La Habana
Contrasentidos
Narciso López: ¿Un patriota o un 'mercenario pagado por EEUU'?
Una de esas tardes, enterados de que yo escribía, llegaron a verme un par de escolares del primer año de Secundaria. Alguien en la esquina que me vio en la acera echándole arroz a los pájaros y los oyó a ellos discutir, me los mandó. Eran un par de gorditos que pasaban, rubios ambos y muy parecidos, aunque no eran familia. Querían saber si Narciso López era un mercenario pagado por Estados Unidos.
"No lo sé, no me consta", les contesté con absoluta honestidad. "Aunque por mis canas ustedes quizá no me lo crean, yo no conocí a Narciso López. A él lo fusilaron los españoles en 1850 y yo nací en 1933".
"Pero se sabe que era de la CIA".
"La CIA no existía entonces".
"Lo que fuera, lo que existía en lugar de la CIA", insistió el gordito número 1, que era de los dos el más incisivo. "Le pagaban".
Dispuesto a poner las cosas en claro, pregunté qué era exactamente lo que ellos deseaban saber. Dijeron que les parecía muy extraño tener todavía por bandera nacional, en un país socialista, la traída por el mercenario imperialista Narciso López.
"Diseñada en Nueva York por otro mercenario", añadió el gordito 2 con el tono de quien estuviera aportando un dato fundamental.
No creí ayudarles discutiendo los calificativos utilizados por ellos, pero tampoco mentí al responderles: "Ese es un tema sobre el que no estoy muy informado. Cuando yo iba a la escuela como ustedes ahora, Narciso López era todavía un patriota.
Y temiendo haberlos confundido, añadí: "En todo caso, hablen estas cosas con el maestro. Y si no, respondan lo que él les enseñó".
"Es lo que siempre hacemos", dijo el gordito número 1. "Papá me lo ha dicho, tú no le discutas al maestro; pero a nosotros nos gusta llegar al fondo de las cosas. Y esto de la bandera no está claro. ¡Así que antes el tipo era un patriota!".
"¿Y ahora cómo supo el gobierno que era un agente enemigo?", preguntó el gordito número 2.
Ambos estaban sorprendidos.
Les expliqué que los gobiernos tenían modos de saber las cosas. Tenían costosos servicios de Seguridad. Además, ese asunto de Narciso López era tan viejo, que los documentos del caso debían de estar desclasificados haría un siglo lo menos.
"Hasta por Internet pueden hoy día saberse enseguida esas cosas".
Esto los emocionó. La pregunta a dúo no se hizo esperar.
"¿Usted tiene Internet?".
"Yo no tengo ni teléfono. Pero hablen con el maestro. Háblenle".
"Se le habló. 'Muy bien, profe, Narciso López es un vil anexionista, pero seguimos izando la bandera traída por él'. ¿Y con qué nos sale? Con que la bandera no tenía la culpa, habló de la tradición, bla bla bla…".
"No les mintió", les aseguré. "Sustituirla sería desautorizar a quienes la eligieron por enseña nacional hace más de un siglo, luego de haberla portado en el combate".
"No tanto", protestó el gordito número 2, volviéndose a buscar el asentimiento del gordito número 1. "No tanto, porque si la traición de Narciso López se ha sabido ahora, quienes escogieron la bandera entonces desconocían que él venía enviado por el imperialismo".
"O no", dije.
Me miraron sorprendidos.
"Las cosas entonces no se miraban como hoy. Los americanos de mediados del siglo pasado no eran los de finales de siglo, y mucho menos los de hoy. Eminentes patriotas le escribieron al presidente Grant, en enero de 1869, informándoles que se alzaban para liberar a Cuba y unirla al carro de Estados Unidos. Y par de meses después, en la Asamblea Constituyente de Guáimaro, el tema de la anexión volvió a ser tocado.
Tras las primeras victorias, sin embargo, hasta quienes allí fueran sus más entusiastas partidarios habían olvidado eso. Por más capital mundial de la democracia que parecieran aquellos Estados Unidos que acababan de libertar a los esclavos, aquí se estaba peleando para ser libre de unos y de otros. Pudo ser el caso de Narciso López. Sólo que a él no se le dio la oportunidad de cambiar, si coqueteó con el anexionismo. A él lo fusilaron al desembarcar con su bandera, dispuesto a levantar la Isla contra España".
Vi al par de gorditos mirarse en plan de consulta; al cabo, hablando en nombre de los dos, dijo profesoral el número 1:
"Con más razón, señor: sigue habiendo ahí un contrasentido".
"La vida está llena de ellos", comenté. "Sin ir más lejos, el gentilicio de los nacidos en la actual Isla de la Juventud, antes Isla de pinos, no es 'juventinos', ha seguido siendo 'pineros'. Y el lema de la Organización de Pioneros José Martí, es… '¡Seremos como el Che!'".
© cubaencuentro
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