Alfonso Cueto no será el cubano más alto del mundo, pero al menos sí el único que dejó una huella visible en el básquetbol profesional.

Mucho antes de que Andrés Guibert y Lázaro Borrell pasaran brevemente en la década de los noventa por los Timberwolves de Minnesota y los SuperSonics de Seattle, Cueto animó durante varias temporadas la pintoresca ABA.

Rival de la NBA a mediados de los años sesenta y setenta, la ABA capturó a grandes sectores de los aficionados por sus promociones originales, sus coloridos balones, las bailarinas y, claro que sí, la canasta de tres puntos.

"Había muchas cosas que hacían atractiva a la ABA, pero no puede obviarse la calidad de sus jugadores'', recuerda Cueto. "Cómo olvidar a alguien como el Doctor J [Julius Irving]. Había mucho talento y eso lo sabía bien la NBA, que entabló una especie de lucha a muerte por sobrevivir".

Tanto era así, que en el primer Juego de las Estrellas, luego de la unión de las dos ligas, el 70 por ciento de los escogidos procedían de la ABA y muchas de las ideas surgidas en ella son hoy partes inseparables de la NBA.

Todo no fue tiempo perdido

A veces, Cueto se reúne con ex compañeros de la liga para recordar los viejos tiempos, y todavía es llamado "el cubano más alto del mundo", como solía promocionarlo su equipo, los Floridians.

"También me decían el cometa cubano y cosas por el estilo", rememora Cueto. "Los Floridians eran muy creativos para vender sus juegos, pero tenían en contra el hecho de no contar con un hogar fijo. A pesar de todo, son años que recuerdo con mucho cariño".

Tras brillar en la Universidad de Tulsa, Cueto pudo haberse ido a jugar a Seattle o Denver, pero su esposa y varios amigos comenzaron una campaña para que pudiera venir a jugar a Miami con los Floridians.

Poco antes de la práctica que decidiría su inclusión en el equipo, el cubano leyó en la sección deportiva de The Miami Herald: "uno de los primeros jugadores que serán cortados será Al Cueto''.

"Eso me dio energías para luchar sin descanso", comenta Cueto. "Todavía hoy pienso en eso, en cómo pude integrar un equipo profesional y me siento orgulloso. A veces me pregunto cómo pude hacerlo".

Luego de una temporada con los Floridians de Miami, Cueto fue canjeado a Memphis, donde permaneció dos años más antes de ser liberado, a pesar de estar en uno de sus mejores momentos.

Muy pronto aparecieron ofertas para jugar en Europa, México y con los Sixers de Filadelfia, pero Cueto recibió un consejo cercano que le hizo dejar el deporte y comenzar una nueva vida.

"Mi esposa me dijo: 'mira, tú eres bueno en el básquetbol, pero no tan bueno como para ser una estrella'", narra el cubano. "Así que regresamos a Miami y me dediqué a las ventas, donde realicé una segunda carrera".

Sin embargo, todo no fue tiempo perdido.

"La competencia en su grado más extremo me enseñó a desempeñarme en circunstancias adversas", advierte Cueto. "Aprendí a relacionarme con personas de todos los tipos y géneros. Vi el mundo de otra manera y eso fue un conocimiento invaluable en el resto de mi vida".

Cueto recibió una grata alegría cuando supo que el Heat había dedicado su campaña a homenajear a los Floridians e, incluso, observó los viejos colores del desaparecido equipo en los cuerpos de Shaquille O'Neal y Dwyane Wade.

"Miro a la NBA actual y me asombro de cómo ha crecido el básquetbol desde los días en que yo jugaba", confiesa Cueto, cuyo salario mayor fue de 36.000 dólares. "La grandeza actual es producto de ese esfuerzo del pasado. Es bueno que no se hayan olvidado de eso''.

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