valor exacto y poseen una fuerza de expresión como jamás otro poeta ha conseguido imprimirles. Fue Rubén el genio. Y era hombre bueno. No conocía la envidia, ni el rencor, no el sentido de venganza".

No faltaron, por supuesto, las características boutades valleinclanescas. En ésta que reproduzco a continuación repite ideas que expresó en más de una oportunidad: "Las dos únicas cosas que no pueden ser: que se me hubiera designado Académico o que el Rey me hubiera dado un título. La primera, porque para ser Académico hay que solicitarlo, y yo nunca lo he solicitado. La segunda, porque no es el Rey quien podría darme a mí títulos nobiliarios, que los tengo de Flandes y España; yo sólo necesitaría pagar los derechos de la corona y usarlos por derecho propio. Pero necesitaría tener veinte mil pesos para pagar esos derechos, y no los tengo. Ya ve usted cómo uno que tiene desde siglos derechos de nobleza, no puede usarlos, y los usa quien nunca los tuvo, pero tuvo ahora para comprarlos del Rey".

Semanas después de haber dejado la Isla, apareció en un diario habanero una entrevista en la cual Valle-Inclán se vengó sarcásticamente de quienes al inicio lo acogieron con hostilidad. El 8 de diciembre, el Diario de la Marina se refiere a ello en un artículo titulado Continúan las intemperancias de Valle-Inclán. Allí se dice que el autor de las Sonatas ha decidido "rectificar" (ya se verá por qué las comillas) las manifestaciones que hizo en México al periodista cubano Ruy Lugo de Viña, que tanto revuelo armaron cuando aparecieron. Los redactores se remiten al periódico La Prensa, en donde se publicaron las precisiones del "admirable novelista y amargado compatriota".

Comienza Valle-Inclán por protestar por la cuarentena que fue obligado a cumplir antes de permitírsele entrar en la Isla, e insinúa "malquerencias o negligencias del cónsul español en La Habana". Niega rotundamente haber dado entrevista alguna a Lugo de Viña, y considera absurdo todo lo escrito por él. Comenta su alejamiento de la colonia española en México, y afirma que "los prohombres de ésta le ofrecieron espléndidas posibilidades si renunciaba a sostener en sus conferencias determinados puntos de vista sobre el problema agrario, a lo que él se negó prefiriendo condenar la actitud de los terratenientes de México, que rehúsan aceptar la emancipación del indio y hasta su aumento de jornal". Asimismo lamenta la intervención del ministro de España ante el gobierno mexicano, en contra de las Juntas Agrarias. Valle-Inclán expresa, por último, que no injurió al Rey de España, aunque insiste en suponer que "ante una revolución huirá como hizo el rey Manuel de Portugal y como huyó el káiser Guillermo de Alemania".

El párrafo final del artículo del Diario de la Marina resume muy bien la venganza que se tomó el escritor gallego, una vez que estaba fuera de Cuba: "Las nuevas declaraciones de Valle-Inclán que en el fondo no hacen más que confirmar las que niega haber hecho en México, ocupan varias columnas de La Prensa y concluyen rogando al periodista que no rectifique nada, que no rectifique a nadie, que no hay nada que rectificar".

© cubaencuentro

En esta sección

Perfil de una valiosa ejecutoria

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 22/04/2022


«Un mariachi viejo», fragmento

Félix Luis Viera , Miami | 22/04/2022

Comentarios


Con pasado y sin futuro

Roberto Madrigal , Cincinnati | 15/04/2022

Comentarios


La niebla de Miladis Hernández Acosta

Félix Luis Viera , Miami | 11/04/2022

Comentarios


Fornet a medias

Alejandro Armengol , Miami | 08/04/2022

Comentarios


Mujeres detrás de la cámara (II)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 08/04/2022


Juegos peligrosos

Roberto Madrigal , Cincinnati | 08/04/2022

Comentarios




Mujeres detrás de la cámara (I)

Carlos Espinosa Domínguez , Aranjuez | 01/04/2022


La prisión del «Moro» Sambra

Félix Luis Viera , Miami | 25/03/2022

Comentarios


Subir