Rebelión, Hippies, Cultura

Los «hippies» cubanos

El mundo joven se rebelaba, imponía una nueva moral, y los jóvenes cubanos teníamos que repetir consignas como pericos, y en los más dignos casos, me incluyo, callar

Se nos persiguió; nos enviaron a campos de trabajos forzados, la chusma diligente le raspaba la cabeza a los varones, el acabose. A mi me acusaron de diversionismo ideológico, entre otras cosas, porque llevaba saya maxi y sandalias “de churrocitas” como les decían. El Kiko plastic era la consigna.

A Retamar le dieron un mitin de repudio porque llevaba el pelo “largo” en la Velada Solemne.

No tuvimos comunas sino trabajo forzado, ni conciertos, ni “música extranjerizante” sino los infames Pello el Afrokán y “Pastilla de menta” …hasta que comenzó a salvarnos el Grupo de Experimentación Sonora; en aquella época hasta Silvio estaba castigado por el energúmeno de Serguera. Tampoco podíamos vestirnos con la imaginación de contracultura de los adolescentes y adultos jóvenes de todo el mundo; la cosa, con suerte, era a lo Mao, pero no al estilo jipango.

Nada parecido a la Primavera de Praga, ni a Paris, por suerte ni a Tlatelolco.

El mundo joven se rebelaba, imponía una nueva moral. Se protestaba en el mundo contra todo aquello que era injusticia. Los jóvenes cubanos teníamos que repetir consignas como pericos, y en los más dignos casos, me incluyo, callar.

Una breve brisa fresca de juventud acarició y puso patas arribas el statu quo occidental. Un sopor de muerte caía sobre el susodicho Cordón de la Habana para mantener el statu quo de la condición de esclavos.

Aquello quedó como decreto gubernamental en el Congreso de Educación y Cultura.

Cuando la debacle de la zafra del 70, esperada por todos con sesos, se recrudeció la represión, como es siempre el caso del gobierno cubano ante una crisis.

Pero la cosa estaba fea y había que darle una migaja a los peluos. El uniforme chino dejó paso tímidamente a un vestuario mas juvenil. Tampoco así, nada de tye dye ni banderas americanas (que hoy pululan por las prostituidas calles de Cuba). A los varones se les permitió un tímido corte diferente al del Ejército Juvenil del Trabajo. Tampoco así, nada de melenas; esas vendrían después cuando la dictadura estaba pidiendo agua por señas y le deban lo mismo cualquier cosa mientras no se atacara a Juan Carón. Allí fue que surgió la recholata que traería la actual degradación.

Entonces aparecieron Silvio, Pablito (que venia del feeling) et alia. Tampoco así, Pedro Luis Ferrer solo podía cantar en la Casa de la Cultura de Arroyo Naranjo.

Aquel movimiento no tenía nombre y en el totalitarismo todo tiene mayúsculas, La Nueva Trova.

Se permitieron también los cantautores españoles y latinoamericanos. Tampoco así, nada de los ingleses y estadounidenses. Habría que esperar otro milenio para tener un concierto de los Rolling Stones en La Habana.

Hoy día no se reconoce lo que enfrentamos al nivel mundial y al local. Las muchachas no saben que estas viejas inventaron la minifalda, descartaron a las chaperonas y a todo freno a su libertad por derecho propio. Defendíamos a los gays y a todo grupo marginado.

Murió el demonio intelectual, vino Raúl y el yes man de Díaz-Canel, el reguetón la sempiterna hambruna. El ciego sol, la sed y la fatiga en la terrible cola por los pollos/ El cid no cabalga.

© cubaencuentro

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