Exilio, Republicanos
Caída libre
El autor no ve por parte alguna la razón para prohibir la entrada a Estados Unidos a familiares de los gobernantes cubanos
Vilma Rodríguez Castro, nieta del presidente cubano Raúl Castro, viajó de visita a Estados Unidos para asistir a la VI edición de la feria de arte latinoamericano contemporáneo PINTA 2012. Según se dice, viajó como acompañante de su novio, el pintor cubano Arlés del Río, invitado a dicha feria.
Inmediatamente se revolvió el gallinero y comenzaron los asombros y señalamientos. Que si “llevaba zapatos Chanel, cartera Louis Vuitton y reloj Rolex como si fuera lo más natural del mundo”. Que si “la familia de los Castro tienen el beneplácito de la administración de Obama para visitar este país”. Y hasta se molestaron cuando el Departamento de Estado, cumpliendo con las leyes federales, les aclaró que mantenía la política de confidencialidad establecida, y con todo ese derecho se negó a dar explicaciones.
Unos meses antes se había formado algo parecido con Mariela Castro, la hija de Raúl, cuando fue autorizada a participar en una conferencia en San Francisco.
En medio de ese revolico no podían faltar las declaraciones de congresistas cubanoamericanos quejándose sobre la situación, enviando cartas a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, para aconsejarle que debía revisar con más detenimiento y mejor juicio las solicitudes de visas.
En Miami, la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen criticó abiertamente el visado otorgado a Rodríguez, diciendo que “esta clase de permisos no aportan al esfuerzo desplegado por la libertad y democratización del pueblo cubano”. Y que: era “vergonzoso que esta administración continuara entregándole su beneplácito a los dictadores de La Habana mientras estos continúan con su odio y violenta represión del pueblo cubano”.
Con todo el respeto que se merecen los congresistas cubanoamericanos, yo no veo por ninguna parte razón alguna para prohibir la entrada a Estados Unidos a familiares de los gobernantes cubanos por muy canalla que pueda haber sido el tío, el padre, el abuelo o el tatarabuelo. Especialmente esta muchacha que viene invitada por su novio a una reunión de arte que no tiene ninguna vinculación política. Además de que ella se negó hablar con nadie pues sencillamente no le interesa la política.
¿Paga el gobierno de Estados Unidos con el dinero de los contribuyentes los viajes de estas personas? ¿Sufragan los gastos de hospedaje, comida y transporte? ¿Vienen estas personas a significar una carga para el país o a pedir asilo político? Si nada de esto es así ¿Por qué entonces significa un “insulto a la comunidad cubana en el exilio entregarles una visa”? ¿No se le dan visas, para mencionar solo un ejemplo, a cuanto hijo, sobrino, nieto, cuñado o sirviente de la familia real de Arabia Saudita desea viajar a Estados Unidos, un país donde todavía decapitan a los reos en las plazas públicas o matan a mujeres a pedradas en medio de la calle y son de los más grandes violadores de los derechos humanos en el mundo?
Parece que los políticos republicanos no han asimilado todavía la aplastante derrota sufrida en los últimos comicios presidenciales. No les dice nada que Obama haya alcanzado el 48 % del voto cubano. No les dice nada tampoco que en 1988 el 85 % votaba republicano, en el 2004 fue el 75 %, en el 2008 el 65 %, y en este 2012 solo el 52 %.
Por grupos hispanos, el 83 % de los puertorriqueños votó por Obama y 17 % por el candidato republicano; el 79 % de los suramericanos sufragó por el demócrata y el 21 % por Romney. El 92 % de los brasileños votó por Obama y el 8 % por Romney; el 82 % de los peruanos sufragó demócrata y el 18 % republicano y el 80 % de los colombianos favoreció a Obama y el 20 % a Romney. Hasta el 76 % de los venezolanos votó por Obama y el 24 % por los republicanos, algo totalmente sorprendente.
¿Qué mensaje está enviando esta tendencia de decadencia en el voto republicano de los cubanoamericanos? ¿Qué pueden inferir los políticos republicanos de la enorme pérdida de apoyo latino?
Este nuevo alboroto con las visitas de familiares de gobernantes cubanos solo están reflejando que se mantienen estáticos, paralizados y aferrados a un discurso que ya no aguanta nadie.
Cuando veo estas actitudes de sitiadores, de constructores de barreras y alambradas en nuestro propio patio, me pregunto hasta dónde pueden llegar en su ineficacia política. Es evidente que ni siquiera se percatan de que es el mismo Partido Republicano el que les va a pasar la cuenta. En la restructuración que se avecina, ellos están en la primera fila de los que de inmediato han de pasar a retiro por alta conveniencia de servicio. Lo cierto es que, al menos de cara al electorado hispano, han embarcado a la vieja institución con el más obstinado e incongruente de los discursos.
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, Santa Clara | 28/03/2022